Entre las cenizas

CAPITULO 32

Habíamos llegado al amanecer, la gente ya estaba activa lo que hicimos fue parar en algo que era un hotel de paso, para hacer que Caleb descansara pero este se niega, quería ir con nosotros a explorar, el barco salía a las 12 de la tarde y costaba 4 monedas por persona, nosotros no teníamos nada pues vivíamos con el pensamiento de la nobleza en el que si bien el dinero era relevante no necesitábamos cargar con él. Olvidando que no éramos nadie.

—Puedo tocar violín por dinero, solo necesito conseguir uno — Me dice mientras caminamos entre los callejones cuidando no ser vistos, Sebastián nos entrega unas capas para cubrirnos mientras da pan duro para que coma algo, el saca su pipa para fumar había vuelto un hábito el fumar.

—No creo que nadie te preste un violín tan fácil… — Dice Sebastián mientras miramos que los caballeros están dando vuelta, en eso un recuerdo de Charlotte cepillando mi cabello me transporta al hecho de que podría vender mi cabello, me quito el gorro para dejar ver mi cabello, estaba muy bien cuidado a pesar de las malas pasadas de comida.

Me adentro entre los callejones hasta llegar al punto en donde las damas de la noche me miran con recelo, otras ocultan la cara, la precariedad de la situación dejaba mucho que desear era la otra cara de la moneda, Caleb me toma la mano mientras oculta su cara, pues las mujeres dejaban ver sus atributos, una mujer pelirroja, se acerca a nosotros impidiéndonos el paso. Su altura intimidaba, pero había visto tantas cosas horribles que esto solo era un ápice.

—¿Qué buscan si no desean usar a mis niñas? — Dice mientras mira a su alrededor.

—Me gustaría vender mi cabello — Le digo mientras ella lo toca sin pedir permiso.

—Ligero… ¿Es virgen? — Mira este con el sol —. Pasa por aquí, sin hombres por favor. Avísenme si alguna de mis niñas les interesa.

—No gracias — Dice Sebastián tajante, pero en cambio la mujer se le queda mirando un poco a Caleb, pero este se cubre más la cara.

Me invita a la gran casa, mujeres pasan en poca ropa mientras yo me cubría del frio, esta me moja la cabeza mientras checha el largo.

—¿Para que necesitas el dinero? — Me dice sacando las tijeras.

—Ir al norte — Al decir eso ella deja las tijeras.

—Hay una guerra en el norte. El ir allá es un acto suicida — Me dice pero dejo la cabeza recta estaba decidida a que me lo cortaran, necesitaba ese dinero —. ¿Si eres noble porque ocupas el dinero?

Trago saliva mientras la mira.

—Las damas del negocio conocemos a las personas, las leemos y por la postura de ustedes sé que son nobles eso nos da una ventaja, podemos ofrecerles a nuestras niñas a un precio más alto — Cepilla mi cabello mientras corta a la altura de los hombros, no recordaba llevarlo tan corto, con otra dama sostienen mi cabello en una pesa, para pesarlo, yo cierro los ojos por qué no quería verme en el espejo —. No me interesa saber tu pasado, ni siquiera quien eres, te daré 30 monedas pero a cambio si llegan a ganar quiero que mis niñas tengan una mejor vida.

—¿Y si pierdo? — Pregunto mientras me levantó mirándome de perfil, el cabello era lo más importante en una mujer, pero está vez estaba siendo objetiva antes que estética. Ella me entrega la bolsita de monedas de oro, mientras me sostiene la mano, no quería hablar mucho de mi, por qué no quería que pasara lo mismo que Morris, si el jamás se hubiera interesado tanto en mí estaría con vida.

—Ven aquí, siempre hay espacio para una niña más — Dice mientras me invita a unirme, no despreciaba, pero no entendía su trabajo, asiento con la cabeza, mientras salgo del establecimiento con las monedas, me habían pagado más de la tarifa establecida para las que vendían su cabello.

Al salir Sebastián está conversando con las damas de noche. Mientras que Caleb solo contesta lo necesario.

—Muchas gracias por la propuesta enserio, pero la dama de allí es mi esposa — Dice Caleb señalando adentro para mirarme, su mirada era diferente a la normal —. Sofía…

—Conseguí el dinero es hora de irnos — Les digo mientras jalo a Sebastián y a Caleb.

—Señorita, no olvide lo que hablamos — Me dice alzando la voz.

—Lady Daisy es una promesa — Tomo de la mano a Caleb mientras me pongo de nuevo la capa, compramos algo de comida y frutas mientras guardamos el pasaje de Ethan, nunca había viajado en barco, por lo que estaba nerviosa, entramos al hotel a tomar un descanso, pues no habíamos dormido en toda la noche, me miraba en el espejo y no podía creer como llevaba mi cabello, mi madre se podría infartar si me viera, aún en estos momentos la recordaba.

No pensaba que fuera una mala persona, simplemente sus decisiones fueron las erróneas tenía que poner un ejemplo ejemplar para que nadie pensara en que solo por ser mi madre iba a tener beneficios, si tan solo mi padre estaría vivo me diría que hacer.

Al salir del baño Sebastián se encuentra comiendo algún fruto seco del mercado, dejándome a mí las frutas, habían sido más caras de lo que pensaba pero el sabor de algo más que no sea sopa de repollo era gratificante para mí, nadie hablaba mucho solo nos mirábamos.

—Se te ve bien el cabello corto — Me dice Caleb, algo me causaba disturbio en la cabeza, las meretrices parecían conocerlo, pero de dónde quería preguntar, pero sabía que no debía, me acuesto en la cama.




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