El día estaba perfecto: nubes grises, brisa fresca, clima adecuado, no había tanto movimiento en la isla. Julia salió a dar un paseo sola, quería sentarse en algún lugar solitario a escribir; deseaba continuar la novela que tenía en proceso, pero por su mente no pasaba el qué podía escribir; cuáles serían las palabras correctas para describir lo que no sentía, o al menos eso pensaba; otro motivo era que estaba muy metida en sus personajes principales. Trataba de un romance juvenil que no terminaba bien, uno de los dos moría; no quería llegar a ese final porque sabía que su sufriría lo suficiente... aun así no quería poner un final alternativo, ese era el correcto. Caminaba por la calles con ropa deportiva, después de tanto tiempo en la isla las personas todavía se quedaban viéndola como a una extranjera; era su color de piel y ojos que la distinguían del resto de población, ella lo sabía, pero sin prestar atención a los ancianos que la veían desde los andenes de sus casas sentados en mecedoras de mimbre llegó a una callejuela que no había visitado antes, no tan central y más tranquilo. al final de la calle vio una cafetería con una fachada medio rústica, con boleros de fondo de Julia amaba. se sentó en una de las mesas que había en la calle, reparó en un letrero de "se busca empleado" en la puerta, pero lo pasó por alto. pidió un café con leche. la atenció un señor de avanzada edad, bajo y con un carisma que le causaba ternura.