Entre la Tierra y el Cielo Libro 1

Capítulo 25. Pelea

Esta semana ha sido la peor de todas. Hoy es la quinta vez que me pongo este horrendo suéter naranja y me acabo de dar cuenta que me puse zapatos diferentes: el de la derecha es negro con tachuelas y el de la izquierda es azul marino. Lo descubrí cuando el grupito de Janeth se empezo a reír. Esta semana he sido un desastre. Estoy más que segura que reprobare el examen de español, no respondí a la mitad de las preguntas.

Este día he estado muy irritada e insoportable. Quiero gritarle a todo el mundo, en especial a los chicos que están utilizando unos lápices como si fueran baquetas. El peor lugar al que pude venir es a la cafetería. Una chica se está delineando los ojos y el ojo derecho le quedo fatal. Un chico mastica chicle con la boca abierta. Una pareja en la esquina parece que se quieren comer a besos. Al fondo, Salma ríe a carcajadas con Abraham. Alonso está enfrente de mí sin decir nada. En una mesa abandonada, Juan Pablo está leyendo el libro que le preste antes de que todo se arruinara: Fangirl de Raindow Rowell.

Juan Pablo…

Daria lo que fuera por poder estar a su lado y explicarle porque son mis frases favoritas las que marque con ese marca textos color azul. Le diría porque amo tanto el personaje de Levi. Le leería mis páginas favoritas y se las dedicaría. Me pregunto si ya noto que traigo zapatos diferentes. Quisiera saber lo que piensa en estos momentos y si al menos me extraña un poco. Espero que cuando escuche a Queen se acuerde mí, yo lo hago y por eso deje de escucharlos.

Tomo mis cosas y salgo de la apestosa cafetería. No soporto más a toda la gente y al olor a carne de hamburguesa. Me gustaría ir a la biblioteca, pero ese era nuestro lugar especial y no quiero ponerme a llorar.

No tengo a donde ir.

Camino por los pasillos escuchando la lista de reproducción que cree con canciones que no me recuerden a él. En mis oídos retumba Thunderstruck hasta que se interrumpe por una llamada entrante. El número no lo reconozco, si no es un estafador o un secuestrador, se trata de Luz.

─Diga.

─Ana, soy Luz. ¿Puedes venir por mí?

La pequeña está llorando. ¿No se habrá roto el otro brazo?

─Luz, ¿qué paso? ¿Por qué lloras?

─Hoy fue el festival de otoño y se supone que papá y mamá iban a venir ─solloza, hasta acá escucho como se traga los mocos─. Ana, se olvidaron de mí. No vinieron y ya todos se fueron con sus papás desde hace una hora. Mi maestra está aquí conmigo, los llamó a los dos, pero ninguno respondió y no tenemos el teléfono de Susy.

No puedo creerlo.

─Voy para allá.

─Ana, ya me quiero ir a casa.

─Tranquila, llego en menos de diez minutos. No te muevas.

Esto es demasiado. Quiero golpear algo para sacar todo el enojo que estoy sintiendo en estos momentos. Se olvidaron de su propia hija, son unos…

─Señorita Evans. ─La señora Lambert llega justo a tiempo cuando mi pie casi toca el bote de basura─. Necesito hablar con usted ahora mismo.

­─Tendrá que disculparme, pero en estos momentos tengo que ir a recoger a mi hermana, no puedo quedarme.

─Tenemos que hablar de un asunto muy importante, no puedo esperar hasta el lunes.

─Lo entiendo, pero es que mi hermana…

Respira, lo que menos necesitas es perder la calma.

─Está bien, vaya por su hermana, pero la espero en el salón de clases antes de las tres. Si no viene el problema se volverá muy grave.

─Le prometo que estaré aquí antes de las tres.

Un problema más y me va a explotar la cabeza.

 

 Al no recordar cual es el salón de Luz, Alonso me ayuda a buscarla por todos los salones. Cuando lo encontramos, la pequeña Luz corre a abrazarme.

─Lo prometieron, prometieron que estarían aquí. Practique mucho mis pasos baile y no vinieron.

Se me parte el corazón escucharla y verla llorar. Esta vez papá y mamá se pasaron de la raya. Esto no se va a quedar así. Ella solo quería que la vieran bailar con su traje de árbol.

─Ana, ¿puedes venir un momento? ─me pide la maestra de Luz.

─Yo me quedare con ella ─me dice Alonso.

Luz se separa de mí para abrazar a Alonso. 

─Luz siempre ha sido una de mis mejores alumnas, pero estos últimos meses su rendimiento ha bajado mucho y me temo decir que sus calificaciones no son muy buenas. Hace poco hable con tu tía Susana y me conto un poco sobre los viajes de sus padres, a Luz eso le está perjudicando mucho. Me gustaría que un día de estos fuera a hablar con la psicóloga de la escuela y si tú lo deseas, también puedes venir. Si tienen la oportunidad quisiera que tus padres vinieran para hablar conmigo lo más pronto posible. De igual manera, Luz siempre tendrá mi apoyo.

─Gracias, es muy amable de su parte. Cualquier cosa que pase no dude en comunicarse conmigo o con mi tía Susana, le anotare el teléfono en las libretas de Luz. Tratare de hablar con mis padres para darles el mensaje.




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