Entre las cenizas

CAPITULO 14

P.O.V Victoria

Una semana antes…

Me mordía las uñas mientras miraba el exterior, estaba que Sebastián estuviera salvo rezaba porque lo estuviera, me rasco el antebrazo donde las heridas donde mi abuela no dudo en disciplinarme seguían frescas, la doctora no me trataba con delicadeza y había puesto una hierba que me hacía escocer, había miles de papeles en la mesa donde murió el emperador, aún podía oler la sangre, aunque limpiarán con miles de químicos.

—¿Qué crees que haces? — Me dice mi abuela mientras entra enojada —. Hay miles de papeles en la mesa.

—Le toca a usted realizarlo — Le digo, pero hace que me jale del cabello delante de las criadas, la detengo de la muñeca, pero ella jala más fuerte.

—No por que seas la emperatriz te permitiré que me hables de esa manera — Solo le había dicho que era su parte, pero había olvidado que estaba sola en este barco, me arroja al piso, mientras me acomodo el cabello.

—Tiene razón, lo siento. Ya lo haré yo — Ella sonríe, era lo que quería, subir al trono sin ningún problema, mi padre me había prometido que una vez que fuera emperador nada ni nadie podría darme una orden, era como si todo mundo olvidará que aún estoy de luto por la muerte de mi padre y de mi hermano.

—Hago todo esto porque te quiero — Me dice acariciando mi cara, qué clase de abuela era esta, sonrió, mientras ella se retira, las mucamas se ríen de mí, me siento en mi respaldo a leer mientras mi dama, Eloísa entra con un té. 

Ella la única que se preocupaba por mí realmente, y la que dejó a su esposo por seguirme al norte. Ambas estábamos solas en un pueblo que nos odiaban a muerte, tomó el té mientras ella me acomoda el vestido.

—Mi señora ¿Usted no ha tenido su periodo? — Me pregunta en voz baja, sinceramente no había estado al pendiente de ello, pero la última vez había sido el mes pasado —. No se preocupe a lo mejor es un retardo, usted aún es pura.

La miro, recordando una de las noches donde Sebastián vino a verme y las cosas escalaron por el licor. Yo no entendía bien las cosas solo sabía que algo diferente había pasado esa noche.

—Mi señora… — Me dice ella mientras comienzo a agitarme —. Guarde la calma, puede ser una coincidencia.

—No, no creo que lo sea — Le digo mientras la tomo de la mano. 

—Entonces tendremos que esperar a mañana a la primera orina, necesitaré un jabón de lagarto — Me dice mientras ella baja a buscar las cosas, mi madre habla de la emoción que sentía al saber que daría otro bebé a la dinastía, pero en cambio yo sentía los nervios de que si mi abuela se enterará de esto lo usaría en mi contra de mala manera como también me castigaría por perder mi virginidad. 

No podía concentrarme en nada, esperaba que llegará la noche para poder dormir. Pero por la tarde Lord White me visitó.

—Dios llene de gloria a la emperatriz — Besa mi mano sintiendo la doble intención, le pido que se siente mientras mi abuela hace presencia —. Como saben, fui un fiel vasallo e hice lo que me pidieron con esta traición, y deje en claro el favor que me debían, y ahora vengo a pedir esto.

Veo a mi abuela, quien pone sus manos en mi hombros clavándolos en mis clavículas, me dolía.

—Deseo que la emperatriz se comprometa con mi hijo — Ese estúpido estaba soñando, si me lo hubieran permitido me hubiera levantado, pero me sujetaba fuerte.

—Considéralo hecho, pero a cambio tendrás que traerme a los traidores — Habla mi abuela, mientras asiento con la cabeza, de esa forma me sentía como un títere preso de la dinastía, esto no era lo que mi padre me había prometido, él sonríe, mientras me besa los pies.

Me mandaron a dormir, y con el primer rayo de sol. Eloísa me levanta para comprobar esto, hago mis necesidades en un cuenco, que ella lo toma para verterlo arriba del jabón y taparlo, según ella si hacía espuma era un embarazo, si no era negativo, ella juraba que jamás había visto nadie que le fallará. Me siento en el piso, mientras ella lo agita, trato de mantener la calma, mientras ella lo destapa y vemos la espuma, efectivamente estaba embarazada.

Tomo mi estómago mientras comienzo a llorar, limpia mis lágrimas, no era lo que quería, no me sentía como debía de ser, mi abuela entra mirando la escena, era capaz de cambiar el miedo, mientras ella toma el líquido.

—¿Me van a explicar qué es esto? — Estaba asustada, Eloísa se tira al piso mientras arrodillada le pide perdón a mi abuela.

—He dado positivo en la prueba de embarazo — Mi abuela me mira, sus ojos eran capaz de saber si yo decía la verdad, ella así me sacaba la información, sabía lo que iba a pasar, no podía decirle la verdad.

—Es ella la embarazada… Yo solo la estoy acompañando… — Digo bajando la cabeza.

—Buena chica… — Me acaricia la cabeza, mientras mira con desagrado a Eloísa —. Más vale que te cases ya, no quiero malos rumores rodean a la emperatriz.

Ambas respiramos, mientras salimos de la alcoba.

—Un embarazo no es fácil de ocultar… — Me dice en voz baja mientras me viste, deja el corsé un poco suelto haciendo que esté relajada.

—Tenemos que huir — Le digo mientras me ayuda a bajar al comedor, un noble había traído una comida especial, el pueblo estaba reprimido por mi abuela, había restringido la educación a los ciudadanos y había favorecido a los varones aún más de lo que es común, ella ya estaba sentada, bajo con mi vestido verde zafiro y mi abuela usaba un vestido rojo, ella sabía lo suficiente para entender que solo la emperatriz podía usarlo en la presencia de ella.




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