Clara despertó antes de que el sol saliera. Afuera, los árboles se mecían suavemente con la brisa matinal, pero dentro de su habitación, el aire estaba completamente quieto. Demasiado.
Se sentó en la cama, con el pulso retumbándole en las muñecas, justo donde la marca parecía haber tomado vida. No brillaba, no dolía.
Se levantó, descalza, y abrió la ventana. El aire fresco entró de golpe, como si hubiese estado esperando ser invitado. Dio un paso atrás, nerviosa, sin razon aparente .
Cerró los ojos, estiró la mano sin pensar. Y entonces ocurrió.
El viento dentro de su habitación giró con fuerza, como si hubiese sido arrancado de otro lugar. Las cortinas se alzaron con violencia, las hojas del escritorio salieron volando, la lámpara tembló. Pero nada se rompió. Nada cayó. Todo giraba a su alrededor con precisión… como si obedeciera.
—No... —susurró.
Pero el aire no la escuchó.
El vórtice se intensificó, respondiendo a la presión de su miedo. Clara se acurrucó en el suelo, tapándose los oídos. Era un caos, pero uno que parecía esperar su orden. Uno que la reconocía.
Cuando abrió los ojos, todo se detuvo. En seco. Las hojas cayeron en silencio. El viento se disipó. El cuarto volvió a la calma, como si nada hubiese pasado.
Clara respiró hondo. No estaba loca.
Era real.
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Se vistió rápidamente y salió al pasillo. Sus padres no estaban en casa, y eso le dio la oportunidad perfecta para hacer algo que llevaba días evitando: entrar al cuarto de sus padres.
La puerta estaba cerrada. No con llave, pero igual le costó girar el pomo. Había una especie de respeto silencioso hacia ese espacio… aunque ahora, necesitaba romperlo.
Entró.
El lugar olía a madera envejecida y a recuerdos dormidos. Las fotos sobre la cómoda seguían allí, sonriendo con una ternura que dolía. Clara se dirigió directo al armario, luego a las gavetas, los cajones. Todo parecía normal.
Demasiado normal.
Buscó entre libros, cartas, diarios… pero no había rastro de magia, de símbolos, de marcas. Solo silencio.
Hasta que levantó una caja pequeña, escondida bajo la cama.
Estaba vacía.
Y aún así, sentía que esa caja había contenido algo importante. Algo que ya no estaba.
Frustrada, se dejó caer sobre la cama.
—¿Qué me están ocultando…?
Pero no hubo respuesta. Solo el sonido del viento afuera, moviéndose como si quisiera decirle algo.
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Al día siguiente, Clara llegó al colegio antes de lo habitual. Quería evitar cruzarse con Iker… aunque parte de ella lo buscaba en cada sombra.
—¿Dormiste algo esta vez o te pasaste la noche peleando con fantasmas? —bromeó una voz a su lado.
Era Valentina.
Clara forzó una sonrisa, pero la otra la miró con ojos entrecerrados, como si supiera algo.
—Tengo que mostrarte algo —dijo Valentina de golpe—. Pero no aquí.
Fueron al baño del segundo piso, el que casi nadie usaba. Valentina se paró frente al espejo y, sin decir palabra, recogió su cabello en un moño improvisado.
Clara frunció el ceño.
Y entonces lo vio.
Una marca azulada, con líneas que se entrelazaban como olas, brillaba suavemente en la nuca de Valentina.
—¿Tú también…? —Clara se quedó sin aire.
—Desde los diez años. Pero nunca se activó... hasta esta semana —Valentina soltó el cabello, ocultando la marca—. Algo está cambiando, Clara. Algo grande. ¿Tú también tienes una?
Clara dudó.
Luego asintió.
No dijo dónde. No dijo cómo. Pero Valentina lo entendió todo con solo verla a los ojos.
—¿Y Aeden? —preguntó Valentina en voz baja—. Él también tiene algo extraño. No sé qué, pero… ¿lo sentiste?
Clara pensó en la biblioteca. En el momento en que él tocó su muñeca y el símbolo respondió. Lo sintió, claro que sí. Como si el aire hubiese contenido la respiración.
—Sí. Hay algo en él. Algo... extraño nos esta pasando .
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Mas tarde , en la clase de fisica . Clara estaba sentada en su pupitre doble , no tenia compañero para esta practica que se supone es en pareja . Para su desgracia , llego tarde , por ende se quedo sin compañerp . O al menos eso pensaba .
La puerta del aula entro , y una cabellera rubia atrajo su atencion . Era Aedan . Este entro , observo toda el aula , hasta que su mirada choco con la de Clara . Con una dulce sonrisa camino hacia ella y se sento a su lado.
-- Hola compañera . -- Clara lo miro , miro a ese tonto con sonrisa encantadora . El le tendio la mano .
-- hola compañero . -- Ambos se tomaron de la mano . La profesora empezo la clase , explicando que debian de hacer cada pareja para el trabajo final de semestre .
Solo Clara prestaba atencion a la clase , en cambio , a Aedan no le importaba lo mas minimo . Su atencion estaba completamente en la pelinegra que estaba sentada a su lado , con esas largas y abundantes pestañas . Por un momento le parecio guapa .
Sacudio la cabeza , reprendiendose mentalmente por tener ese tipo de pensamiento de la chica que le asignaron proteger . Suspiro con pesadez , era absurdo tener que estar en una escuela secundaria nuevamente , o al menos al rpincipio le parecio asi , despues conocio a Clara .
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Esa noche, Clara volvió a soñar. Pero no con el árbol.
Soñó con una torre.
Alta, antigua, y cubierta por enredaderas negras. En la cima, una figura la observaba. El rostro era un borrón. Pero los ojos… los ojos eran de fuego.
Y cuando Clara se acercó, el suelo se quebró a sus pies.
Cayó en la oscuridad.
Y justo antes de despertar, una voz que no era suya le habló desde dentro de su cabeza:
"Ya despertaste, Clara. Pero no estás sola."
Clara se sentó de golpe en su cama, con la marca palpitando. Y por primera vez, no tuvo miedo… tuvo sed de respuestas.
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Editado: 11.09.2025