Entre las cenizas

11-Sueños del pasado

En El Cielo la concepción del tiempo era muy distinto. Los ángeles podían vivir por varios años, incluso milenios. Esa larga vida les permitía despreocuparse por el mañana. Vivían de fiesta en fiesta, de amistad en amistad, relaciones en relaciones y de con un modo de vida que consistía en probar cosas sin parar. No tenían ninguna rutina, no había ningún compromiso con nadie ni nada. Podían ser una perezosos leales y de buen corazón, pero eran vagos ignorantes.

En un rango más alto, estaban los serafines:seres divinos inmortales y solo podían morir si se les decapitaba. Ser inmortales no les hacía inmunes a las heridas y enfermedades.

Hubo una reunión entre los 6 Serafines Creadores: los líderes del Cielo.

-Son muchos que han acabado con sus vidas.-habló Oliver, el Serafín del agua, mientras ojeaba la interminable lista de nombres

-Nosotris no podemos hacer nada.-anunció Irina, la Serafín del viento.-Esto es una pérdida de tiempo.

Irina se puso en pie y con despreocupación se marchó hacia la puerta. Todos los demás la siguieron, dándose por concluida la reunión. Caín, el Serafín de la destrucción y rey del Cielo, se dirigió a Solana:reina del Cielo y la serafina de la creación..

-¡Solana, espera!- se paró un poco jadeando cansado por correr.-Tenemos que hacer algo, esto no está bien. Son muchos ciudadanos que acaban con sus vidas cuando llegan a los 2000 años.

-Un ángel ya puede considerarse viejo a los 2000 años.

-Pero les quedarían un milenio más de vida. No pueden matarse.

-¿Y qué quieres que haga? Si quieren matarse yo no puedo detenerles.

-¡Claro! Y no nos preocupamos y nos comportamos como insensibles porque nosotros somos inmortales,¿no? ¡Fingir que todo está bien es la más correcto!-gritó Caín

Se hizo un silencio total. Solana apretó los puños y ,pocos segundos después, apretó los dientes.

-Yo...Lo siento, cariño. No quise...-tartamudeó él.

Solana le brindó una fuerte cachetada a Caín.

-!No me vuelvas a levantar la voz¡ ¿Te quedó claro?

Caín asintin y su pareja se hechó su melena dorada a un lado, indignada. Se alejó caminando hecha una fiera, dando pisotones. Aramis, el Serafín del Tiempo, escuchó la pequeña discusión desde una esquina del pasillo. Cuando Solana se alejó lo suficiente, se acercó a Caín.

-Ya sabes cómo es Solana: odia que le lleven la contraria y que le levanten la voz. Odia aún más cuándo te pones así de temperamental.

-No me lo repitas, la conozco de sobra...¿Olvidas que estoy casado con ella?-levantó la mano en la que llevaba el anillo.

-Vosotros sois distintos. Os toleraís muchas cosas y vuestra relación persiste. Pocas veces se ve a un ángel realmente enamorado.

Caín suspiró y se tocó la mejilla, que le ardía por la bofetada. Frunció el ceño, molesto.

-¿A ti no te preocupa lo que pasa?

-Caín, llegan a sus últimos años de vida, se dan cuenta de que han perdido el tiempo y despreciado su vida. Por eso los ciudadanos se sui-

-¡No digas la palabra!-interrumpió Caín a Aramis.-Es horrible.-se tapó los oídos.

Aramis no puedo evitar no reírse por ese simpático gesto de Caín. Segundos después le hizo un movimiento con la cabeza, indicándole que le siguiese.

Ambos fueron a la sala del tiempo. Ahí era donde Aramis trabajaba. Todas sus visiones que veía se las contaba a sus monjes y ellos las retrataban en pergaminos. Habían textos que describían el pasado y otros que describían el futuro posible a ocurrir. El trabajo de Aramis era velar por un futuro mejor para el Cielo.

La sala era un sin fin de estanterías. En medio de ella había un gigantesco reloj de arena de oro. Los granos de su interior caían una tras otra. Caín se heló al ver que quedaba poco tiempo. Ese reloj indicaba el tiempo que quedaba para el fin del orden.

-El reloj...-susurró Caín.

-Los desterrados...planean una rebelión. Se acerca una guerra.

-Eso es imposible.

Todos los desterrados del Cielo, aquellos quienes se les consideraban pecadores, eran llevados a la isla del olvido. Era una cárcel de alta seguridad donde se usaban métodos cuestionables para reformar a los pecadores. El problema era que una vez se entraba a la isla del olvido, pocos salían de ahí.

-Eso es prácticamente imposible, escapar de ahí.Por lo tanto, no pueden llevar a cabo una guerra.-habló Caín.

-De no ser que alguien les haya sacado de ahí.

De repente los monjes se detuvieron, quedando quietos como estatuas. El reloj de arena se paró. El tiempo se detuvo por completos después de que Aramis chasqueara los dedos.

-Sé lo que hiciste esa noche, Caín.

El Serafín se quedó paralizado. No había dicho nada a nadie. No obstante había una única forma de ser delatado y esa forma eran los ojos del Serafín del Tiempo. Aramis era capaz de vez en pasado, presente y futuro con sus tres ojos.

-¡¿Crees que sacar a Lucifer y Azazel fue una buena idea?!-levantó la voz furioso y agarrando a Caín por el cuello de su toga.-Imbécil, más prisioneros han escapado y alguien a robado la gema de la creación.

Las gemas eran piedras creadas para contener todas las mafias elementales y evitar un abuso de esta, ya que los serafines era seres que podían tener todo el poder de su elemento correspondiente. Con esas gemas, su poder divino quedaba limitado.

-Perdón, yo creía que...

-Creiste que las cosas podían ser distintas, que Azazel y Lucifer habían cambiado.

Aramis soltó a Caín y trató de calmarse. Apretó el puño, le dio la espalda a su compañero y se cruzó de brazos.

-Sé que quieres que ellos no sufran, pero son las consecuencias a lo que hicieron. Infringieron la ley y cometieron crímenes siendo plenamente conscientes de que lo que hacían no estaba bien. Quién hace daño intencional una vez, lo volverá a hacer una y otra vez si le apetece. Caín, tienes que solucionar esto.

-Sí, les devolveré a la isla ahora mismo.



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En el texto hay: #demonios, #fantaiaoscura, #romantasy

Editado: 28.12.2025

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