La voz de Kiara era tan suave que me provocaba alivio, pero la noticia me había tensado todo mi cuerpo. Solo podía ver a mi padre como un completo desconocido. De la nada empecé a pensar en Jack.
-Kiara, ¿te puedo pedir un favor?
-Claro.
- ¿Podrías ir a buscar a mi amigo Jack y decirle que estoy bien? Es un chico de ojos verdes, pelo castaño largo y bastante alto.
-Sí, iré a buscarlo
Kiara se levantó y se marchó de la habitación. La bandeja con el plato de arroz tres delicias seguía delante de mí. Las tripas me rugían y me pedían a gritos que devorarse aquel plato. Pataleé el plato esparciendo el arroz por todo el suelo. Preferí no comer.
Las horas pasaban y el sueño me ganó. Dormí en el frío suelo. Aún cuando me desperté el cuerpo me pesaba. Mi padre me miraba serio, sosteniendo un nuevo plato con arroz.
-Come de una vez, ¿quieres? -acercó el tenedor a mi boca. – Sé que estas cabreada, pero no es una excusa para aceptar la comida que te hago. Ya que te he cocinado tú plato favorito, lo mínimo que podrías hacer es comer.
El tenedor estaba a escasos centímetro de mi boca. Giré la cabeza hacia otra dirección. Mi padre me tomó del mentón y me metió el arroz a la fuerza.
-¡Traga y come de una vez! Desayuna que tenemos que irnos.
-¿Me vas a decir a dónde nos vamos o me vas a seguir ocultando cosas? Por ejemplo: Kiara, mi hermana.
Mientras mi padre ponía los ojos en blanco y el silencio llenaba la habitación, Kai entró en la habitación junto a Jack y Azazel.
-En nada no tenemos que ir, daros prisa. -nos exigió con su arrogante voz.
Kai hizo desaparecer la cadena que me retenía atada a la ventana. Yo comí algo y, mientras, Jack se mantenía callado al fondo de la habitación. Azazel nos dio a Jack, a mi padre y a mí unas capas.
-Cubríos la cabeza con eso, no pueden saber que estáis aquí. -habló Azazel.
-¿Por qué? -miré la capa.
-Se te explicará todo cuando llegue el momento.
Azazel salió de la habitación.
-No entiendo a qué viene tanto secretismo. -protesté en voz baja
Kai me agarró del brazo y me atrajo hacia él.
-Calla y obedece, humana.
-Mi nombre es Collet.
Me puse la capa. A continuación, salimos de la fortaleza de Azazel y caminamos por la ciudad. Lo tejados de las casas orientales eran de color rojo cerezo. Sus habitantes vestían maravillosos kimonos coloridos y adornado con estampados florales y forma. La ciudad era preciosa, algo que nunca había visto.
Caminamos hasta llegar a un enorme palacio. Era el edificio más alto de la ciudad, el que más destacaba. Azazel anunció que estábamos delante del palacio imperial. Pasamos y caminamos por amplios pasillos largos hasta llegar a una sala oscura que se iluminaba ligeramente por unas velas. Estaba en medio de la sala y un total de cinco demonios me observaban. Al único que podía ver con más claridad era a uno con pelo negrizo, ojos dorados y felinos y con aspecto más humano. Azazel estaba entre esos demonios, pero no le veía.
-Mucho tiempo sin verte, Caín. -habló en voz alta el de los ojos dorados.
Se acercó a mí con total tranquilidad.
-¿Esta es la humana de la que me hablaste, Azazel?
-Sí, Lucifer.
Tenía a mismísimo señor del Infierno delante de mis pies. Él me observaba y analizaba con sus ojos felinos. Mis manos temblaban de forma descontrolada. Las pegué a mi cuerpo para que temblasen menos. Lucifer señaló a Jack con la misma curiosidad con la que me observaba a mi.
-¿Quién es él?
Mi padre cogió aire para hablar. Lucifer le ordenó que guardase silencio interrumpiéndole antes de que pudiese hablar.
-¿Acaso te he mirado a ti? He mirado a tú hija.-se volvió a girar hacia mi, esta vez más cerca.-¿Quién es él?-repitió.
-Es Jack-tartamudeé sin darme cuenta. -Un amigo mío.
-Los humanos sí que sois pequeños.
Se cruzó de brazos y volvió a su sitio, junto al demonio que estaba a su lado. No me quitó ojo de encima y siguió analizándome mientras cuchicheaba con su compañero. Luego miró a Caín. Yo me tomé la molestia de dirigir miradas a los demás integrantes de esa reunión. A Azazel ya le conocía, pero a los otros dos no: El primero tenía cuatro brazos y tenía una marcada mandíbula de boxeador, además de estar calvo y tener barba. Parecía un vikingo. El segundo demonio tenía la piel más pálida, ojos más claros y rasgados. Su rostro era mucho más gentil que el de los otros. Este tenía el cabello de un color grisáceo.
-Dime una cosa, Caín. ¿Es verdad que tu hija se va a casar con Kai?
Mi padre, apretó los puño con furia y rabia. Posteriormente asintió. Lucifer sonrió.
-Perfecto, entonces la transformarás en seis meses en una demonio con tu magia.
-Espera, ¡¿qué?! ¡No haré eso!
-Lo harás. No estás en posición de contradecirme.
Alzó la mano y dio un chasquido. De repente sentí una presión en todo mi cuerpo apretándome, estrujándome y provocándome un inmenso dolor. No pude evitar soltar un chillido de agonía.
-¿Lo harás?
-¡Sí, pero detente!
Caí al suelo. Jack me sujetó con firmeza para que no me derrumbase por completo. Lucifer sonrió con satisfacción mientras le miré directamente a los ojos con odio.
-Bien, entonces ese será el plan. ¡Kai!- llamó en señor al hijo de Azazel
Kai se enderezó de inmediato, casi me atrevía a decir que tenía miedo. Sus piernas temblaban como las de un poyo.
-¡¿Sí, mi señor?!
-Tendrán seis meses para conoceros. Vuestro matrimonio ha de ser convincente. Más te vale evitar la guerra, Kai.