Entre la Tierra y el Cielo Libro 1

Capítulo 33. La graduación

Esa noche al llegar a casa, papá y yo tuvimos una fuerte pelea. Él me grito, yo le grite y como consecuencia, no somos capaces de mirarnos a los ojos ni de permanecer en la misma habitación.

La semana se ha pasado muy lenta, todo en la casa se siente tan incómodo, como si fuéramos desconocidos. Solo con Luz las cosas están bien y es con la única que aún existe comunicación. Con mamá solo he pronunciado unas diez palabras; con papá es como vivir con un fantasma, todos lo evitamos.

Hoy es la ceremonia de graduación, por mí me quedaría en la cama viendo programas de mi infancia abrazada de Juan Pablo, quien todas las noches ha entrado por mi ventana para dormir juntos. A papá le dará algo cuando se entere o nos llegue a descubrir.

Fue Susy la que me saco arrastrando de la cama y me ayudo a quitarme mi aspecto zombie. El abuelo, mamá y Luz no paran de tomarme fotos. Debo admitir que siempre soñé con usar una toga y un birrete, es lo único que me emociona de este día.

Dentro de la camioneta se respira incomodidad y ganas de abrir la puerta y aventarse. Alonso y yo fuimos los únicos valientes que quisieron irse con mis padres. Luz y Susy se subieron al auto del abuelo sin pensárselo dos veces, debí de haber hecho lo mismo, pero por alguna tonta razón no lo hice.

Lo que no voy a negar es que me alegra que mis papás están aquí, hace tiempo me enoje porque pensé que preferían estar de viaje que aquí conmigo. Una parte de mí se está conteniendo de abrazarlos y darles las gracias.

─Ana, antes de bajar, tenemos que decirte algo.

La voz de papá me provoca un escalofrió y hasta un nudo en la garganta. Siento su mirada por el retrovisor, hago lo posible por evitarlo. Debí de haberme bajado en la gasolinera e irme caminando.

─Como ya sabrás, firmamos un contrato muy importante en Madrid. Es un proyecto muy grande que nos llevara mucho tiempo. Hablando con tu mamá, hemos decidido que lo mejor será mudarnos a Madrid. Tanto Luz como tú, vendrán con nosotros.

Las palabras me llegan como una cachetada para que regrese a la realidad. Levanto la mirada encontrándome con esos ojos grises y vacíos. De repente no puedo respirar. Mi cabeza no capta las palabras. Todo se está haciendo pequeño, me siento atrapada.

─Hija, sé que estas enojada con nosotros y tienes todo el derecho de estarlo, pero te aseguro que Madrid te va a encantar, es una ciudad preciosa ─dice mamá, aunque su voz la escucho distorsionada, todo lo siento borroso─. Tal vez así estaremos más unidos.

─Yo calculo que estaremos allá uno a dos años.

Mudarnos a Madrid… Tanto Luz como tú, vendrán con nosotros… Tal vez así estaremos más unidos… Uno a dos años…

No voy a mudarme, no voy a ir a Madrid, no quiero irme con ellos. Están locos, papá está loco. ¿Cómo puede decirlo tan tranquilo como si fuera cualquier cosa? Lo entiendo, es un gran proyecto y es algo muy importante para él, pero ni él ni mamá están pensando con claridad. Mudarse implica muchas cosas y más si se trata de otro país, aquí Luz y yo tenemos nuestra vida, no pueden esperar que empaquemos todo e iniciemos desde cero en un país y una ciudad que solo hemos visto en fotografías.

No voy a mudarme con ellos. Aquí tengo al abuelo, a Susy, a Salma, a Abraham y a Juan Pablo. Ellos son mi vida.

─Bien.

Es lo único que pudo salir de mi boca.

En cuanto la camioneta se detiene, bajo a toda prisa. Respiro con dificultad, me alejo de ellos escondiéndome detrás de un basurero. No quiero que nadie me vea. Cierro los ojos tratando de respirar, me aguanto el dolor en el pecho y las ganas de llorar, lo que es imposible cuando Alonso me abraza.

Pero no, ya me canse de esto. Me pongo de pie, me limpio las lágrimas y con una sonrisa regreso con mi familia. Luz corre a abrazarme, Susy y el abuelo me miran como si supieran lo que acaba de pasar. El abuelo me dedica una sonrisa acompañado de un beso en la sien.

Me asusto cuando Juan Pablo me toma de la cintura. Se me escapa un grito cuando me carga y dando vueltas me empieza a besar. Ya no le tiene miedo al abuelo, eso no quita que me suelta al escucharlo carraspear.

─Muestras de cariño, no enfrente a mí ─bromea el abuelo con una voz seria que luego cambia por una risa. Con gusto saluda con un abrazo a Juan Pablo.

Los dos se llevan muy bien, hasta diría que ya son los mejores amigos del mundo. El abuelo le compro una hermosa guitarra eléctrica del mismo diseño que él ama tanto y ambos se pasaron horas componiendo. Próximamente se viene la colaboración del año: The Little ft. Los Cincuentones.

─Veo tus ojos tristes, pero eso no quita lo bonita que te ves ─me susurra al oído. Me vuelve loca sentir su respiración y como me da besitos en mi cuello.

─Y tu tan guapo y hermoso, mi estrellita.

─¿Mi estrellita? Me encanta como suena.

Me pongo de pintitas para acomodarle el nudo de la corbata y para darle un pequeño beso en los labios.

─¿Cómo estas, niño guitarra? ─lo saluda Susy de la misma manera que el abuelo, solo que le agrega un pellizco en las mejillas.

─Muy bien, ¿y tú? ¿Cómo está tu enamorado?




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