Es una noche bastante movida en el pub y yo siento que la cabeza me va a estallar. Todos estos días he estado tratando de reunir la mayor cantidad de propinas para la deuda de la hipoteca, pero parece que se hiciera arena entre mis dedos.
No alcanza y la fecha límite nos respira en la jodida nuca.
Sirvo una cerveza más, metido en mis pensamientos, y me encuentro con el rostro familiar de mi hermano. Se acerca a la barra con un poco de dificultad y sonríe de forma apretada.
—Mocoso —me saluda.
—Viejo calvo —contraataco y él frunce el ceño, ofendido—. ¿Y ese milagro? ¿Qué haces aquí?
—Vine a verte —responde, encogiéndose de hombros—. ¿Invitas la primera cerveza?
Entrecierro los ojos, pero termino afirmando con la cabeza y le sirvo una jarra. Él le da un largo sorbo y suspira.
—Las cosas no van bien —le digo y él me mira—. Por eso estás aquí, ¿cierto?
—Tienes que volver a la escuela —me dice y yo niego con la cabeza—. No, Luca. Escúchame. Tienes que volver a la escuela, no desperdiciar el dinero ni tu tiempo en esta causa perdida. ¿Bien?
—Mamá quiere la librería, Xander. Ya perdió a papá, no puede perder esto. Es lo único que le queda de él.
—Tiene que aprender a dejarlo ir. Ya haremos algo más —me dice.
—No, Xander. Seguiré trabajando y capaz busque alguna otra vía para…
—Seis semanas, Luca. Tenemos seis semanas para pagar 25 mil libras, ¿crees poder hacer eso sirviendo tragos?
La información me cae como un balde de agua fría. ¿Tanto trabajamos para todavía deber 25 mil libras? No puedo conseguir esa cantidad de dinero en seis semanas, mi familia tampoco.
Mi corazón duele y no entiendo por qué. La librería nunca fue algo que vi como mío, porque quería dedicarme a los animales, pero… invertir tanto tiempo y dinero en conservarla supongo que me hizo agarrarle cariño.
Duele, especialmente, porque siento que he defraudado a mamá.
—No me voy a rendir, Xander —le digo, mirándolo a los ojos—. Ya ni siquiera es por mamá, ni siquiera porque quiera la librería. Es porque dejé todo por ello y no quiero que sea en vano. ¿25 mil libras? Ya se me ocurrirá algo, joder, pero no voy a permitir que mis sacrificios se vayan a la mierda. ¿Me entiendes?
—Es mejor que lo dejes ahora y retomes la universidad, Luca. No sigas sacrificando más, no te lo estamos pidiendo —murmura.
—Nunca lo hicieron e igual lo hice. No necesito que me lo pidan ahora.
Matthew, que estaba buscando algunos insumos para reponer en la barra, deja las cajas en el suelo y se da cuenta de mi hermano. Él vive tan metido en su mundo de buena vibra que no se da cuenta de que algo anda mal, así que sonríe al saludar a Xander.
—Hey, Xander. ¿Cómo estás? ¿Qué te trae por aquí? —le pregunta y ambos chocan puños a modo de saludo.
—Si no me aprovecho de tener un hermano bartender para que me regale tragos, ¿crees que sería un buen hermano mayor? —bromea y mi compañero se ríe.
—Bueno, yo te invito la segunda cerveza. También tienes un amigo bartender.
—No, tranquilo. Este ambiente me da dolor de cabeza, ya me marcho —dice y luego me mira—. Ya seguiremos hablando, hermano.
Afirmo con la cabeza y lo observo hasta que se marcha. Suelto el aire y me dispongo a seguir sirviendo tragos.
—¿Todo bien? —me pregunta Matt y yo lo miro, apretando los labios y afirmando con la cabeza—. ¿Por qué te es tan difícil decirme lo que te sucede, Luca? ¿O es que crees que jamás me enteraría de que dejaste la carrera? Kaitlyn me contó, no me dijo el por qué ya que ni ella sabe. Pero sé que quieres ser veterinario, Luca. No sé en qué carajos te gastas el dinero que ganas aquí, pero si no es la escuela debe ser por algo peor. Y queremos ayudarte porque eso hacen los amigos. Yo soy tu amigo, pero tú jamás quisiste verme de esa forma.
—Matt, créeme que el problema no eres tú, ni Kaitlyn, ni mi vecina —le digo, relajando mis hombros y sintiéndome como un imbécil—. Es que yo no puedo confiar en que las personas no se irán de mi vida. El ser humano es tan impredecible y yo ya no sé si soporte más sorpresas. No quiero encariñarme para terminar perdiendo. Prefiero acostumbrarme a estar solo.
—Lo sé y por eso te he dado tu espacio, no te he presionado. Pero creo que he estado para ti en muchas ocasiones como para que sepas que yo jamás te dejaría. Eres como un hermano para mí, Luca y me llena de impotencia el saber que tienes problemas y no me cuentes, no me dejes ayudarte. Trabajar contigo es una cosa, pero fuera del pub… solo choco contra una pared una y otra vez. ¿Lo peor de todo? Es que sé que no quieres estar solo dentro de esas paredes que te protegen.
***
Hay algo tenso en el aire, pero no sé qué es. Martina ha estado muy callada, a pesar de que fue ella quien me invitó a dar un paseo con los perros. Parecía necesitar tomar aire fresco y yo, honestamente, también.
—¿Está todo bien? —le pregunto.
—Eh, sí, sí —responde, saliendo de su ensimismamiento—. Es solo que tengo un cliente complicado en el trabajo y de llevarme bien con él depende que me asciendan a jefa de marketing. Es… importante para mí.