Entre la Tierra y el Cielo Libro 1

Capítulo 8. Juan Pablo

Las fiestas de cumpleaños nunca han sido de mis cosas favoritas, pero todo cambia al tratarse del cumpleaños de Juan Pablo. Toda la semana estuvimos juntos, cumplimos con todas nuestras obligaciones y entregamos todo lo pendiente que teníamos. Al fin estamos libres de tareas y actividades, solo nos faltan los odiosos exámenes.

¿Valió la pena? Por supuesto que valió la pena.

Ahora que lo conozco más me es fácil poder hablar con él. Juan Pablo es tan… ahhhh… hermoso, maravilloso... Ese chico me encanta.

─Dime Ana, ¿me pongo la rosa con negro o la roja?

Me enseña una peluca y luego la otra. Son colores que no me gustan mucho y ella lo sabe, siempre tiene la costumbre de pedir mi opinión a pesar de que al final le da igual lo que diga.

─¿La roja? ─digo dudando.

─Muy bien, me pondré la rosa con negro.

Así es siempre, escojo una cosa y se pone la otra.

─Admito que nunca antes me había sentido de esta manera ─toma la peluca y se la pone, con los dedos trata de peinarla─. Pensé que nunca iba a decir lo que estoy a punto de decirte, ya sabes que odio todas esas tonterías del amor. Me provocan nauseas ─se da la vuelta y da un brinquito─. ¡Me encanta Abraham! Es tan jodidamente hermoso. La verdad meses atrás lo vi en una de mis visiones, pero no creí que de verdad llegaría a pasar algo. ¡Y paso!

La última vez que vi a Salma de esa manera fue… No, ahora que lo pienso es la primera vez que veo a Salma de esa manera. Es la primera vez que le gusta mucho un chico, sus anteriores pretendientes han salido huyendo al ver las cosas satánicas que tiene en su habitación y ella ha salido huyendo cuando le dicen que quieren una relación formal.

 Abraham y Salma son muy diferentes, pero se complementan muy bien. Mi corazón me dice que Abraham es el indicado para ella.

─Abraham es muy lindo contigo.

─Y Juan Pablo contigo ─corre a la cama dejándose caer a mi lado─. Ya nos veo en nuestra boda, tú con Juan Pablo y yo con Abraham. Un año después estaremos embarazadas, tú tendrás un niño y yo una niña. ¿Te imaginas que ellos dos también sean mejores amigos como tú y yo? Sería épico.

─¿Lo dices de broma o como predicción? ─me levanto de la cama, tomo mi bolso junto a mi teléfono y el regalo para Juan Pablo.

─Mmmm… Sabes que algunas de mis predicciones no se cumplen.

─Mejor vámonos, se hace tarde.

Salimos de la habitación y bajamos al primer piso. Papá esta cómodamente acostado en uno de los sofás, lleva una hora esperándonos para llevarnos a la casa de Juan Pablo.

─Papá, ya estamos lis…

La puerta se abre de repente, pongo los ojos en blanco al ver entrar a las personas que me provocan dolor de cabeza cada vez que las veo. Es la familia Lang, conformada por Lila, la hermana mayor de mamá; Landon, su mascota, digo, su esposo y Lidon, mi odiosa prima.

Salma y yo los llamamos la familia “Triple L”.

Empezare por Lila, es una señora difícil de tratar, egoísta, soberbia, presumida y arrogante, vive de los lujos a pesar de que no tiene dinero. De Landon no hay mucho que decir, su esposa le da órdenes, lo maltrata y solo habla cuando se lo ordenan. Lidon es como ver a una Lila 2.0, solo que es mucho más insoportable y odiosa.

─Ya llego la más bella y hermosa de este planeta ─anuncia Lila con una inmensa sonrisa─. Tú niña ─apunta a Salma─, prepárame una taza de café y que sea rápido. No nos quedaremos mucho tiempo, esta casa no es de mis lugares favoritos. 

─¿Disculpa? Ni a mi madre le sirvo un vaso con agua ─espeta Salma─. Esta loca si piensa que le preparare una taza de café. Para eso tiene dos manos y aun esclavo como marido.

─Eres una mocosa insolente. ─Salma se acerca a ella. Aparece mamá deteniéndola de los hombros─. Sarah, no sé cómo permites que esta clase de personas entren a tu casa ─lleva sus ojos hacia a mi─. Oh, lo olvidaba. Esta mocosa es la mejor amiga de esta niña. Amigas tenían que ser, las dos son igual de maleducadas.

─No te preocupes, mamá ─habla Lidon, metiéndose en medio de su madre y de Salma─. Cuando sea presidenta voy a contratar a un sicario para que se deshaga de estas dos.

─Niña, ya te dije cinco veces que nunca vas a hacer presidenta. Lo único bueno que lograras hacer será fabricar niños ─le recuerda Salma, ambas chocamos los puños.

─¡Ya basta! ─interviene mamá. Salma y yo nos echamos a reír─. Tomen asiento.

─Sarah, ya te dije muchas que cambies tu sofá. Es muy viejo y anticuado.

─Lo cambiare cuando yo quiera, no cuando tú me digas.

Incluso mamá no aguanta a su propia hermana, me compadezco a ella por haberla soportado más de veinte años. Yo enloquezco con tan solo verla cinco minutos, me dan ganas de sacarla de la casa a patadas.

─Esa lámpara se vería mejor en mi casa, al igual que esa mesa ─apunta las dos cosas con sus monstruosas uñas de diez centímetros─. Esa alfombra me encanta. Lamento decirte que todas tus cosas se verían mucho mejor en mi casa.

─La podemos matar ─susurra Salma en mí oído─. No te preocupes por el cuerpo, podemos arrojarlo al rio ─la miro con la frente arrugada─. Solo piénsalo, le haríamos un favor al mundo. Nadie la extrañara.




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