Entre la fe y la espada

Capítulo 3 "Hechizos, pócimas y libros"

Ni siquiera pude dormir bien esa noche por la gran emoción y ansiedad que sentía. Empaque lo más importante y repasé una y otra vez que tenía todo lo que necesitaba. Unos cuantos cambios de ropa, todo el dinero que tenía ahorrado y un pequeño cuaderno para anotar todo lo importante.

 

Durante la noche me la pasaba dando vueltas en la cama, pensando en que podría hacer en los distintos lugares; podría explorar las zonas más recónditas del Imperio, pelear con las bestias más salvajes o incluso domar un dragón, tal vez eso último no pero aun así se podría intentar en otra ocasión.

En cuanto salieron los primeros rayos del Sol, me puse mi armadura y bajé al primer piso para desayunar.

 

Sarinha se encontraba en la cocina, yendo de un lado a otro para terminar de preparar la comida.

 

— ¡Buenos días Regina! — Saludó Sarinha con gran emoción — Franco me dijo que iban a viajar — Dijo mientras terminaba de servir los desayunos.

 

— ¡Si! — Exclamé — Viajaremos por la mitad de Farfania antes de llegar a la Ciudad del Árbol. Y veré si después puedo convencerlo de ir a El Refugio. Desde hace mucho que mi tío lo quiere conocer —

 

— Veo que ambos están bastante emocionados. Incluso Franco dejó de ser tan gruñón. Aunque... Me pregunto cómo lo hiciste — Comentó Sarinha con una pequeña risa.

 

La miré confundida.

 

— ¿Disculpa? ¿Hacer que? — Pregunté.

 

— Me refiero a que… por treinta años le insistí que saliera de Paso del rey y tú; lo lograste en una noche. —

 

— ¿Porque querías que Franco saliera de Paso del Rey? Me refiero a que… es lindo estar aquí —

 

— Siempre supuse que le haría bien tomar un poco de aire fresco. Antes de tu llegada se la pasaba encerrado en su habitación. Lograste que saliera aunque sea al patio y ahora volverá a viajar —

 

— La verdad, no se como lo hice, supongo que soy muy insistente o aceptó para que lo dejara de molestar — Dije con una pequeña risa.

 

— Estoy casi segura que lo hizo porque él también quería explorar un poco, recordar esos días cuando era caballero. Me alegro por ustedes. Ojala yo pueda acompañarlos pero tengo que atender la taverna —

 

— Cuando regresemos, atenderemos la taverna — Dije divertida — ¡Así podrás viajar! —

 

Sarinha rio ante mi propuesta.

 

— Lo tendré en mente —

 

Salí al comedor, y sorprendentemente, Franco ya estaba ahí, tomando tranquilamente un cafe. 

Coloqué los platos en la mesa y comenzamos a comer en silencio. 

Algo en mi me decía que Franco se iba a arrepentir a último momento, tal vez iba a sacar alguna de sus excusas de siempre. Aunque estaba dudando que eso iba a suceder. Había de decir que Franco también lucía emocionado por nuestro viaje, aunque parecía que quería reprimir.

 

— ¿Estás lista para irnos? — Dijo Franco una vez que acabamos de comer.

 

Yo asenté con gran emoción.

Franco tomó su mochila y nos dirigimos a la salida.

 

— Que tengan un buen viaje y no olviden de escribir cada vez que puedan — Se despidió Sarinha.

 

Nos despedimos de ella y prometimos volver en un par de semanas.

 

Recorrimos el pueblo en completo silencio. El sol aun no terminaba de salir, asi que estabamos casi en completa oscuridad.

Era extraño ver el pueblo tan vacío, en cierto modo me había acostumbrado a ver a gente a todas horas.

Esperaba que en cualquier momento Franco dijera que ya quería regresar, era algo que debía tener en mente. Pero ese momento nunca llegó, tal vez vendría después.

 

Caminamos durante una hora por el camino que te llevaba a la ciudad Paladium. 

 

Encontramos a un viajero que conducía una carreta, al parecer era un cliente recurrente en la taberna de Sarinha y conocía a Franco, aunque yo no logré reconocerlo.

 

Y así emprendimos nuestro viaje, en la parte de atrás de una carreta llena. Era distinto de lo que esperaba pero eso no le quitaba su encanto.

 

Tras una hora de viaje el conocido bosque comenzó a cambiar. Era bastante hermoso. Era igual que hace cuatro años, cuando llegue a Paso del Rey por este mismo camino.

 

En esta zona, los árboles estaban más espaciados dejando ver parte del cielo, que no tenía ni una nube. Incluso en algunas zonas se lograban ver las altas montañas con nieve a lo lejos. 

Para alguien que pasaba aquí todos los días podría ser un paisaje común pero para mi era impresionante, o al menos diferente. Me había criado en la oscuridad de El Refugio y después en los coloridos árboles de Paso del Rey. Simplemente era precioso ver como cambiaba todo conforme avanzabamos.

Al voltear a ver a Franco, parecía estar igual de fascinado con el camino, sonreía y veía a su alrededor como un joven viajero en su primera aventura. A decir verdad era la primera vez que lo veía así de feliz.




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