Entre las cenizas

CAPITULO 28

Había dado en la pierna, mientras logro pasar desapercibida tapo la boca de Sebastián, le hago señas para salir, pues solo eran cuatro personas entre los 2 fácil pudiéramos vencerlos, pero el me jala al escuchar más pasos, toma una roca lanzándola a la dirección de un venado asustándolo, ellos corren detrás de él y la única persona que se quedo es atravesada por Sebastián, no había mucho tiempo, subo al árbol que hay cerca resistente me trepo con facilidad, a diferencia de él que le toma más tiempo, subo más alto para darme cuenta que desde mi lugar se mira el campamento que habían hecho, cabezas de caballeros lo rodeaban, enemigos considerados estaban en estacas. ¿Cómo no les molestaba el olor?

“¿Acaso eres estúpida?” Me dice Sebastián en voz baja.

“Y también imprudente” Le contesto seria, cuelgo las cosas en una rama, mientras anoto rápido las bajas, al regreso de este preparo la flecha pero Sebastián me persuade.

“Se trata de ser inteligentes, no de brutos. Espera la oportunidad” Me advierte, mientras bajo el arco “Cuando duerman, seremos sigilosos, eres buena peleado aprovecharemos eso”

Se limita a dirigirme la palabra cuando es necesario, cambiamos de posición pues estaba comenzando a pasarnos factura el estar en un solo lugar, mientras más entra el sol, la temperatura baja, y eso provocaba que quisiera ir al baño, necesitaba calmarme y no pensar en eso, me recargo en el tronco, pero la tos ahogada de Sebastián hace que abra los ojos, este se tapa la boca, mientras el mal olor comienza a llegarme, su tos era de asco, saco una bufanda para dársela, este la pone en su boca, mientras se recarga en el mismo tronco, volteo abajo para ver a estos caballeros despellejar el cuerpo del soldado que habíamos matado, comienzan a cortar mientras comen un trozo de la piel cruda.

Una escena horrorosa, cierro los ojos mientras veo a un Sebastián paralizado.

“Tenemos que irnos de aquí” Le digo pero el solo mira el tronco.

“No me puedo mover” Me dice mientras me doy cuenta de la gravedad de la situación, Sebastián siempre hablaba de que no había nada más que le asustara que la pura realidad de la capacidad humana de hacer maldad, de pecar, profanar el cuerpo de un muerto estaba en nuestra lista de cosas que jamás debíamos de hacer.

“No podre hacer esto sin ti, tienes que ayudarme” Le digo jalándolo para que me mire a los ojos, estaban desorbitados “Somos un equipo, siempre lo hemos sido, tu y yo contra todo, no me dejes caer”

Le digo mientras este respira pensaba que lo había perdido podía respirar, y darle la indicación, necesitaba que este dispara a la cabeza a uno, mientras que yo cortaba la garganta de otro, no podía hacerlo sin Sebastián. Me preparo para bajar, pero el sonido de trompetas los alerta haciendo que se asusten como venados, corren hacia el campamento. Sebastián se baja del árbol, mientras sus piernas tiemblan, estira sus brazos para atraparme una vez que está regulado, mientras corremos otra vez detrás de la roca, sus manos estaban heladas, se recarga en la roca mientras veo que está transpirando.

“¿Estás bien?” Le pregunto, pero al ver cómo me aprieta la mano me hace darme cuenta de la gravedad del asunto.

“Vuelve a subirte a un árbol para que aproveches la altura, necesito que me cubras la espalda” Asiento con la cabeza, mientras respiro hondo “Quédate, necesito calmarme”

No pasan ni cerca de 10 minutos cuando ya me da la señal, el truco de esto era el silencio, veo donde no hay hojas para poder pisar, no sabía cómo el tiempo cambia tanto el clima, subo al árbol, más cerca del campamento, me permitía ver bien, pero Sebastián tenía que quedarse cerca de donde la flecha me permita alcanzar tomo mis manos para chiflar, era un sonido de pájaro que mi padre me había enseñado, Sebastián se acerca mientras me mira, lleva su mano a la cabeza a su estómago, luego a su pectoral izquierdo, luego al derecho, para besar su mano y lanzar un beso al cielo, había dedicado su lucha a dios.

En este punto no sabía si en verdad existía, me limito a poner las cosas a la mano, para poder lanzar rápido, Sebastián me mira para darme la señal de que había un caballero a la vista, me encargo de el, con una flecha en la cabeza, mientras el se mete a una de las casas de campaña, me encargo de los caballeros que estaban de guardias con flechas. Trato de acabar con todos los posibles pero las flechas no eran infinitas, debía de cubrir la espalda de Sebastián, me bajo de un salto, mientras tomo la espada del suelo, mientras corro y veo como el estaba acorralado.

Había llegado en el momento indicado, me pongo a su espalda mientras me doy cuenta de que fue un error, eran muchos que nos acorralaba, tocó la pierna de él para sentir algo parecido al arma de Alexander, la saco mientras apunto hacía el que era el jefe de ellos, era fácil reconocerlo pues este usaba más cantidad de ropa, la cabeza es único lugar disponible, haciendo que el sonido aturda a Sebastián.

El silencio se mira interrumpido con uno de los enemigos atacando a su propio aliado, era una pelea entre todos, uno se abalanza de tal modo que el arma que estaba usando queda lejos de mí, si los caballeros no estuvieran tan concentrados en saber quienes son aliados y quien no, se hubieran dado cuenta de este, trato de quitarlo de encima, pero era más factible tomar la roca que había a mi lado para estrellarla con fuerza en su cara y con más movilidad tomar la daga del piso para encajarla en su cabeza, y tirar el cadáver.




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