Entre la Tierra y el Cielo Libro 1

Capítulo 30. Viaje escolar

Durante el camino el abuelo ha cantado a todo pulmón las canciones de AC/DC, solo que se le ha ido la voz y se le ha transformado a la de un demonio que intenta poseer su cuerpo. Es gracioso y a la vez tenebroso.

Las leyes y las reglas en algunas ocasiones no le importan mucho, por lo que se estaciona de mala manera y en un lugar donde se supone es prohibido. Aún con las quejas y los insultos, baja mi maleta y me acompaña hasta el autobús.

─Cuídate mucho, usa protector solar y haz todo el desorden que puedas. No voy a estar ahí para prohibirte que bebas alcohol, pero si lo haces, que sea con moderación… ─se retracta al instante─. ¿Sabes qué? Nada de alcohol.

─Nada de alcohol, lo prometo.

Barth escucha eso y disimula su risa. Sigue sin gustarme la idea que él vaya a hacer uno de los cinco chaperones del viaje. King también va y por supuesto, la mamá de Juan Pablo, por respeto a ella me portare de la mejor manera y me divertiré sanamente.

─Tal vez no soy el indicado para decir estas cosas, pero tu tía Susy me pidió que te lo dijera, así que si tú y Juan Pablo deciden hacer… ya sabes qué… que sea con protección y con consentimiento, sobre todo eso último.

─Lo tendré en cuenta.

─Confió en ti ─me da un abrazo, siento como me mete algo a la bolsa de mi sudadera, creo que es dinero y un preservativo─. Cualquier cosa que llegue a pasar no dudes en llamarme. Diviértete mucho.

Le doy otro abrazo y un beso en la mejilla, se queda hasta que me ve subir al autobús, por la ventana se despide con la mano. La mayoría de los asientos ya se encuentran ocupados. Salma esta junto a Abraham y Juan Pablo con su mamá. Ambos nos dedicamos una sonrisa y una coqueta mirada. Recorro el pasillo hasta que llego al lugar que me reservaron junto a Janeth. Al llegar antes que yo se adueñó del asiento de la ventana.

─Hola ─me saluda con una sonrisa de oreja a oreja.

─Hola.

─¿Cómo estás? ¿Todo bien? ─pregunta amablemente.

─Sí, todo bien, gracias por preguntar… ¿Y tú? ¿Cómo estás?

Esto es extraño e incómodo, nunca hemos tenido una tranquila conversación, normalmente siempre hablamos con gritos o insultos. Parece que hoy está de buen humor, pensé que estaría molesta porque no pudo sentarse con su novio y porque tampoco podrá dormir con él en la misma habitación. Salma si se molestó al enterarse que no estaríamos juntas.

─De maravilla ─contesta, aún con la inmensa sonrisa─. ¿El que te trajo es tu abuelo? Se parece mucho a tu papá.

─Si, es mi abuelo.

Silencio incómodo.

─Me gusta tu sudadera ─dice de rato─. Ben tiene una igual, también es fan de Queen. Yo no los he escuchado mucho, solo las canciones más populares. ¿Quieres escuchar música conmigo? ─saca sus audífonos y los conecta a su teléfono─. Mi lista de reproducción es algo variada, creo que te gustaran algunas canciones, otras las vas a aborrecer.

─¿Te sientes bien? ─le pregunto.

No es la Janeth que yo conozco. Tanta amabilidad me asusta, todo en ella me está asustando, en especial esa sonrisota.

─Sí, estoy bien. ¿Quieres escuchar música o no?

─No, gracias.

─O, ¿prefieres ver una película? Traigo mi portátil y podemos conectarnos al internet del autobús. Vamos a estar en carretera unas tres horas y no me apetece dormir, a menos que tú tengas planeado hacerlo.

─¿Estas segura que te sientes bien?

─¡Que sí, carajo! Solo estoy tratando de ser amable contigo y lo arruinas con tus tontas preguntas ─con desesperación se hace el cabello para atrás─. Escucha, te pido una disculpa por lo de la vez pasada. No debí de decir tus problemas familiares enfrente de media escuela, eso estuvo muy mal y lo de los golpes… bueno, tú me atacaste primero, no iba a quedarme con los brazos cruzados.

─Yo te pido disculpas por eso, ese día estaba pasando por un mal momento y tus palabras fueron la gota que derramo el vaso.

─Lo siento… debes de saber que todo lo que dije fue porque estaba celosa. Me encanta el maquillaje Evans y siempre he querido ser la cara de una de sus campañas ─saca su bolsa de maquillaje y me muestra sus productos, todo es de la marca de papá─. Verte en esas vallas publicitarias, en esas revistas y comerciales… me dieron muchos celos. Para ti es fácil, tu papá es el dueño de la empresa.

─En realidad, yo no quería ser la cara de esa campaña, Salma y papá fueron los que me obligaron. A mí nunca me han gustado esas cosas y dudo mucho que vuelva a participar en otra.

─Te veías muy bien y me encanto la paleta de sombras, Salma es una genio.

─No sé cuándo vayan a sacar otro producto u otra línea, pero puedo proponerte como modelo.

─¿De verdad? Te lo agradecía mucho, sería como un sueño cumplido.

Agacha la cabeza, mira su maquillaje y regresa a verme, tiene los ojos llenos de lágrimas y de culpa. Verla así me provoca un nudo en la garganta.

─Lo siento mucho, Ana. Desde que te conocí me pareciste una muy buena persona y lo arruine todo con esa tontería del miedo a la obesidad. En ese entonces era una idiota, aun lo soy, pero estoy trabajando en eso. No eres la única persona a la que le he hecho daño y estos días eso me ha dañado mucho. La semana pasada regrese a terapia, voy a diario y me siento mejor, espero que este viaje me ayude aún más. Sé que en poco tiempo nos vamos a graduar y que vamos a caminos diferentes, pero me gustaría ser tu amiga… Claro, si tú quieres.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.