Entre la fe y la espada

Capítulo 10 "El Refugio"

Me desperté en cuanto los primeros rayos de luz se colaron por la ventana. Duré unos minutos en la cama, considerando si debería levantarme de la cama. Después de unos segundos finalmente decidí levantarme y me estiré un poco.

Había una carta encima de la mesita de noche. Una carta de sobre dorado y un sello de la realeza. La tomé rápidamente y la abrí para comenzar a leer.

"Regina:

Me da gusto escuchar que te encuentras bien. Recuerda que siempre te recibiré con brazos abiertos en casa. Me di la libertad de comprar tu boleto de tren para que salgas a primera hora.

Una lastima que tu mentor no pueda acompañarte pero espero que algun dia se encuentre mejor para que esté aquí con nosotros.

Te espero con ansias, Silithur."

Sonreí al ver la carta. Atrás de ella venía el boleto de tren. Salía en dos horas, aún tenía tiempo de preparar las cosas.

Me arreglé rápidamente y comencé a guardar las pocas cosas que tenían.

Ya con mi mochila lista, salí de la habitación y me dirigí a la de Franco. Toqué ligeramente la puerta y espere.

— ¿Tan temprano? — Preguntó Franco mientras me miraba con duda.

Que raro. Usualmente él se levantaba temprano.

— Si — Dije con una enorme sonrisa — MI tren sale en dos horas —

— ¿Y piensas esperar dos horas en la estación? — Preguntó Francomientras se recargaba en el marco de la puerta.

— Estaba pensando que tal vez podríamos dar un vuelta por la ciudad antes de que vaya — Sugerí.

Franco lo consideró un momento antes de suspirar pesadamente.

— Está bien — Terminó aceptando — Esperame abajo — Indicó Franco antes de volver a cerrar la puerta.

Franco me guió por los niveles más bajos de la ciudad. Me mostró unos cuantos edificios como la casa de ópera, donde solía ir con Cristinini. Me contó como a él nunca le gustó la ópera pero con tal de verla sonreír, la veía.

No hicimos demasiado después de eso. Tan solo disfrutamos las grandes vistas de la ciudad.

____________________________

La estación de tren estaba en el primer piso de la ciudad, en una de las raíces. Y como era de esperarse, tuvimos que dar un millón de vueltas para poder llegar a ella.

La estación era pequeña, con apenas dos andenes, aunque parecía que estaban construyendo más por las zonas cerradas al público y el gran ruido que había. Afortunadamente, no había demasiada gente a esa hora. Recorrimos la pequeña estación hasta llegar al andén indicado, aún faltaban un par de minutos para que llegara el tren.

Nos sentamos en una de las bancas y esperamos. No hablamos demasiado durante este tiempo, sería incómodo de no ser por el ruido que llenaba el aire. Aún me parecía increíble que Franco no quisiera ir conmigo. Me pregunto qué pasa por su mente. Su rostro no revelaba demasiado, estaba serio igual que siempre. Un completo misterio.

— ¿Seguro que no quieres venir? A Silithur le encantaría conocerte — Dije después de unos minutos.

— No gracias — Contestó Franco con seriedad — Estoy bien aquí —

Resoplé con molestia pero no insistí. No quería arruinar el humor de Franco y menos antes de irme.

Después de lo que pareció una eternidad, finalmente llegó el tren, anunciando su entrada con su gran silbato.

El tren paró en el andén, y la poca gente que había comenzó a recoger sus cosas, despedirse de sus familiares y subirse al tren.

No estaba preparada para decir adiós, y me di cuenta de eso muy tarde. Las cosas aún parecían irreales.

Franco me indicó con un movimiento que ya tenía que irme. Tomé mi maleta con duda y comencé a caminar hacia el tren.

Suspiré con pesadez y voltee a ver a Franco, quien

— Nos vemos, muy pronto. Espero — Me despedí de Franco.

— Hasta pronto Regina — Se despidió Franco — He de decir que te extrañaré. Y cuídate — Suspiró Franco mientras revolvía mi cabello. No pude evitar sonreír un poco.

— También cuidate Franco — Dije con media sonrisa.

Antes de irme, me abalancé contra él en un abrazo, al que Franco regresó con calidez. Me hubiese gustado quedarme con aqui.

Una vez separados, me acerqué al tren. Le di mi boleto al encargado y me dejó pasar. Me senté en mi asiento y acomodé mi mochila a un lado mio. Desde la ventana aún podía ver a Franco, quien se despedía de mí con una mano. El silbato del tren sonó con fuerza y el tren comenzó a moverse lentamente.

Las lágrimas comenzaron a formarse en mis ojos pero me rehusaba a llorar. Me despedí de Franco con la mano mientras cada vez avanzamos más y finalmente lo perdí de vista.

____________________

El viaje fue tranquilo, sin nada extraordinario que ver. Lo único interesante fue cuando cruzamos el muro que separaba ambas regiones para finalmente entrar a la zona boscosa de El Refugio.

Muchas leyendas decían que el bosque era tan tupido que era fácil perderse en él. También decían que se podían encontrar muchas construcciones antiguas en el bosque. La verdad nunca supe que tan verdad eran esas cosas, no había demasiadas cosas en la superficie de la región así que era posible.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.