Entre la marea de sus mundos.

In stragulum tenebrarum

Diciembre 02 de 2020 - 00 : 45 am.

Elena.

No puedo creer que estoy acá, siendo tan inconsciente de mis actos. Debería darme la vuelta y volver a casa, a mi cama tan cómoda en donde la irresponsabilidad de mis actos está cubierta por una manta.

Pensamientos que cruzan mi mente en cuanto veo  a Gaston manejar el bote de nuestros padres.

Las olas chocan contra la proa, provocando que algunas gotas de agua salada salpiquen en mi rostro, despejando todo rastro restante de morfeo que hubiera en él. El viento no parece querer estar de mi lado esta madrugada, mi cabello se ondea sobre mi cabeza como si de una danza arabe se tratara.

-¡Quita esa cara de amargada Elena! - La ya típica voz de felicidad de mi hermano se hace oír - Esto es tan...tan… ¡Increíble! ¡Una experiencia que nunca vamos a olvidar!

Increíble va a ser el castigo que vamos a tener ,si no volvemos pronto, cuando nuestros padres se den cuenta que nos escapamos en medio de la madrugada para bucear.

¡Y yo ni siquiera sé bucear!

Uno creería que los mellizos se asemejarian entre ellos, pero si nos conocieran a Gaston y a mi se darian cuanta de que eso no es así. Al menos no en todos los casos.

A Pesar de nuestro parecido físico, nuestras personalidades son tan diferentes como el invierno lo es del verano.

El, tan arriesgado, un rastreador nato de aventuras y un imán para los problemas.

Siendo yo una persona tan centrada, a la que le gusta que todo esté en orden y no salirse de su rutina, le es difícil tener de hermano al señor “¡Hagamos tal cosa, será divertido!”; generalmente sus locuras me arrastran con él, siendo la responsable así de que ambos volvamos a casa en una sola pieza para que luego seamos castigados. El por irresponsable y yo por dejarme impulsar por sus locuras.

-Creo que lo único increíble que vamos a obtener van a ser los gritos de mamá y papá cuando vean que robamos el bote.

-No van a enterarse hermanita, confía en mí…

-Eso dijiste cuando fuimos a una fiesta el mes pasado y  terminamos teniendo un castigo de tres semanas - Su nariz se arruga, quizás recordándolo - ¡Esta es la primera semana sin estar castigados desde entonces! 

Ignorando mi comentario, de todas formas, se da vuelta no sin antes darme una sonrisa y continua con nuestro viaje.

Me encontraba en mi cama, apunto de quedarme dormida cuando Gaston entró en mi habitación para decirme que me levantara y lo siguiera. 

Primer error, hacerle caso.

Segundo error, no haberme cambiado el pijama.

Tal parece que al señor se le ocurrió bucear en plena madrugada de un miércoles, para - citando sus sabias palabras- ‘ver como luce en mar durante la noche’, yo creo que solo vamos a ver un fondo negro y si tenemos suerte, alguna bolsa de plastico flotando por ahi. Pero él, siendo él,  cree que vamos a encontrar un ser mágico o algo por el estilo. 

Tremenda decepción que se va a llevar cuando se de cuenta que esas cosas  no existen.

Después de adentrarnos un poco más al gran océano, detiene el bote.

El cielo llama mi atención, esta…¿Extraño?

Un color azul, mezlcado con negro y nubes rosas nos alumbra, fasinada le tomo una fotografia con mi celular.

Truenos a lo lejos me sacan de mi ensoñación y la belleza de este es opacada por el brote de temor que me aborda al ver los primeros relámpagos surcar el cielo.

-Gas, deberíamos volver, no creo que sea algo seguro. Se escuchan turnos, va a llover pronto y el mar va a picarse. No lo veo como un buen panorama para estar buceando.

-No pasa nada.... No seas miedosa.

-No soy miedosa - Y como si intentara sonar más convincente, cruzó los brazos sobre mi pecho y frunzo mi ceño. Totalmente convincente.

-Aja, y yo soy Dylan O’ Brian. 

Al ver que no estoy dispuesta a ceder, gira los ojos y bufa sonoramente.

-Voy a meterme un rato, grabar las cosas que vea por si encuentro algo interesante, mientras que vos me esperas acá. Segura y seca.

-Tock, tock.

-¿Quién es?- Pregunta confundido por mi abrupto cambio de tema.

-Oh, soy yo. Llamaba al cerebro de Gaston para ver si sus dos neuronas funcionantes seguían conectadas o si ya dejaron de funcionar definitivamente.

-Que graciosa.

Tal parece que mi sarcasmo no le agrado, pero no me da tiempo a decirle nada porque se tira al agua sin dudar en menos de un segundo.

Al menos no va a morir ahogado, se puso su equipo de buceo.

En un costado del bote se encuentra el equipo que me corresponde. A lo lejos se siguen oyendo los truenos después de unos 10 minutos y cuando empiezo a perder la poca paciencia que tengo, lo veo emerger del agua con su ceño fruncido.

Oh, oh alguien está enojado. Parece que ninguna sirena se cruzó en su camino.




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