Desperté en “mi dormitorio”, que en realidad era de mi nueva hermana. Kiara e animó a compartirla conmigo. Ella ya estaba despierta, obervándome sentada en el borde de la cama. Sus altones ojos claros estaban fijos en mi.
-¡Buenos días! Te has dormido unas 10 horas, no pensé que dormirías tanto.
-¡Eh!...
-Los ángeles no necesitamos dormir. Si lo hacemos es porque no aburrimos.
-¿Y los demonios?
-Sí pero no tanto.¿Sabías que hablas en sueños?
-¿Me has vigilado?
Kiara asintió con entusiasmo. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo de pies a cabeza. Ella me cogió de las manos.
-Tenemos que recuperar el tiempo perdido, hermana. ¡Vamos!
Tiró de mi con fuerza. Caí al suelo y me levanté aturdida. Kiara volvió a tirar de mi brazo.
-¡Espera!
Kiara se asustó de mi repentino grito. Su energía y carácter vivaz desde primera hora del día me exhaustaba.
-iré a desayunar…-me dirigí a la puerta. -Sola.-dije tras percatarme que Kiara me seguía.
Caminé hacia el comedor. Cuanto antes escapase de Kiara, mejor era para mí. Jack estaba ahí desayunando una fruta puntiaguda y de color rosa. Sonrió ligeramente y saludó al verme. Me senté a su lado.
-Un día de estos me da algo.
-Tendremos que acostumbrarnos. -se encogió de hombro y dio un bocado a la fruta.
Necesitaba hablar con alguien y ese alguien era Jack. Decidí quitarle la fruta de las manos para lograr que me prestase una mínima atención.
-Necesitamos salir de aquí- susurré mirando la frutilla.
-¿Y cómo lo va a hacer? Los ángeles han aniquilado a toda la humanidad, probablemente seamos los últimos humanos y para colmo estamos rodeados de demonios. ¡Si estamos escondido será porque no estén buscando!
-¿Y sino saben que estamos vivos? Tal vez crean que de verdad no hay más humanos. -sugerí.
Jack dilató sus pupilas, mostrando sorpresa por mi teoría que bien podía ser cierta. Frunció el ceño, pareciendo discutir consigo mismo. Me comí lo que quedaba de su fruta y él se quejó con un gruñido.
Miré a mi alrededor. Había sirvientes en cualquier lado que mirase- También estaban los guardias de Azazel, vigilando cada rincón del palacete. Uno de los criados se acercó a nosotros.
-Kai quiere hablar contigo. -anunció mientras hacía un gesto para que le siguiese.
Me despedí de Jack y fui tras los pasos del sirviente. Se me guió hasta el dormitorio del hijo de Azazel. Su cuarto era totalmente oriental y amplio. Tenía ese encanto asiático.
Kai estaba sentado de rodillas, con su kimono de color rojo vino, delante del balcón. Levantó la mano y el criado se retiró. Después, Kai hizo aparecer la cadena y tiró de ella, arrastrándome por el suelo hasta quedar a pocos centímetros de él. Me raspé las rodillas. Vi más de cerca su detestable belleza de ojos felinos y facciones faciales bien definida.
-Tienes mucho que aprender. Tenemos que convencer a Argansta de que eres un demonio de verdad.
-¿Argansta?
-La reina del reino vecino.
Se giró tomándose el detalle de mirarme a la cara mientras me dirigía la palabra. Me observó con desprecio y asco. Luego señaló una pila de libros.
-Ahí tienes los libros de magia y otras cosas.
-¿De qué es cada libro?
-¡Léelos! No esperes que te dé las cosas hechas.
Soltó un bufido y se levantó poniéndose en pie. Ojeé los libro por encima, que estaban hecho a mano. Todos esos manuscritos estaban escritos en una lengua que desconocía. Parecía un mensaje codificado.
Kai se dio cuenta cuando me vio confundida y embobada. Cogió de la mesa unos papeles y me los tiró a la cara
-Me he tomado la molestia de hacerte un alfabeto y una recopilación de las reglas de nuestro idioma. Tanto gramática y fonética.
-Vaya, no sabía que podías ser amable
-No te confundas, lo hago porque el plan debe salir bien. Ya oiste a Lucifer
Recordé ver a Kai pálido, temblando de miedo frente a la presencia del señor del Infierno.
Me propuse a entender ese idioma. Tenía tan solo seis meses para aprender el idioma demoniaco, entender la magia y la nueva realidad que me rodeaba y a la cual me enfrentaba. Debía comportarme como una de ellos.
Jack me buscaba. Yo estaba en el jardín, con uno de eso libros que Kai me dio. Se sentó a mi lado, en el borde de la fuente que había en medio del patio.
-¿Qué es eso?-señaló el libro.
-Tengo que estudiar y aprender a ser un demonio.
-¡Oh! Sí, claro…El plan…La falsa boda.
El rostro de Jack se ensombreció. Bajó la cabeza y miró al suelo por unos segundos.
-Lo que me dijiste en el desayuno…Es solo una posibilidad.
-Lo es.-dije dándole la razón y seguí mirando el manuscrito.
-Solo dilo de una vez. ¿Cuál es tu plan?
Jack y yo nos conocíamos desde pequeños. Mi mejor amigo era como un segundo hermano para mi.
-Usar a Kiara y a Kai para escapar de este sitio. Vengarnos de todos los que destrozaron nuestro mundo y mataron vidas inocentes.
-¿Y cómo piensas hacerlo?
-Tan solo confía en mi, Jack. Por ahora centrémonos en ganar la confianza de Kiara.
Jack suspiró y negó con la cabeza.
-Espero que sepas lo que haces Collet.