Entre la marea de sus mundos.

Mater verbis scriptor

En el desconocido.

Elena.

Me encuentro sentada en el gran comedor de una casa que no es la mía, cenando con  una familia que tampoco es mía.

Las risas se esparcen por el lugar mezcladas con bromas haciéndome sentir incómoda, siendo incapaz de dejar de pensar en la vida que dejé atrás, en mis padres y en qué estarán haciendo ellos, en sí nos están buscando si ya nos dieron como un caso perdido.

Gaston platica alegre con los padres de Adler y Phoenix mientras que yo no hago más que revolver la comida en mi plato de manera desinteresada, dando sutiles miradas a todos los que se encuentran en este almuerzo tan incomodo para mi pero tan agradable para ellos.

Ambos hermanos son idénticos a sus padres, tanto que jamás cabría la duda de que fueran sus hijos o no; la única diferencia que hay en ellos son la carencia de escamas en los dos mayores que son reemplazadas por líneas verdes que se asemejan a raíces y ramas esparcidas por sus brazos y cuello.

Cuando llegamos  a Terra Mater y vi a alguien con ellas creí que era un tatuaje ingenuamente, pero cuando nos adentramos al reino y todos parecían tenerlas comprendí que en realidad estas son sus distinciones.

 Los de Oceanic tienen escamas, ellos ramas y raíces.

-¿Es verdad lo que dicen? - La voz de la madre de Adler se escuchó por encima de las demás, pero no le preste atención creyendo que no me hablaba a mi, pero cuando el silencio se expandió y alce el rostro me encontré con su atenta mirada puesta en mi.

-¿Qué dicen? - Mi pregunta pareció causarle risa ya que sus comisuras se alzaron un poco.

-Que la joven muchacha que trajo la marea se encontró con el Angelus y salió con vida del encuentro.

Su voz sonó entusiasmada y una vez más me sentí fuera de lugar, no me hablaba porque se interesara en mí sino porque, una vez más, protagonizaba el espectáculo principal y todos querían saber de él.

-Ah, si - Digo desinteresadamente, mire hacia un costado rogando que Adler encontrara mi mirada y me salvara de aquella situación, pero él estaba demasiado entretenido bromeando con Phoenix como para salvarme esta vez.

-¡Eso es maravilloso! - Su esposo apoyó su palabra dando un asentimiento de cabeza - Increíble…

Para mi suerte después todo sigue en completa armonía y vuelvo a ser invisible para todos en la mesa, sin embargo un a llama de orgullo comienza a encenderse en mi al comprender que las personas me consideran importante por mi encuentro con la bestia; comenzaba a dejar de ser “ la chica que trajo  la marea” para ser algo mucho mejor.

Cuando todos terminaron de comer,  me disculpé y salí al patio de la casa en el que me encuentro ahora, observando las montañas del reino vecino mientras me pregunto cómo serán las personas de allí.

El viento, que proviene de las montañas, mueve sutilmente mi cabello y trae consigo un aroma a las  plantas que predominan en este lugar.

Adler, su padre y Gaston platican dentro de la casa sobre cosas sin sentidos, intentaron integrarme pero la presencia de mi hermano y sus constantes miradas de reproche me incomodaban así que decidí salir fuera y tener un rato para mi a solas.

-¿Cómo te sientes aquí, querida? - Me hubiera sobresaltado al oír su voz a no ser de haberla visto llegar por el rabillo del ojo - Supongo que el cambio es difícil de aceptar.

-Al principio fue difícil- Hice una pausa - Sigue siéndolo, estaba empecinada en regresar a casa, pero creo que ahora solo me queda resignarme.

Fiora, la madre de Adler, me escucha atenta. En sus ojos un brillo de comprensión se vislumbra, como si quisiera arrancar de mi alma todo lo que la atormenta.

-Pronto te sentirás como en casa, tranquila - Y luego, en un murmullo agregó - Digo, no espero que olvides de donde vienes y quién eres, nadie lo quiere; pero si esperamos que tanto tú como tu hermano puedan crear un nuevo camino aquí.

Sentí como si esas palabras fueran las que necesitaba escuchar. Concisas y reales, por más cruel que sonara.

Crear un nuevo camino, una nueva yo.

-¿Conociste a Miguel? - Comenzó a mover sus manos de manera sincronizada, como si de un baile se tratase.

-Si, lo hicimos - Titubeo un poco pero la mirada interesada de  Fiora me impulsa a continuar - Es… alguien interesante…

Una suave risa se le escapó a la mujer, como si temiera que eso fuera a arruinar la armonía del lugar.

-Deberías hablar con él, con tranquilidad. Es la única persona que sabe cómo te sientes y por mas que sea alguien muy querido aquí, se encuentra igual que tu.

-¿Igual que yo?- No logré comprender a qué se refería pero ella parece saberlo perfectamente, así que espero a que se explique.

-Si, solo - Me miró, dejando de hacer lo que hacía con anterioridad- No me malentiendas, se que tienes  a tu hermano y que mis hijos te adoran, pero lo vi en la mesa hoy. Sientes que no perteneces, no encuentras tu lugar. Quizás él podría ayudarte en eso.

Elena se encerró en sus pensamientos, tal vez tendría razón. Cuando lo conoció estaba reacia a todo esto, no le presto demasiada atención y tampoco le dio oportunidad  al hombre.




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