Entre la Tierra y el Cielo Libro 1

Capítulo 35. Solo dilo

Con todas mis fuerzas alejo a Alonso de mí. Me paso una mano por los labios borrando la marca de ese beso. Mi acción lo hace enojar, es más rápido que yo, me toma de las muñecas y las pega a la pared. No puedo moverme, los ojos los tengo empapados de lágrimas. Estoy muy asustada. Sus manos están negras, al igual que su cuello. ¿Sobre eso es lo que Salma quería hablarme?

─No puedo hacer lo que tú quieres, no puedo estar contigo ─le digo mirándolo a los ojos y con mucha seguridad.

─Solo dilo.

Este no es el Alonso que yo conocí, algo le está pasando y debe de ser la explicación del color de su piel. En sus ojos no queda nada de ese brillo que siempre admiraba, solo veo enojo y dolor. En el espejo detrás de él se ve como varías plumas blancas salen de su camiseta.

─¿Qué diga qué? ─agacho la cabeza, no quiero y no puedo resistir mirarlo a los ojos. Él lo nota, con su mano derecha me levanta la barbilla, obligándome a verlo.

─Solo tienes que decirlo. Di que ya no me necesitas más, que ya no me quieres contigo… Solo dilo, di esas palabras para que pueda largarme de aquí y pueda dejarte en paz por el resto de tu vida.

─Yo…

Esas palabras que él quiere oír no salen de mi boca. Lo que sale es algo que ninguno de los dos se esperaba. 

─Te amo.

Sus alas salen de su espalda, él sale disparado hacía la otra pared, donde tira el enorme cuadro con la fotografía de mis padres en el día de su boda. Aprieta con fuerza sus oscuros puños, sus ojos están rojos y llenos de lágrimas. Esta pálido y apunto de desmayarse.

─Eso no es verdad. Tú… no puedes amarme, no puedes.

─No es algo que yo esperaba o quisiera. En estos meses lo lograste. No sé cómo, pero hiciste que me enamorara de ti.

Se da la vuelta recargando su frente en la pared. Quiero acercarme y tranquilizarlo, mis piernas no me responden. Si lo hago voy a desmoronarme.

─No me hagas esto ─con enojo golpea la pared haciendo una abolladura. Vuelve a darse la vuelta, las lágrimas se nos deslizan al mismo tiempo por nuestras mejillas─. No negare que muchas veces lo desee y lo soñé, pero ahora lo único que siento es un gran asco y desprecio por mí mismo. Nunca quise llegar tan lejos… No debiste de haber dicho eso. ¿Tienes alguna idea de lo difícil que ha sido todo esto para mí? ─abro la boca para hablar, él niega con la cabeza─. No me respondas, porque no lo sabes. No tienes idea de nada, no sabes todo lo que siento.

─¿Y qué es lo que sientes? Quiero que me lo digas… Quiero conocer tus sentimientos. 

Se lleva una mano al rostro, limpia sus lágrimas y despeja su enojo. Sus alas poco a poco se van bajando hasta tocar el suelo.

─Estuve contigo desde mucho antes de que llegaras al mundo. Estuve presente cuando abriste los ojos, cuando soltaste tu primer llanto… Te vi dar tus primeros pasos, decir tu primera palabra, te ayude a levantarte en tus primeras caídas, viví cada una de esas risas imparables, aguante cada uno de tus berrinches y noches en donde no paradas de llorar. Estuve contigo viendo como crecías, disfrutaba escuchar todas esas chistosas historias que inventabas, las veces que soñabas con ir al País de Nunca Jamás con Peter Pan. Me sorprendía como a los cinco años junto a tu abuelo cantabas perfectamente las canciones de Queen...  

»Fuiste creciendo y con eso cambiaste tus muñecas por los libros de esos vampiros y hombres lobos, en la pared de tu habitación tapaste esa silueta de Peter Pan con los posters de esas bandas de rock y de esos rockeritos de cabello alborotado. La peor etapa fue cuando entraste a la pubertad y cuando tu papá se fue. Tal vez tú no me veías, pero yo estuve ahí cada día y cada noche en la que no podías dejar de llorar porque no entendías lo que te estaba pasando, porque querías que tu papá regresara y porque te sentías sola. Yo me sentaba en el borde de tu cama, te susurraba que todo iba a estar bien y que algún día las cosas cambiarían. No sabes lo mucho que me dolía verte así y no poder hacer nada.

»Antes de que nacieras, yo estaba deprimido y sumergido en un pozo oscuro. Desde la Terminal veía como mis padres estaban destrozados por mi muerte, me sentía perdido y muy roto. Al final no acepte mi segunda oportunidad por ti, porque me entusiasmo la idea de poder cuidar y proteger a alguien. Gracias a ti fue que encontré un motivo para seguir, tú me salvaste y le regresaste la luz a mi vida. Haberte escogido fue la mejor decisión que he tomado en mi vida y nunca me arrepentiré de eso. He cometido muchos errores, no paro de equivocarme y no sabes lo mucho que lamento todo el daño que te he hecho. Aún no logro entender porque me enamore tanto de ti. Me enamore sabiendo que esta prohíbo y que yo no soy tu destino. Amarte ha sido mi mayor error, a este punto he perdido el control y ya no sé qué hacer.

»Yo pude haberte salvado y no lo hice. En ese momento solo pasaba por mi mente la idea de que te tendría a mi lado y me equivoque enormemente. Lo arruine todo, te arruine la vida. Me arruine a mí mismo.

Se desliza por la pared hasta caer al suelo, abraza sus piernas dejando salir todo su dolor en un llanto que termina por romperlo. Temblando me acerco a él, lo rodeo en mis brazos y lo acurruco en mi pecho. Alonso está más herido de lo que pensaba, dentro de su corazón guarda un dolor que cada vez se hace más grande. Nunca pensé que aún le duela pensar en sus padres. Justo ahora me doy cuenta que no conozco ese lado de su vida. 




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