Como dijo mi jefa, logré adaptarme a las necesidades del cliente y llegar a un acuerdo. Tuve que tragarme muchos insultos, especialmente porque son personas que no les interesan los perros sino vender a personas de buen poder adquisitivo.
Eso es todo. Dinero, lucrar con animales. Es lo que les interesa y yo, lamentablemente, tengo que ayudarlos con ello porque es mi jodido trabajo. Si tan solo Luca supiera…
Me siento hipócrita organizando la caminata de mascotas y ayudando al refugio a la par que hago campañas de publicidad con imágenes como un bulldog francés sobre un sillón con estilo barroco o un galgo con un collar de terciopelo negro y dorado que come de un cuenco de porcelana.
Miro el texto de la campaña y suspiro: “Ingredientes seleccionados. Nutrición diseñada para la grandeza. Solo lo mejor para los mejores.” Claro, porque los mestizos no merecen comer lo mejor de lo mejor.
—Ugh.
Ocultarle esto a Luca también me pesa. No me quiero ni imaginar el grito al cielo que dará cuando empiece a rodar la publicidad de la marca.
La caminata es este fin de semana y estoy muy, muy emocionada. Me levanto de mi escritorio y tomo mis cosas, también a Armani, para ir hacia el apartamento de Luca. Vamos a recoger unos stickers y unos panfletos que mandamos a hacer para conseguir padrinos para el refugio.
Del diseño se encargó Luciana y todo le quedó precioso.
Abro la puerta y mi celular vibra. Cuando leo la notificación es un correo de Pawsh, la marca de croquetas. Van a hacer un evento de lanzamiento privado y nos han invitado al equipo de publicidad.
Tiene que ser de etiqueta y será… el sábado.
—Mierda —mascullo.
«¡Es el día de la caminata!». Cierro la puerta para volver a mi apartamento. Releo el correo, fijándome en la fecha y en cómo parece burlarse de mí. Empiezo a caminar de un lado a otro y me restriego el cabello con las manos.
—Esto no puede estar pasándome —murmuro—. Espera, puedo faltar. ¡Claro que puedo faltar! Puedo reclinar la invitación. No tengo que ir obligatoriamente.
El chat grupal del proyecto se activa con mensajes, algunos compañeros diciendo que les parece muy cool que los hayan invitado al evento. Yo escribo de inmediato que no podré asistir porque tengo otro compromiso.
Y Jenna responde:
“Es obligatorio que vayas, Martina. Eres la cabeza del proyecto de publicidad.”
“Tengo un evento que llevo un mes organizando. Soy la cabeza de ese evento también, no puedo faltar.”
“Cámbialo para otro día. No puedes faltar.”
Me cubro la boca con las mangas de mi suéter y grito, sintiendo un nudo en la garganta. ¿Por qué esto me tiene que suceder a mí? Joder, ¿cómo le digo esto a Luca? ¿Se va a molestar o va a decirme que se puede encargar de todo?
¡Pero es que no quiero que se encargue de todo! Yo quiero ser parte de la caminata, apoyar al refugio.
Unos toques en la puerta me obligan a enderezarme. Armani me abandona y se para frente a la madera, meneando la cola. Sé que es Luca con Feline y no me siento capaz de decirle nada.
Tengo miedo de que me odie, de que se sienta decepcionado de mí.
¡Ojalá pudiera renunciar! Pero ¡no puedo! Tendría que conseguirme otro trabajo rápido para poder quedarme en Londres y no pienso volver a México. No mientras la situación con mi papá siga tan tensa.
—¿Martina?
Armani ladra en respuesta y yo me restriego el rostro con las manos. Respiro hondo un par de veces y me armo de valor. Iré con él a buscar los materiales y cuando lleguemos le diré.
Así voy pensando qué decirle.
Finjo lo mejor que puedo una sonrisa y abro la puerta. Feline de inmediato se me abalanza encima y yo tengo que aferrar los talones en el piso para no caerme de culo. Luca la agarra del arnés para quitarme peso, pero esta mestiza de dálmata es demasiado intensa y amorosa.
—¿Está todo en orden? —me pregunta.
—Eh, sí. Sí. Ya justo iba saliendo a tocar tu puerta, ¿nos vamos?
—Sí.
Bajamos en el ascensor y nos subimos a su auto. Yo dejo que Armani vaya atrás con Feline y vuelvo a escribirle a Jenn.
¿Hay posibilidad de que pueda llegar un poco tarde?”
“Realmente, nosotros debemos ser los primeros en llegar porque quieren que grabemos contenido para subir a redes. Hay que estar a las 4pm.”
—Chingada madre —mascullo.
—¿Dijiste algo? —pregunta Luca y me mira de reojo.
—Eh, sí, sí, pero es del trabajo. No te hablaba directamente a ti —respondo y él afirma con la cabeza, apretando los labios—. Resolviendo unos problemas, ya sabes.
Detiene el auto y nos bajamos frente a la imprenta. Él es quien habla con el encargado, mientras yo me quedo con los perros, siguiéndole el paso. Algunos empleados se acercan a saludar y ambos se dejan, porque son unos regalados.