Desde la ventana de la habitación, podía ver a Kiara y Kai en el patio de rosas. Los dos hablaban y reían como dos niños pequeños. Alguien llamó a la puerta. Jack asomó la cabeza. Tenía el pijama ya puesto.
-¿No vas a bajar a cenar otra vez?
No respondí. Jack se acercó a mi con un plato de comida extraña. Era una carne hecha tiras de un color negrizo. Luego, cogío un poco de la comida con las manos.
-Prueba.-me ofreció.-Está riquísimo.
-¿No puedes comer con un tenedor?
-Olvidas que aquí se come casi todo con las manos.
Negué con la cabeza, exhausta, y volví a observar el exterior a través de la ventana. Jack se sentó junto a mi y también miró a Kai y Kiara.
-Oye, estás muy callada…Igual que tu padre.
-Estoy bien.
-Eso mimo ha dicho tu padre.
-¿Podemos hablar de otra cosa?-hablé alzando la voz ligeramente.
-Sí, come.
Cogí un trozo de carne de mal humor y porque Jack no iba a parar de insistir. Le quité el plato de las manos porque tenía razón: ese potingue negruzco estaba delicioso.
Los dos seguimos observando a esos dos juguetear como do niño pequeños. Era raro ver a Kai sonreir.
-No sabía que podía dejar de estar enfadado.-comentó Jack con gracia.
-Kiara y yo hemos estado hablando estos días. Me ha hablado mucho de Kai describiéndole como un hermano mayor sobreprotector y cariñoso.
-¿Así que os habéis hecho amigas?
Miré a Jack con incredulidad.
-No olvides que la vamos a usar. Kiara es justo lo que necesitamos.
-¿Estás segura?
-Sí. Solo dame un par de días y te contaré todo lo que sé
-Claro, sabes que estoy contigo.
-Gracias.
Tal y como le prometí, tras dos días nos volveríamos a encontrar. Era de noche y Kiara e preparaba para irse a la cama. Se estaba cepillando su rubia melena despeinada en el tocador.
-Oye se me olvidó hacer una cosa. Vuelvo en uno minutos.-dije dirigiéndome a la puerta.
Kiara me preguntó algo, pero ya había cerrado la puerta. Su voz era poco claras tras la madera roja de la puerta.
Me dirigí hacia la habitación de Jack, que estaba al final del pasillo. Pasé sin tocar la puerta.
-Ya estoy.
-Buenas noches.
Conté a Jack todo lo que sabía sobre Kiara: que vivía escondida porque el cielo la buscaba por u poder, que se crió en la familia de Azazel y todo lo que descubrí sobre los demonios. También traje la lista que Kai me dio sobre sus guto. Escribió tan solo 3 palabras.
-Poder, silencio ¿y tranquilidad? Pero si está todo el día gritando a los sirvientes y quejándose de todo.
-Irrónico, ¿no?
-Collet, ¿y cuál es el poder de Kiara?
-Ni idea. Solo sé que comparte el mismo con Caín.
-Y ahora mimo te llevas fatal como para preguntarle.
-Ya…
Jack soltó un peado suspiro.
-¡Si es que no piensa!-se quejó y dio un par de vueltas por el dormitorio, pensando.-Tú tienes que hacer las paces con tu padre y yo acercarme a Kiara. Hay que ganar la confianza de todos…
-No, mejor intenta hablar con los sirvientes. ¡O incluso con Azazel! Sería muy útil.
-Collet, solo hablar no nos llevará a ningún sitio. No es suficiente para escapar.
-Tienes razón, pero nos vale para dar los primeros pasos.
Le pedí una hoja y un lápiz a Jack. Los dos nos sentamos en la cama para dicutir el plan a seguir. Era momento de seguir unos objetivos realista.
Me levanté rápido del suelo. Me desperté confundida y vi el reloj de muñeca de Jack. Llegaba tarde a la reunión que tenía con Kai. Salí corriendo del dormitorio y dejé a Jack que siguiese durmiendo. Busqué a Kai por todos lados. Me encontré con Azazel en el comedor del palacete. Me dio los buenos día.
-Justo a ti te buscaba Kai.-dijo jalándome del brazo y arratrándome con él.-¡Sígueme!
Me llevó con él hasta la cocina, donde Kai estaba examinando rigurosamente platos de comida.
-Llegas tarde.
Me disculpé con Kai mientras Azazel cerraba la puerta.
-¿Por qué tanta comida?-pregunté confundida viendo a los sirvientes preparando grandes cantidades de comida.
-Por el baile de nuestro compromiso-anunció Kai.-¿No te lo dije? Perdón se me debió olvidar.-me dedico esa sonrisilla detestable.
-¡¿Cómo que baile?!
-Tranquila.-Azazel me dio unas palmadas en la espalda con su gigantesca mano que era tan grande como mi cara.-Estarás espléndida y parecerás una de nosotros. Tu padre y mi esposa te esperan arriba.
Azazel me volvió a arrastrar por los pasillos de la fortaleza. Subimos un par de pisos hasta llegar a los aposentos de su esposa: Miyuki. Pocas veces nos habíamos visto. Su pelo era eextremadamente lacio y de un color negro brillante. Su piel de color caramelo parecía suave. Cuando entré a la habitación me miró con esos intensos ojos rojos, los mismos que Kai tenía. De hecho Kai había heredado losojos y tétrica belleza de su madre.
-Cariño, aquí está Collet-Azazel asomó la cabeza por la puerta.-Ya me voy.
Mi padre y yo nos miramos por unos segundos, por un breve instante. Después, nos evitamos de inmediato. Pude verle pálido y cansado, se veía enfermo. No podía de dejar de pensar que, en unos instantes, se daría comienzo al plan. El primer paso, era convertirme en un demonio…