Sentí calor en mi cuerpo y de la nada empecé a ver escenarios que no había vivido. Todo ocurría demasiado rápido y, cuando me di cuenta, al abrir lo ojos ya estaba de vuelta en el dormitorio de Miyuki. Mis piernas temblaban de miedo. A mi padre se le podía notar alterado. Se marchó sin avisar, dejándome a solas con la esposa de Azazel.
Me miré en el espejo que estaba al lado del armario. Era más grande, más alta, mi piel tomó un tono más bronceado y mis ojos, conservando su color ámbar, tomaron una forma más afilada. Además, toqué los dos cuernos que tenía a ambos lados de la cabeza.
Miyuki se acercó a mi incrédula
-¡Perfecto!-declaró abriendo el armario.-Ahora toca vestirte para el baile. Debes estar espléndida.
Miyuki tocó una campanilla. Varias criadas entraron una tras otra, en fila india. De inmediato me rodearon, sacaron ropas y ropas orientales. Cada prenda estaba teñida en colores vivos y llamativos. Miyuki decidió prestarme uno de sus vestido. Se ajustaba a mi cuerpo, llegaba al suelo y era de color negro con un bello estampado verde con formas geométricas. El color verde del vestido contrastaba con mis ojos. Bajo varias capas de tela de esa especie de kimono, me dirigí hacia Miyuki caminando como un pato.
-¿Nunca has llevado un “Uchikake”?-dijo nombrando la ropa que yo llevaba puesto.-Debes caminar con pasos pequeños y elegantes.
Miyuki extendió la palma de su mano e hizo aparecer una llama de fuego en su mano. Me quemó los pies cada vez que fallaba al andar. No paró hasta que mi andar fuese decente. Acabé con los pies llenos de ampollas y quemaduras graves en carne.
Antes del baile fui a la habitación de Kiara, donde yo descanaba. Kiara estaba ahí vistiendo un elegante kimono de color rosado. Me tiré en la cama, agotada.
-¿Qué te pasa?
Levanté los pies para que pudiese verlos.
-Miyuki ha usado mano dura…¿Existe alguna forma mágica que curre heridas?
-Puedo hacer un hechizo para hacer desaparecer el dolor.
-Si por favor.
Kiara pronunció unas palabras. De la nada, el hinchazón y escozor que sentía en mis pies desapareció. Ella me miró con el ceño fruncido.
-¿Qué me miras?-solté en tono borde.
-Solo…Es raro que la magia funcione sobre ti. Lo que únicamente puede tener efecto sobre un humano son los hechizos.
-Pero son lo mismo,¿no?
-No son cosas distintas. Es más, los humanos tenéis antimagia y por tanto la magia se anula sobre vosotros.
-No lo pillo.
-Supongo que es difícil de entender.-Kiara se encogió de hombros.
Llamaron a la puerta. La abrí y vi a Azazel junto a su esposa. Habían venido para recogerme. Azazel miró a Kiara extrañado.
-¿Qué haces así vestida?
-Me lo he puesto para el baile, padre.
-No, no, no. Tú no vas a ninguna parte, Kiara.-le dice Miyuki seria.-Nadie más aparte de nosotros y la Corte de las Sombras debe saber que existes.
-No creo que ocurra nada si Kiara sale por una noche de su cuarto.
-Tú no te metas, niña.-me advierte Miyuki con tono despectivo
-¡No es justo que Kiara se pase la vida encerrada!-protesté.-Creo que ella tiene derecho a conocer el mundo.
-Collet, yo no me meto en tus asuntos. Tampoco lo hagas tú en lo nuestro o tendremos problemas.
Azazel me habló con un tono frío y borrando su cálida sonrisa de su cara. Me miró dándome una advertencia con su ojos y se fue. Miyuki fue detrás de él y yo detrás de ellos. Llegamos hasta una sala. Azazel nos indicó que entraríamos al salón de baile tras oir el retumbar de los tambores. Posteriormente e marcho, abandonándonos a las dos.
Se oían voces y música detrás de las puerta. Yo esperé a escuchar los tambores.
-Te queda prohibido hablar con alguien que no seamos nosotros o las Corte de las Sombras. Y tampoco hablarás con tu padre o ese amigo tuyo humano.
-Pero-
-Y harás caso a las órdenes de Kai en todo momento. Debes estar a su lado siempre.-añadió interrumpiéndome.
-¡Eso suena a ser una esclava!
-Ese es el protocolo a seguir, niña.-me informa ella.-Acordado por la Corte de las Sombra y tu padre
Quedé en silencio. Cuando sonaron los tambores, entramos. Kai también e había arreglado para la ocasión. Llevaba un traje bañado en oro. Me quedé a su lado por un buen período de tiempo. Todos los invitados bailaban, nosotros nos quedamos de pie sin dirigirnos la palabra.
De repente, un grupo de tres se nos acercó. Había un chico con el pelo negro brillante y ojos negros de cazador. Parecía agradable. Detrás de él caminaban dos demonios: un chico y una chica. Debían de ser familiares ya que se parecían mucho. Compartían el mismo cabello rizado pelirojizo y los mismo ojos verdes lima.
El chico amigable se dirigió especialmente a mi.
-Hola, Kai-saludó con elegancia.-¿Esta es la mujer por la que has roto el compromiso con la reina Argansta?
-Hola…Riuk.-Kai se giró a mirar a los otros dos.-Hiro, Himiko…Buenas noches.
-¿Cómo te llamas?-me preguntó Riuk.
Esperé a que Kai me diese el permiso para hablar. No se molestó en mirarme y no dijo nada. Sentí furia que me impulsó a hablar.
-Soy Collet-intervine sin el permiso de Kai.
-Un nombre un poco común…
Hiro, frunciendo el ceño y observándome con sospecha, se acercó a mi, a pocos centímetros de mi cara.
-¿De qué familia eres?
Quedé con la mente en blanco, pensando en qué mentira decir.
-¿Por qué me miras así?
-Señor yo…
El chico se extrañó aún más. Pareció enfurecerse.
-¿Sabes quien soy? No, lo creo por tu cara…
Su pregunta me dejó aún más desconcertada. Kai soltó una risa tensa y me dio unas palmaditas en la espalda.
-Es que Collet es muy bromista. Así no me aburriré durante nuestro matrimonio.
Todos soltaron sus carcajadas, a excepción de Hiro. Él solo sonrió levemente y me siguió mirando con desconfianza.
Kai se alejó y me llevó a un lugar a parte, en una de las esquinas. Empezó a hablarme mal.