Entre la marea de sus mundos.

Veritas latet.

En el desconocido. 

Elena.

Desde pequeña mis padres me inculcaron una serie de valores, entre ellos el dar segundas oportunidades porque todos somos capaces de equivocarnos e intentar reparar nuestro error y uno no es nadie para privarle de ello a alguien.

Decidí darle una segunda oportunidad a Miguel, aunque él en realidad no me hizo nada. Lo mejor sería decir que decidí darme otra oportunidad a mi para vivir y el intermediario para ello es Miguel.

De camino a su hogar, a pesar de todo, me sentí emocionada. Por primera vez, de manera oficial, podía merodear por todo el reino sin meterme en problemas, sin la compañía de Adler o sus amigos.

Las personas que encontré en el camino se veían alegres y me saludaron de la misma forma, como si se alegraran de verme.

-Bueno... allá vamos.

Toco la puerta en principio suavemente , pero al cabo de unos segundos sin recibir respuesta vuelvo a golpearla con un poco más de intensidad dejando salir un suspiro.

Después de mi segundo llamado la puerta se abre y Miguel me recibe con una amigable sonrisa.

-Vamos, pasa - Dice mientras se hace a un lado para dejarme entrar - Sabía, que en algún momento, ibas a volver.

Nos sentamos en el patio trasero de su casa, uno al lado del otro y guardamos silencio  por unos minutos.

A diferencia de cuando nos conocimos, el ambiente no es tenso sino todo lo contrario, relajado; como si de una charla de dos viejos amigos se tratase.

-Yo… quería- Intento decir. Pero me interrumpió, impidiéndome continuar.

-No te preocupes niña- Sonrió, en su mirada no había una pizca de maldad y mucho menos enojo hacia ella - Cuando nos conocimos era demasiado pronto, fue una reacción esperable. ¿Lo dejamos en el pasado?

Asiento con la cabeza de manera apenada, sin poder creer aún que ese hombre al que trate tan mal cuando nos conocimos ahora me esté dando la sonrisa más sincera que vi en mucho tiempo.

Luego de un rato en que el silencio se esparció entre nosotros, nos observamos y fue como si nuestros pensamientos estuvieran conectados.

- Tienes preguntas, demasiadas. Espero poder ayudarte con algunas.

-Si, bu-bueno…

-No te avergüences niña, anda. Sueltalas.

Me inspiró confianza, no pude evitarlo. Entonces, deje de cohibirme y le permito a mi lengua soltar todo aquello que rondaba en mi cabeza el último tiempo.

-¿Usted cree en lo que dicen de mi? - El me miró como si no comprendiera a qué me refería, y era que, en verdad, no lo sabía - Lo de la bestia, y de que ahora soy su nueva dueña.

-Ah, eso -Dijo haciendo un gesto desdeñoso con una de sus manos,  el viento apenas y si se sentía, se podía oír la risa de los niños que jugaban en la calle y la de los adultos hablando sobre cosas triviales - No creo que seas su dueña, mucho menos su ama. Solo creo que el animal supo ver en ti mucho más de lo que todos vemos y,  por alguna razón, decidió confiar en ti. Pero no te confundas, que te salvara una vez, no te asegura que no vaya a atacarte si te vuelve a ver. Después de todo, es un animal que ha pasado demasiado tiempo solo.

- ¿Cree que la leyenda es cierta? - Un brillo en los ojos de Miguel me hace saber que hice la pregunta correcta. Que por alguna razón, él quería hablar sobre aquello.

-¿Te refieres a la de Aeneas?- Asiento con la cabeza - Si, bueno, una parte.

-¿Una parte? ¿Cómo se supone que es eso?

-Bueno, obviamente existió y tenía una relación con el Angelus. De eso no cabe duda - Miguel mira a su alrededor, como si quisiera asegurarse de que nadie lo fuera a oir y continua hablando en un tono más leve - Pero, lo de la maldición… Es extraño.

-¿De qué trata la maldición? - Ninguno de los chicos había querido contarla y esta era mi oportunidad.

El me miro, extrañado. 

-Ya veo...No te han contado de que trata - Creí que guardaría silencio y no me lo contaría, pero me equivoque - Dicen que el impuso una maldición, por aquellos hombres que le hicieron daño en el pasado. Esa maldición ocurre cuando tu alma se envenena, cuando dejas entrar la maldad en tu corazón; no tienes que hacer algo para que esta se encargue de ti, simplemente  aparece, como si supiera que tu alma se está pudriendo.

-¿Y qué pasa si eso ocurre? - Mi atención está puesta completamente en la historia, una que parecía un cuento que se le cuenta a los niños cuando se portan mal.

-Mueres - Lo dijo así, sin más - Es lo mismo que le ocurre a los padres de niños con diferentes habilidades. Todos mueren. Pero nadie sabe qué ocurre con sus cuerpos luego, ya que está prohibido enterrarlos o llorarles porque son considerados lo peor de aquí. Ladrones, asesinos, todo tipo de persona que la maldad esté en ella; muere.

 

-Pero…¿No se lo permiten ni siquiera a su familia? 

-No, está completamente prohibido. Pero, ¿sabes lo que es más extraño? - Un ruido se oyó a su costado, por lo que la charla se vio interrumpida, luego de cerciorarse de que no hubiera sido nada continuó hablando- Siempre que mueren es solos, sin que nadie los vea antes y generalmente ocurre en la noche y se notifica por la mañana a través de los guardias.




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