Primer problema del día: no encuentro mi cuaderno de poemas.
Lo busco entre todo el desorden de mi escritorio, vació mi mochila, checo los cajones de mí ropero, reviso dentro de la habitación de Luz, debajo de los sofás y entre las cosas de papá. Al llegar a la escuela pregunto por las cosas perdidas y busco en la mochila de Salma.
¡No está por ningún lado!
¿Dónde está mi cuaderno? No pudo haberse caído de mi mochila, alguien tuvo que haberlo sacado. Cuido ese cuaderno más que a mi vida, no pudo haber desaparecido por arte de magia. Si alguien lee las nuevas cosas que he escrito en un par de horas estaré con la psicóloga de la escuela.
Primero presente el examen de matemáticas, fue más fácil de lo que imaginaba, aun así no espero ver un cien de calificación. Al principio no logre concentrarme por estar pensando en otros posibles lugares en donde puede que este mi cuaderno. El segundo examen que presente fue el de español. Fueron cincuenta preguntas, dos lecturas y un ensayo; lo bueno es que tuvimos dos horas para responder. Si así estuvo este examen no quiero saber cómo será el final del semestre.
El único examen que me falta por presentar es el de biología. Todo el grupo estamos afuera del salón esperando a que Barth termine de acomodar los pupitres para evitar que nos copiemos. Algunos tienen el cuaderno en mano dando un último repaso. Otros están como si nada charlando con sus amigos. Me parece que un compañero le está rezando a un santo con un nombre muy extraño, tiene una vela blanca en la mano y dice palabras que no logro entender.
Así vamos a estar todos al final del semestre.
Por mi parte me siento tranquila. Los cuatros días en los que estuve estudiando son más que suficientes para poder lograr una calificación aprobatoria.
─Hola ─aparece Juan Pablo enfrente de mí. Desde el examen de español que no lo había visto, fue de los últimos en terminar─. ¿Cómo te sientes? ¿Cómo crees que te ira?
─Estoy tranquila, siento que me ira bien. Confió en mí ─me encojo de hombros─. ¿Y tú? ¿Ya lo presentaste?
Me acabo de dar cuenta que trae el sombrero que le regale por su cumpleaños. No me equivoque en escogerlo, le luce muy bien.
─Aún no, lo presentare con ustedes. Por alguna razón el viejo quiere que lo presente antes.
Barth llama a cinco personas al azar, les asigna un lugar muy lejos de sus amigos y diferente al que están acostumbrados a sentarse durante la clase.
─Ábrelo después de contestar las primeras cinco preguntas ─susurra en mi oído, mete un papel en la bolsa de mi chamarra.
─Ana ─me llama Barth desde la puerta, se queda pensando y señala un pupitre.
Me toco en el mismo lugar del examen pasado. En la primera fila, el primer pupitre y pegada a la pared. A Juan Pablo lo puso en la fila de en medio y el último lugar.
Cuando termina de acomodar a todos mis compañeros empieza a repartir las hojas de respuesta junto al examen. Al terminar nos la indicación para iniciar a contestar.
Las primeras seis preguntas son sobre las eras geológicas, justo lo que más logre memorizar. Las otras cinco son de los cinco reinos, muy fácil.
Meto una de mis manos a la bolsa de mi chamarra, mi mano siente el papelito que me dio Juan Pablo. Ya no me acordaba de eso. Lo saco con demasiado cuidado y lo pongo debajo de la hoja de respuestas. Me da miedo que Barth me vea, mira constantemente hacia mi lugar. Levanto la esquina de la hoja para poder leer el contenido del papelito.
No puedo creer lo que estoy viendo, son las respuestas del examen.
Rápidamente doblo el papel y lo meto adentro de mi zapato. No pienso hacer trampa, estudie mucho como para hacer algo así. Lo que más me sorprende es el hecho que Juan Pablo me haya dado ese papel. No quiero saber si él está haciendo trampa. En primer lugar, ¿de dónde saco las respuestas?
Tengo que dejar de pensar en eso y continuar con el examen.
Después de una hora termino de responder todo el examen, le doy una última revisada y lo entrego, Bath lo pone en un lugar distinto a los demás. Sin tomarle importancia salgo del salón casi corriendo. Entro a los baños metiéndome al primero que vi desocupado. No tengo ganas de hacer alguna necesidad, pero el baño es el lugar indicado para estar sola, descansar y pensar sin ser molestada.
Me siento en la taza del baño con la tapa abajo, de mi zapato saco el papel con las respuestas del examen. Está muy arrugado, pero aun así se ve con claridad las sesenta letras. No creo que su mamá se las haya dado, sería algo deshonesto y tramposo. Juan Pablo tuvo que haberlas conseguido de alguna otra forma.
Estoy analizando todo, la situación hace que mi estómago haga ruidos raros. Tengo un mal presentimiento.
De nuevo guardo el papel dentro de mi zapato. Tengo que preguntarle a Juan Pablo si él hizo trampa y necesito saber de dónde saco esa información. Salgo del baño ignorando a las chicas que se están maquillando de una forma exagerada. Al doblar por el pasillo casi choco con la secretaria de la directora.
─¿Ana Evans? ─mira su portapapeles.
─Sí, soy yo.