Entre la gloria y tu

capítulo 15

El amanecer fue distinto aquella mañana. No hubo campanas, ni llamados suaves, ni la calma forzada de los días anteriores. El edificio entero tembló con un estruendo metálico, y las paredes del dormitorio de Clara se iluminaron con símbolos brillantes que ardían como fuego líquido.

La misma voz grave que los había acompañado desde el inicio retumbó en el aire:

—Participantes… hoy comienza la Primera Prueba del Umbral. Solo quienes superen el Laberinto de Sombras obtendrán el derecho a continuar en los Juegos. Recuerden: la unión es su fortaleza, pero la traición se paga con la sangre.

El mensaje se desvaneció y, por unos segundos, reinó un silencio absoluto. Clara se sentó en la cama, con las manos temblando. Había deseado este momento y lo había temido a la vez. La teoría, los discursos del Consejo, las alianzas forzadas… nada se comparaba con la idea de entrar en un lugar donde la magia misma se volvería en su contra.

Un guardián encapuchado entró en la habitación.
—Sigan la marca de luz en el suelo. No se retrasen.

---

El Laberinto de Sombras no era como Clara lo había imaginado. No eran muros de piedra, sino corredores de energía oscura que se retorcían como venas vivientes. Cada pared parecía absorber la luz, y el suelo estaba cubierto por símbolos que cambiaban de forma al pasar.

Los participantes fueron divididos en grupos de cuatro. Clara fue empujada hacia adelante junto a Iker, Adriel y una chica de tierra llamada Selene, de mirada dura y sonrisa cínica. Valentina quedó lejos, en otro grupo con magos de agua y fuego.

El Consejo habló desde las alturas, su voz amplificada por la magia:

—Cada grupo deberá atravesar el laberinto y llegar al centro. Allí, un cristal espera. Solo quienes lo toquen sobrevivirán. Recuerden: el laberinto se alimenta de sus miedos.

La puerta se cerró tras ellos con un estruendo.

---

Al principio, todo fue silencio y penumbra. Clara avanzaba con cautela, intentando no mirar demasiado los muros que parecían palpitar como piel viva. A su lado, Iker caminaba con seguridad, como si nada pudiera tocarlo.

—Mantente cerca de mí —le dijo en voz baja, con esa mezcla de arrogancia y falsa ternura que siempre la confundía.

Clara apretó los labios, dispuesta a ignorarlo, pero pronto el aire cambió. Una sombra se deslizó frente a ellos, tomando forma humana. Era una figura oscura, sin rostro, que repetía sus movimientos como un espejo macabro.

Selene fue la primera en atacar, lanzando una onda de piedra desde el suelo. El espectro se deshizo en humo, pero dos más aparecieron en su lugar.

—Son ilusiones —murmuró Adriel, levantando el viento con un gesto—. Copian nuestras debilidades.

Clara sintió un escalofrío cuando uno de los espectros adoptó su propia silueta, devolviéndole la mirada con unos ojos blancos y vacíos.

“Se alimenta de mis miedos… entonces este es mi reflejo”, pensó, tragando saliva.

El combate fue caótico. Iker lanzó llamaradas que iluminaron los pasillos, Selene levantaba muros de piedra para frenar el avance, Adriel dispersaba las sombras con ráfagas de aire… y Clara, aunque intentaba concentrarse, sentía que la réplica de sí misma le robaba las fuerzas.

Finalmente, impulsada por un grito interior, levantó la mano y dejó escapar una ráfaga tan poderosa que la figura se quebró en mil fragmentos de luz. El pasillo se abrió frente a ellos, revelando el siguiente tramo.

Iker la miró con una chispa en los ojos.
—Sabía que lo lograrías. Por eso necesitamos estar juntos.

Clara apartó la vista, intentando ignorar cómo esas palabras le quemaban más que el fuego que él controlaba.

---

El laberinto no era solo oscuridad. Había trampas de magia viva: suelos que se deshacían, puertas que los devolvían al inicio, espejos que mostraban recuerdos del pasado. Clara vio, en uno de ellos, a su madre riendo en la cocina… y luego desvaneciéndose como humo. Casi cayó de rodillas, pero Adriel la sostuvo del brazo.

—No lo mires —le susurró—. El laberinto quiere romperte.

Tras lo que parecieron horas, llegaron al centro: una cámara circular donde flotaba un cristal negro rodeado de fuego azul. El aire era tan pesado que respirar dolía.

La voz del Consejo resonó de nuevo:

—Solo uno puede tomarlo. El elegido será marcado como sobreviviente del primer Umbral. El resto… deberá demostrar su lealtad.

Clara sintió un nudo en la garganta. “¿Uno solo? ¿Y los demás qué pasará con ellos?”

Selene se adelantó de inmediato.
—Es mío. La tierra me respalda.

Iker bloqueó su paso con una llamarada.
—No tan rápido.

El fuego y la tierra chocaron, y el cristal vibró con fuerza. Clara retrocedió, aterrada por la idea de que el lugar se derrumbara. Adriel la miró y luego le susurró al oído:

—Clara, no entiendes… Tú debes tomarlo. Ese cristal responde al aire. Está hecho para ti.

Ella abrió los ojos con incredulidad, pero el cristal parecía palpitar al ritmo de su corazón. En ese instante, lo supo: era cierto.

Iker la miró, y por primera vez su sonrisa desapareció.
—Si lo tocas, estarás entrando en un juego más grande de lo que imaginas —murmuró con voz grave.

Las sombras alrededor comenzaron a cerrarse. No había tiempo. Clara, con un grito que mezclaba miedo y decisión, extendió la mano y tocó el cristal.

El mundo estalló en luz.

---

Cuando abrió los ojos, estaba de rodillas en el suelo del salón principal. El cristal flotaba sobre sus manos, ahora convertido en un fragmento brillante que se incrustó en su muñeca como una marca plateada.

El Consejo aplaudía desde arriba, pero sus rostros seguían ocultos tras las capuchas.

—El aire ha reclamado su primer Umbral. La marca de Clara la convierte en candidata al centro de los Juegos. El resto… será juzgado por sus actos.

Clara sintió un escalofrío al escuchar su propio nombre resonar en toda la sala. Era un honor, pero también una sentencia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.