Entre la marea de sus mundos.

Tolerabilis est pia mendacium.

Diciembre 17 de 2020. 12:45 pm.  

Daniel Jefferson.

Hay situaciones que nos ponen al límite, entre la espada y la pared impidiendo que tu cuerpo y mente se relaje aunque sea por algunos minutos y olvide aquello que te atormenta.

De esta manera me encuentro el último tiempo, la investigación sobre los hermanos Lordanou sigue en marcha, pero está estancada; estamos estancados. Tanto que en los medios se comienza a especular que el caso se dará por cerrado y se los declarará muertos aunque no haya indicios de que esto sea cierto.

El celular de Gaston no dio nada nuevo a la investigación, el no recibía amenazas como lo hacía su hermana y todos sus mensajes parecen ser normales. Es por eso que hoy citamos a los amigos de ambos a la oficina con la esperanza de que con ayuda de ellos se lance un poco de luz al caso.

Sus padres están ansiosos, desesperados por encontrar a sus hijos y saber que están a salvo. Consideran que no estoy haciendo mi trabajo y que simplemente lo he dejado a un lado mientras me enfoco en otras cosas pero lo que no saben es que este, es el único caso que tengo de momento y que por lo tanto todas mis energías están en él. Ellos están susceptibles y no confían demasiado en mi, eso complica un poco las cosas.

No puedo juzgarlos por ello, les di una mala impresión cuando nos conocimos.

Lamentablemente no puedo juzgarlos, esa mañana estaba con una resaca de los mil demonios y no tenía muchas ganas de hacer mi trabajo.

Mi celular comienza a sonar en el bolsillo de mi pantalón, lo atiendo sin mirar quien es.

-¿Que? -  Respeto de manera brusca con un tono hostil.

-Hola a ti también - Me erguí en mi asiento al oír esa dulce voz mientras una sonrisa se instauraba en mi rostro sin poder evitarlo.

-Hola Juli, lo lamento… No vi que eras tu.

--Me imaginé cariño,no te preocupes - Una risita se oyó luego de que ella terminara la frase - Te llamaba para recordarte...

-Lo sé, esta tarde a las cinco tenemos la cita con el salón - Supe, cuando no me contestó, que la había sorprendido - ¿Te sorprendí?

-Bueno, la verdad si - Lo sabía, ella creía que yo no prestaba atención cuando me hablaba; pero oh sorpresa, si lo hago - Bien, solo llamaba para recordarte  eso. No quiero distraerte. Ten un gran día osito.

Hice una mueca cuando oí el horrible apodo por el que ella se empecinaba en llamarme.

-También tu cariño. 

Y allí estaba mi prometida, juliana, llamando para recordarme el hecho de que hoy miraremos el salón para nuestra boda.

Ella es como un aire fresco en todo mi caos. Es mi aire fresco.

Ella es bastante paciente respecto a mi y mi trabajo, lo cual es sorprendente porque soy un desastre total la mayoría del tiempo.

La puerta de mi oficina se abre de forma abrupta dando paso a un inutil policía, el cual me informa que el mejor amigo de Elena esta aqui, asi que lo hago pasar.

Un chico desaliñado y flacucho entra y se sienta de manera despreocupada frente a mi. Sus ojos chocolate me observan atentamente, bajo estos unas enormes ojeras negras hacen presencia en su rostro.

-Ramiro ¿Verdad? - Él asiente con la cabeza - Bien seré directo, ¿Sabes donde pueden estar Elena Y Gaston?

--No, ella nunca mencionó nada sobre escapar o irse a algún sitio.

-¿Algún enemigo que tuvieran, alguien que quisiera hacerles daño? - Digo de manera inocente, tratando de no revelar todo lo que sabemos hasta ahora.

-No, bueno, no lo creo. Gaston fue siempre bastante simpático y le agradaba a la mayoría, al igual que Elena. Ella siempre ayudaba a todos.

Preguntas y más preguntas, pero nada que revele información importante. Me decido en contarle aquellos mensajes de amenaza que recibía Elena y por la cara de espanto que adopta entiendo que ella no le hablo sobre esto a sus amigos.

Luego de una media hora el chico está listo para marcharse, pero se voltea a verme cuando sostiene el pomo de la puerta en su mano.

-Encontrará a Elena, ¿Verdad? - Sus ojos brillosos y la mirada de dolor no me pasaron desapercibidos, tampoco el tono lastimero que utilizo.

-Si, a ambos.

Luego de eso se marchó titubeante, como si mi respuesta no lo hubiera convencido del todo. Una hora después, aproximadamente, llega la amiga de Gaston que también fue citada.

Una joven de cabello rizado negro, con unos ojos azules hipnotizantes que resaltan gracias a su piel oscura fue lo que encontro por aquella puerta. Todo lo contrario a Ramiro, ella tenía una postura segura, casi petulante.

- Sofía, toma asiento por favor.

Se sentó con una pose refinada, con las piernas cruzadas y las manos sobre sus rodillas. Su mirada felina me causa un poco de incomodidad pero se disimularlo.

- Está perdiendo su tiempo, lo sabe¿No? -Me sorprendió aquello, nunca me hubiera imaginado ese tipo de comentario.




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