Entre las cenizas

CAPÍTULO 21

En silencio mientras me aferro a él, las lagrimas caen, había hecho lo correcto pero aun así me hacia dudar, había dejado a mi hermano sin madre, Caleb solamente me consolaba mientras tocaba mi cabello esperaba que se me pasará el sentimiento de soledad que me rodeaba en este momento, la nariz me molestaba este se aleja mientras pone un trapo en mi nariz para limpiar la mucosidad, era la primera vez en que alguien lo hacia por mi que hace que mi piel se vuelva roja.

Estaba cerca de mí lo que era normal que nos besáramos un beso normal, en mi vida había besado a tres personas, y todos los besos se sentían distinto, este era un beso lleno de una emoción que hacía que nos entregáramos, pero no era el momento, el beso no era malo solamente no era el lugar.

—Lo siento tanto… — Le digo en un susurro… —. No es que no quiera simplemente no puedo…

—¿Por qué no puedes?... — Me pregunta mientras me toma de la mano para besarla, si fuera la Sofia de antes caería rendida en la mínima muestra de afecto de este hermoso castaño que había hecho lo imposible con tal de salvarme.

La respuesta a su pregunta se contestaba con el grito de mi hermano que venia corriendo hacia mí y detrás de él venia Raquel.

—Asher, Raquel — Les hablo mientras los abrazo, el estomago de Raquel había crecido considerablemente dejando ver un bulto que tenía en su vientre, era su bebé —. Lo siento tanto.

—¿Estas bien? — Me pregunta mientras me agarra de la cara ignorando al aliado de detrás de nosotros —. ¿Quién es él?

—Me presento baronesa, soy el lord Caleb Yimalz — El le extiende la mano, pero Raquel solo lo mira mal.

—Tranquila, es aliado…. Asher dale las gracias al joven — Le pido pero mi hermano se queda petrificado mientras mira hacia al fondo señalando a un soldado cubierto de sangre, como es que había entrado y mucho más cuestionable como es que este entro, nos mira fijamente mientras Raquel cubre a mi hermano.

—Larga vida a la emperatriz de sangre — Este se entierra el cuchillo de una para dejar caer todo su interior sobre el piso, corro impulsivamente a su auxilio tratando de regresar todo a su lugar pero era demasiado tarde este había muerto desde el momento en el que había aceptado esta misión.

—Raquel… Llévate a mi hermano — Le digo mientras que el curioso se atreve a ver la escena, su cara era de horror puro, la cara que debía de proteger para que jamás volviera a hacer. Ahora tenia un nuevo propósito, Caleb me ayuda a ponerme de pie, mientras damos indicaciones para repartir comida al pueblo que se estaba muriendo de hambre. La emperatriz de sangre no había pensado bien las cosas, de que se servía todo el poder que estaba teniendo si no tenia a nadie que gobernar, no estábamos acostumbrados a este frio tan fuerte que hacia que mis huesos calaran.

El acercarme a la chimenea no hacía que el frio se disminuyera, mi hermano entra a la habitación con una espada y sus ojos llenos de lágrimas, este me apunta sin piedad.

—¿Dónde está…? — Me pregunta por mi madre, tenia 6 años y estaba siendo capaz de dañarme, solo lo miro con lastima —. Mamá.

—Asher… Mamá esta muerta — Le miento, mientras él sabe la verdad —. Murió intentando salvarme.

No era capaz de decirle la clase de madre que tenia capaz de hacer lo imposible por el poder, locura proveniente de familia.

—Es por eso por lo que tú tienes que ser valiente — Me acerco a él, mientras me arrodillo a su altura —. Un día tu tendrás que hacerte cargo de todo lo que nuestros padres construyeron para nosotros.

Ahora entendía un poco más la presión que mis padres relegaron en mí, no lo hicieron por que tenían si no por que debían, debían de hacernos fuertes. Tal vez estaba haciendo mal, ni siquiera sabia como ser madre, pero sabía que debía de convertir a mi hermano en un hombre confiable, en alguien en que debía de confiar.

—Pero… — Me dice bajando la espada.

—Ahora solo somos tu y yo — Le digo mientras me volteo sacando de uno de los cajones el primer libro que leí sobre la soberanía de un estado —. Lee este libro, cuando acabes te haré preguntas.

Entendía la enorme presión pero el será el siguiente duque, y si las cosas salen como se debe en algún futuro algún sucesor de él será un monarca, este deja caer unas lágrimas, mientras acaricio su cabeza.

—Tienes que ser fuerte Asher, por papá… y mamá… — Lo ultimo lo digo con un notable coraje, le pido a una dama que se lo lleve, este solo me mira pidiendo ayuda pero al cerrar la puerta soy capaz de romperme como cristal, fui tan dura con ese niño. Cuando soy capaz de calarme, escojo uno de los vestidos más lisos color blanco marfil, mientras con cuidado reviso la infección de mis muslos, otra cicatriz más, en el espejo noto como era otra persona.

No era ni la mitad de la mujer que inicio en todo esto, tenia 18 cuando vine a la guerra y ahora con 22 había perdido todo por lo que había luchado, si bien nosotros ganaríamos la guerra otra vez, habíamos perdido a nuestros padres, a nuestros amigos, a nuestros amantes, solo quedaba el recuerdo en nuestro subconsciente.

Me pongo los anillos que me daban una apariencia de opulencia, y una capa que tenía una apariencia parecida a la que mi padre usaba, la reunión seria en el comedor, la primera vez en cuanto tiempo me reuniría con ellos, salgo mirando del otro lado a Sebastián ambos salimos al mismo tiempo, mi cara relajada no causaría ninguna expresión hacia el otra vez. El me estira su brazo para bajar juntos, los criados nos esperaban para reverenciarse por completo, le suelto el brazo para que el baje primero mientras miro desde atrás como el provocaba esta nueva lealtad.




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