Entre ladridos y prejuicios

21. Martina.

Julio ya está aquí y con ello aumenta la presión de la caminata. Luca y yo hemos quedado más seguido para seguir avanzando lo más que podamos y puedo decir que ya vamos por buen camino.

El trabajo, por otro lado, me tiene un poco estresada. Entre llevar las cuentas de las empresas grandes y las mías me ha costado un poco poder descansar. He estado durmiendo muy mal, cosa que detesto porque siento que me ralentiza la vida entera, y he pasado horas con pantallas frente a mí.

Tanto así que he tenido que desempolvar mis lentes de lectura.

Honestamente, estar tan estresada me da un poco de miedo porque mi estrés desencadena migrañas y no quiero iniciar el mes de esta forma. Suficiente tengo con que el cliente de la marca de croquetas sea un idiota y le diga que no a todo lo que le ofrecemos.

—Estábamos pensando en hacer una campaña más amigable —le dije en una reunión—. Más inclusiva, mejor dicho.

—Muy bien. A la señora Gretchen le gusta la inclusividad, ¿qué tienes en mente? —preguntó su asistente, un señor prepotente y arrogante que no se cansa de hacerme sufrir.

—Perfecto entonces. Seguro esta idea le gustará —agregué, sonriendo con cierto alivio—. Pensamos en hacer una campaña publicitaria con perros mestizos, para hablar y promover la adopción. Asimismo, también conseguirán más clientes al tocar un mercado bastante amplio y no solo se enfocan en mascotas de razas puras.

Hubo un silencio que aceleró mi corazón y luego el asistente se destornilló de risa como por un minuto. El más largo de mi vida.

—¿Es en serio? —dejó de reírse, mirándome a través de la pantalla como si fuera una tonta—. ¿Cómo se les ocurre que vamos a trabajar con perros mestizos? Somos una marca de élite.

Evité rodar los ojos y fingí una sonrisa apretada, mientras por mi mente pasaban varios recuerdos con Feline y cómo sería de lindo que las marcas para mascotas publicitaran sus productos con perros como ella.

—Piensa en otra cosa, niña, o buscaré otra agencia. Aquí siento que estamos es perdiendo tiempo y, lo más importante, dinero. Adiós.

Y abandonó la video llamada.

No voy a negar que después de eso me puse a llorar. Entre que estaba sensible por la post menstruación y que mi trabajo está en juego por culpa de este cliente, no pude evitar sino estallar en llanto.

Recojo mis cosas para volver a casa y, honestamente, tengo el ánimo por los suelos. Si le agregamos a todo lo que está pasando en mi vida en estos momentos que mi padre no ha parado de llamar, siento que todo se está yendo a la mierda.

No puedo renunciar al cliente, ni mucho menos a la agencia. No todavía, porque siempre fue mi deseo en un futuro tener mi propia compañía de publicidad. Pero el momento no es ahora y debo tener paciencia.

Me tomo una pastilla para el dolor de cabeza y salgo de uno de los cubículos para irme a casa. Mi jefa está hablando con Logan y yo suspiro cuando me hace señas para que me acerque.

—Marty, ¿cómo estás? Luces un poco pálida —me dice.

—Estoy bien, solo un poco cansada —admito, fingiendo una sonrisa—. ¿Todo bien?

—Quisiera decirte que sí, pero estamos en riesgo de perder al cliente de las croquetas y es muy importante. ¿Puedo saber qué está sucediendo? —me pregunta y yo solo espero que Logan me respalde.

—Le hemos dado múltiples propuestas al cliente, pero todas las rechaza. Es como si no termináramos de alinearnos y estoy esforzándome por buscar algo que le guste —respondo.

—Sí, la verdad es que ha sido un cliente bastante exigente. Son una marca de élite, según lo que ellos han especificado, y parece que nada de lo que le ofrecemos les gusta —concuerda Logan y hace una mueca—. Pero seguro lograremos llegar a un punto medio, ¿cierto, Mar?

—Por supuesto —le aseguro a Jenn y ella ladea la boca, pensativa.

—¿Me dejas un momento a solas con Martina, por favor? —le pregunta a Logan y él afirma con la cabeza antes de irse. No voy a negar que la pregunta me pone los pelos de punta—. Cariño, creo que el problema ha sido que tú no te alineas al cliente y sé que es algo que podrás solucionar pronto. Quería decirte que me ha costado conseguir un jefe de marketing y que, si todo sale bien con este cliente, quiero que tú ocupes el cargo. Sé que te mereces este ascenso, pero necesito que te alinees al cliente y no que el cliente se alinee a ti, ¿bien?

—¿De verdad? —pregunto, cubriendo mi boca con los labios—. Me encantaría tomar el puesto. Sí, me esforzaré en que todo salga con el cliente. Bueno, ahora mucho más. De verdad, gracias por considerarme para el puesto, Jenn.

—Sé que a veces nos toca hacernos cargo de marcas que no van con nuestros ideales —comenta y yo respiro hondo—. He visto que has subido un par de fotos con una perrita mestiza que es hermosa. Es por eso que este cliente te está costando, ¿cierto?

—No lo voy a negar —admito, encogiéndome de hombros—. Me parece terrible que promuevan el rechazo a los perros mestizos y que, además, se promueva la compra de mascotas.

—Tienes todo tu derecho a estar a favor o en contra, pero ten en cuenta que la venta de mascotas es legal, Marty. Nuestro trabajo es impulsar marcas, no juzgarlas. No olvides eso, ¿sí?




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