Ir de compras con Susy es pasar una hora en cada tienda. Toma una cosa, la ve, la analiza, se pone a pensar en que ocasión la puede utilizar y la regresa a su lugar porque no le gusto. Lo peor de todo es cuando se quiere probar muchas cosas y solo la dejan pasar a los probadores con tres prendas a la vez.
Se supone que veníamos a comprar un vestido para mi cena de esta noche en la casa de Juan Pablo, pero Susy se quiere llevar toda la mercancía de las tiendas a las que vamos, está utilizando la tarjeta de crédito que papá nos dio para comprar comida y para emergencias.
En la última tienda que visitamos encuentro justamente lo que quería: un vestido casual color azul cielo. Susy compra una chamarra de mezclilla y dos vestidos. La pequeña Luz no se queda atrás y se lleva varios vestidos y faldas. Ya quiero ver la cara de papá cuando vea todo lo que hemos gastado.
─¡Ahora vamos a los zapatos!
Nos toma de los brazos y casi casi nos arrastra a la zapatería que está enfrente de nosotras. Me gusta salir y pasar tiempo con Susy, pero nunca más volveré a ir de compras con ella. Luz y yo estamos súper cansadas y mis botines hacen que esto sea un peor. Muero de hambre.
─¡Santo cielo! ¡Miren esas zapatillas!
Nos da sus veinte bolsas y sale corriendo hacia las zapatillas negras con plataforma ultra exagerada. Al momento de tomarlas otra señora también lo hace.
─¡No! ─gritamos la pequeña y yo al mismo tiempo.
─Yo las tome primero ─le dice Susy.
─No, yo las tome primero ─asegura la señora.
─Yo llegue antes.
─Pero yo las tome primero.
─Son de mi talla.
─También son de mi talla.
Ambas sujetan las zapatillas con mucha fuerza, dudo que alguna de las dos vaya a soltarlas.
─¿Puedo ayudarlas? ─pregunta con miedo una de las encargadas de la zapatería.
─¿Cree que tenga otro par igual a este? ─Susy se aferra más a las zapatillas.
─Lamentablemente ese es nuestro único par en esa talla.
Esto terminara muy mal, cuando a Susy le gusta algo y se aferra a ello, nunca descansara hasta obtenerlo. Susy es capaz de pelear por cualquier cosa y va a pelear por esas zapatillas.
─Mire, señora. Yo las vi primero, yo las tome primero, son de mi número y me las voy a llevar a mi casa ─le dice Susy segura de sí misma.
Esto va enserio.
─Lamento decirle que no, yo me las llevare. Creo que debería de respetar, yo las tome primero y no me iré sin ellas.
─Usted respete, yo las tome primero ─le espeta Susy.
Se las trata de quitar, pero la señora no se lo permite.
─Susy, ¡vámonos! ─le pide la pequeña Luz.
─¿Qué? ¡No! Yo no me iré de aquí sin estas zapatillas.
─Susy, hay más tiendas. Estoy segura que podemos conseguirlas en otro lado ─me fulmina con la mirada.
─No, no y no. Yo quiero y tendré estas zapatillas.
La señora intenta arrebatárselas, al no poder la toma del cabello y empieza a jalárselo. Susy no se deja y también la toma del cabello. Esto es tan ridículo e infantil. Nadie a esa edad se pelea por unas zapatillas y mucho menos si las puedes conseguir en otra tienda. Todas las miradas son sobre nosotras y ya hay personas grabando, estoy sintiendo mucha pena.
─¡Susy! ¡Vámonos!
Dejo las bolsas en el suelo y me meto en medio de las dos para separarlas. La señora me lanza un golpe, pero por suerte alcanzo a esquivarlo, con las tremendas uñas que trae es seguro que me pudo haber hecho un rasguño o haberme sacado un ojo.
─¡Señoras! ─grita el guarda de seguridad─. Si no se comportar tendré que pedirles que se marchen.
─Buenas noticas, encontré otro par ─anuncia la encargada justo cuando ya tenían los puños preparados para tirarse los dientes.
La señora suelta las zapatillas, le arrebata las otras a la señorita y se va corriendo a pagarlas. Si tan solo la señorita hubiera llegado hace cinco minutos, Susy no se hubiese peleado con esa señora con garras. Tanto problema por unas zapatillas que solo usara una vez y se olvidara de ellas.
─Vamos a pagar ─nos ordena Susy tomando las bolsas del suelo.
Nos formamos detrás de la señora. Quince minutos después ya nos encontramos camino a casa, Susy salió de la tienda con la cara en alto y sintiéndose orgullosa por lograr lo que quería. Nunca olvidare este día.
Tomo una ducha y me apresuro a arreglarme. Debido a lo sucedido en la tienda se me hizo un poco tarde y ya no tengo mucho tiempo. Cepillo mi cabello, delineo mis ojos, aplico mi mascara para pestañas, me pongo el vestido que compre y nunca pueden faltar mis botines negros.
─Te ves muy… bonita ─escucho decir a Alonso─. Eres… muy bonita.
Intenta ocultar su sonrisa y su nerviosismo en el libro que tiene en las manos, pero no lo logra. A veces suele pegarme los nervios.