Entre Las Sombras

En La Mira

—"Ellos te tienen en la mira también desde que hablaste con mi madre. Sé que vas a intentar sobrevivir a todo tipo de ataque. Quiero ayudarte a no morir." Soltó León casi como si las palabras le pesaran.

—"Ni siquiera te conozco, no desconfiaría menos de ti. Estás igual de loco que ella, seguro y terminas como ella" Replicó Maraia con un toque de esa misma desconfianza y desdén en su voz.

León, casi ofendido bufó, guardando los dibujos.

—"Vale, cree lo que quieras... no quiero que me postules como tu enemigo el primer día. Cualquier cosa... me llamas." Entonces dejó su tarjeta personal, algo quemada, vieja y sucia en la mesa del comedor. Se levantó y caminó hacia la puerta, saliendo antes de que oscureciera y antes de que Maraia lo sacara a patadas.

Sin dudarlo, Maraia casi de inmediato corrió a la ventana para ver que rumbo tomaba León.

Molesta al ser interrumpida por varios nocturnos que se amontonaban justo bloqueando su visión ya que ver nocturnos salir de repente fuera de las casas es ahora algo que con el tiempo se volvió normal, ella misma se rindió y cerró la cortina con más brusquedad de la normal.

Aunque un rostro de uno de ellos permaneció en su mente, se quedó callada y no quiso seguir pensando en las palabras de León.

Con un aire decidido, tomó su calendario de la mesita de noche y lo tiró al bote de basura de la cocina, si iba a perder la noción del tiempo ahí encerrada en su hogar, lo haría bien, sin contar los días como presa.

Y entre eso, algo tocó la ventana, tres veces, no le prestó atención, sabía que probablemente era un Nocturno.

Otra vez, tres veces, y otra, y otra, y otra vez.

Con pasos cansados se asomó, moviendo un poco la cortina para ver bien, ¡no lo negaría! Es curiosa, pero casi cae al ver un hombre alto de brazos y dedos largos, de uñas mordidas, ojos oscuros con movimientos casi frenéticos y era muy flaco, en los huesos se puede decir. Su sonrisa era igual de inquietante que la de todos ahí, pero él resaltaba porque era ese nocturno que tanto resonaba en las voces de esos últimos días. En la voz de León.

—"Qué mierda..." Escupió ella con asombro, cerrando la cortina.

Maraia casi corre a verificar que las puertas estaban cerradas, pero el nocturno habló y eso captó toda su atención.

—"¿Sabes... Maraia? No hay muchos, más nos rodean." La voz parecía demasiado fuerte, o tenía entonaciones muy resonantes, sino, no se escucharía, pero ahora se escucha y eso la aterra.

—"¡Awh! ¿Esa cara larga? Te estoy viendo, Maraia, no te escondas tras esa cortina, ¿estás jugando conmigo? ¡Amo los juegos! Si quieres, vuelvo mañana para jugar como es debido, o abre la puerta y..."

Cuando el Nocturno dejó de hablar, Maraia corrió con toda su fuerza a encerrarse en su habitación, tapó ventanas y apagó luces, estaba en shock.

Tomó aire, agarrando fuerzas para levantarse y tomar el teléfono que estaba a un lado de la TV. Intentó acordarse del número de León y le marcó, cruzando los dedos para que contestara él.

—"¿Quién habla?" La voz profunda y algo distorsionada por la señal resonó entre el silencio de la habitación de Maraia, se sintió algo aliviada al reconocer que era León.

—"¿Pues a quiénes más les has dado tu tarjeta? Juzgando por lo maltratada que estaba, seguro solo tenías una." Susurro, dándose el lujo de ser sarcástica a pesar de su temblor constante. —"No estoy para juegos. León, he visto a ese tipo, el cabron del que me hablaste, me habló sobre algo de juegos y..."

—"¿Lo dejaste pasar? Eres una tonta." Interrumpió León sin siquiera dejarla explicar y aunque su reacción haya sido idiotamente calmada a pesar de las principales palabras y situación de Maraia, se notaba una leve agitación en su respiración.

—"No lo hice, estaba fuera de mi ventana junto con otros de los suyos. ¿Qué hago? De verdad, estoy asustada. Con razón la gente los señala." Resopló Maraia aún sin subir demasiado la voz, y ¡claro! Sin dejar de ser interrumpida, recibió la contestación de León.

—"Encierrate, apaga las luces, no hables con ninguno de nuevo a pesar de que te llamen..." ¿León estaba comiendo? Se escuchaba que masticaba algo, era irritante la poca atención que le daba cuando ella estaba alarmada. —"Duérmete y no hagas ruido, si con suerte sigues viva, mañana cuando salga el sol voy a tu casa y te traigo a la mía, estarás... más segura, supongo. Ten una buena noche, Mara, hasta mañana."

Qué cabron.

Y cortó la llamada. Maraia no quedó con más alternativas que obedecer, más no durmió hasta que salió el sol, se quedó matando el tiempo mientras empacaba cosas valiosas, ropa tal vez o simplemente se quedó escribiendo en una libreta algunas palabras que había oído venir de ese nocturno, de León y hasta de ella misma o de sus pensamientos.

"•Alejados de la realidad el mundo los vió crecer en contra de su voluntad.

•No hay muchos más, nos rodean.

•La gente los señala.

•Extraños los menosprecian.

•Ellos no han hecho cosa mala...

•¿Tal vez no aceptan el que no piensen como nosotros?"

Entonces un rayo de sol proviniente de una llanura no tapada de la ventana iluminó el cabello anaranjado de Maraia, fue entonces cuando se levantó, abriendo la puerta con dificultad y caminando a la sala, sentándose para esperar a León, con más ansias de las debidas mientras mordía sus uñas y su pie golpeaba insistentemente la madera de su piso con tal ansiedad y adrenalina que le recorría las venas.




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