Entre la Tierra y el Cielo Libro 1

Capítulo 10. Terminal B

Todo es raro, nunca antes había estado en este lugar. Es un edificio con ventanas muy grandes, en ellas se puede ver unas hermosas nubes y el sol en su punto más alto. Las paredes son de color plateado, veo varios elevadores y toboganes transparentes en el suelo. La palabra “Terminal B” es lo que más deslumbra el lugar, son letras grandes en color dorado.

No tengo la remota idea de donde estoy. Millones de preguntas pasan por mi cabeza.

¿Dónde estoy? ¿Porque estoy vestida de blanco? ¿Quiénes son estas personas?

Miro a mi alrededor, solo veo a una multitud de millones de personas con alas. Hay personas de todas las edades: ancianos, adultos, jóvenes, niños e incluso se alcanza a ver uno que otro bebe. Todos están vestidos con un atuendo blanco, al igual que yo. Traigo la misma ropa de ayer, solo que se pintó de color blanco.

─¡Atención a todos! ─se escucha una voz femenina por los altavoces─. Como todos los días, les damos la bienvenida a la Terminal B. Si aún no has encontrado a tu ángel guardián, quédate en donde estas y muy pronto lo veras. No tengas miedo y no entres en pánico. Esta es la Terminal B, donde las almas descansan la vida eterna.

Alguien me toca el hombro, eso hace que se me escape un grito y de un salto. Al voltear me encuentro al chico que apareció en mis sueños por una semana.

Es el ángel.

─¡Hola, mi nombre es Alonso! Soy tu ángel guardián ─habla con una sonrisa de oreja a oreja. Estrecha mi mano con mucha fuerza.

Es como si fuera una persona de verdad, puedo sentir su fuerte apretón y lo suave que es su mano.

Mi teoría siempre fue cierta, es mi ángel guardián. Al menos ahora ya sé cuál es su nombre.

─¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? ─volteo a todos lados. Cada vez aparecen más personas. Incluso más personas con alas─. ¿Todos son ángeles aquí? ─le pregunto, no puedo dejar de ver a una señora mayor con unas enormes o más bien, unas gigantescas alas amarillas.

─Sí, aquí la mayoría de los habitantes tienen alas. Los que tienen alas amarillas son las personas que ya cumplieron su cuota como ángeles guardianes, normalmente son personas mayores. Se deja de ser ángel guardián para convertirse en un ángel superior.

Creo que me va a explotar la cabeza, tantas alas me están volviendo loca. No entiendo qué clase de sueño es este, si es que estoy soñando. No, claramente no estoy soñando. Esto es una locura, no entiendo nada.

─Esto debe de ser una broma. Estoy soñando, eso es todo. Estoy soñando… ¡Estoy soñando! ─repito. Con las palmas de mis manos golpeo mi cabeza, siento mucha desesperación. Camino hacia atrás con los ojos cerrados─. Tengo que despertar, tengo que despertar. ¡Tengo que despertar!

Diría que mi respiración esta acelerada, pero ni siquiera estoy respirando. Estoy muy desesperada y aterrada. Esto no funciona, no estoy despertando. Esto no es un sueño, es la realidad.

¡Quiero que sea un sueño! ¿Por qué no lo es?

─Ana, este no es un sueño. Tranquilízate ─toma mis manos y me mira a los ojos. Ahora sus manos se sienten un poco frías, pero no dejan de ser suaves, es como si estuviera tocando algodón─. Mira, es que tú… ─se queda pensando en las palabras que va a decirme. Esto me hace presentir algo malo─. Tú… tú moriste.

─¡¿Qué?! ─grito muy fuerte, todos los de nuestro alrededor nos voltean a ver─. No, no, no ─niego con la cabeza, suelto sus manos de una manera brusca─. Yo no puedo estar muerta, solo estoy soñando. En cualquier momento despertaré, mi alarma no tarda en sonar. Solo estoy teniendo uno de esos sueños locos que suelo tener.

Y este es el más loco que he tenido en mi vida. No puedo esperar a contárselo a Salma, sé que le encantara tratar de descifrarlo.

─No me va a quedar de otra ─toma mi mano y jala de ella con mucho cuidado. Parezco una niña chiquita, es como cuando tu mamá te toma de la mano para cruzar la calle─. Esto está prohibido hacer sin autorización, tendré que convencer a Miriam. Solo confía en mí, ya lo has hecho antes ─me guiña un ojo.

Caminamos por un pasillo medio extraño. Pensándolo bien todas las cosas de este lugar son extrañas. Nubes flotando por el techo, ángeles por todos lados y personas apareciendo por arte de magia. Recorremos todo el largo pasillo hasta llegar a una enorme puerta dorada con un letrero de unas alas. En el mostrador se encuentra una hermosa chica rubia con unas alas medianas color azul cielo.

Le echo un vistazo a la habitación, todo tiene forma de nube, incluso el sofá. Me dan ganas de ir corriendo y saltar para caer sobre él.

─Hola Miriam ─me suelta la mano para poder estrecharla con la de la chica─. ¿Me preguntaba si puedo entrar a la Nube?

─Claro que puedes entrar, solamente necesito ver tu autorización firmada ─contesta la chica con una voz muy dulce y angelical.

─Si, bueno, sobre eso… ─rasca su nuca.

─Ahora que lo recuerdo, sigues teniendo prohibido entrar aquí ─aprieta un botón azul. Del mostrador sale una especie de reflector que proyecta varias fotografías con las caras de algunas personas. En letras grandes dice: “Prohibido el paso”. La chica detiene las fotos cuando sale la del chico─. Creo que ya lo olvidaste.




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