Entre la Luz y la Sombra

Capítulo 1: La grieta de la luz

Lyria

El sol iluminaba Solara con fuerza. Los mármoles de los templos brillaban como oro bajo la luz, y la plaza central estaba llena de aprendices, algunos practicando movimientos de magia, otros caminando de un lado a otro, charlando o riendo.

Caminaba junto a Kaela, esquivando a quienes se movían distraídos.

—¿Viste a Daren tropezar otra vez con su propio resplandor? —dijo Kaela, riéndose.
—Sí —respondí con una sonrisa leve—. Tal vez debería dejar que aprenda a la fuerza.

—Ah, claro, porque tú nunca te equivocas —bromeó, empujándome suavemente.

Llegamos a un grupo de aprendices practicando con orbes de luz. Kaela intentó imitar un gesto y la ajusté con un toque discreto; nadie notó la corrección.

—Gracias —susurró.
—No digas nada —respondí, girando hacia otro aprendiz que se acercaba.

—Buenas, Valen —saludó uno de los instructores—. Tu control hoy es impecable.
—Gracias, maestro —dije, inclinando ligeramente la cabeza.

Kaela rodó los ojos discretamente, divertida por la formalidad que podía adoptar cuando quería.

Mientras caminábamos, algo cruzó fugaz entre los pilares de la plaza: una sombra demasiado oscura para ser un reflejo. Nadie la vio, solo yo. La ignoré y continué como si nada hubiera pasado.

—¿Crees que los templos estarán listos para la inspección del Alba mañana? —preguntó Kaela.
—Probablemente —respondí—. Aunque, si reorganizas los bancos frente al altar, la luz llegaría mejor a todos los rincones. Nadie lo notaría, pero parecería más armonioso.

—Siempre pensando en los detalles, ¿eh? —dijo entre risas.
—Siempre —contesté, tranquila.

Avanzamos hasta la fuente central, donde el agua reflejaba el cielo. Algunos aprendices charlaban, otros disfrutaban del calor. Vi otra sombra fugaz en el reflejo del agua, pero no comenté nada. Solo seguí caminando junto a Kaela, intercambiando bromas ligeras mientras mis ojos recorrían cada detalle.

—¿Vas a descansar un poco antes de la próxima práctica? —preguntó Kaela.
—No —respondí—. Prefiero recorrer el patio un rato.

—¿Has visto a Taren últimamente? —preguntó.
—Lo vi cerca de los jardines hace un momento. Estaba… examinando algo.
—Examinando algo… o espiando a alguien —bromeó.
—Depende de cómo lo veas —dije con una pequeña sonrisa.

—Siempre sabes cómo darle la vuelta a todo —dijo Kaela, riéndose.
—No lo hago —contesté—. Solo presto atención. A veces los demás muestran lo que quieres ver sin darse cuenta.

—Te juro que algún día voy a descubrir tu secreto.
—Y cuando lo hagas —dije, caminando hacia los jardines—, será exactamente lo que esperaba.

Observé cómo los aprendices pasaban corriendo, algunos tropezando con pequeñas esferas de luz. Ajusté discretamente la posición de uno de ellos para que su caída no arruinara la práctica, y Kaela ni se dio cuenta.

—Eres imposible —dijo mientras nos dirigíamos a los templos—. Y aún así, siempre funciona.
—Funcionará mientras nadie lo note —respondí con tranquilidad.

Un instructor se adelantó.
—Valen, el Maestro Aldir desea verte de inmediato.

Me detuve un instante, sorprendida, pero mantuve la calma.
—¿Ahora?
—Sí —contestó—. Sígueme, por favor.

Mientras caminábamos por los pasillos, noté un pliegue de sombra entre los pilares, apenas perceptible. No dije nada.

Al llegar a la cámara:
—Maestro Aldir, la joven Lyria Valen.

El Maestro me miró fijamente.
—Valen. El Corazón del Alba ha sido fragmentado. Sus piezas se han dispersado, y necesitamos que las recuperes antes de que caigan en manos equivocadas.

Asentí levemente, manteniendo la calma.
—¿Qué tipo de piezas? —pregunté—. ¿Son objetos físicos o algo más?

—Ambas cosas —respondió—. Algunas son tangibles, otras están vinculadas a la energía del Alba. Cada fragmento tiene un poder que podría alterar el equilibrio si cae en malas manos.

—¿Dónde debo empezar? —pregunté con voz tranquila—. ¿Hay pistas?

—Las primeras pistas se encuentran en lugares donde la luz no toca por completo —explicó Aldir—. Necesitamos a alguien que pueda moverse sin llamar la atención.

Pensé en la sombra que vi antes, apenas perceptible. Podría estar relacionada.
—Entiendo —dije—. Observaré cuidadosamente y no llamaré la atención.

—Exactamente —dijo Aldir—. Nadie debe saber de esta misión.

Incliné la cabeza en señal de aceptación y comencé a caminar hacia la salida, cuando Aldir me detuvo con un gesto...

—Un momento, Valen —dijo—. La misión no se limita a este templo. Tendrás que salir de Solara para buscar los fragmentos.

—¿Puedo llevar a alguien conmigo? —pregunté con voz tranquila, mostrando interés, sin perder compostura.

—Sí —respondió Aldir—, pero no cualquiera. Debes formar un grupo de personas en las que confíes y que sean adecuadas para la misión. Cada fragmento es peligroso, y necesitarás aliados capaces de adaptarse a cualquier situación.

—Entonces necesitaré tiempo para pensar en quiénes pueden acompañarme —dije, inclinando apenas la cabeza.

—Tómalo —dijo Aldir—. Pero no demasiado. Cada día cuenta, y el equilibrio del reino depende de que los fragmentos no caigan en manos equivocadas.

Salí de la cámara, ajustando mi capa, manteniendo la calma y atenta a cada detalle del templo. Al abrir las puertas hacia la plaza, vi a Kaela, Taren y Dorian esperándome. Kaela inclinó la cabeza, Taren me miraba calmado, y Dorian apoyado en un pilar, sonriendo con confianza.

—Ahí está nuestra estrella —dijo Dorian.

—Por fin —dijo Taren—. ¿Te regañaron o te ascendieron?
—Ninguna novedad —respondí—. Tengo que salir de Solara. Me encomendaron algo.

Taren ladeó la cabeza.
—¿Algo importante?

Los miré a los tres.
—Debo encontrar las piezas del Corazón del Alba.

El silencio cayó de inmediato. Kaela frunció el ceño:
—Eso no puede ser… El Corazón mantiene la paz.
—Está fragmentado —respondí—.




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