Entre las sombras del caos

Prólogo.

El repicar incesante de la tóxicas gotas de agua sobre el techo  trastornaba aún más la tranquilidad que desde hace mucho tiempo seguía buscando. Fuera aún podía escuchar un fino hilo de los gritos y llantos de la gente que aún se encontraba fuera, sin un techo con el cual cubrir sus repugnantes cuerpos.
El mundo era... era completamente decepcionante, a mi ver, nada era como nos lo habían prometido, hace casi 10 años que el sueño de los autos voladores, la tecnología inimaginable y la felicidad reinante se había escurrido hasta las cloacas- si es que aún existían como tal- nada ocurrió como no lo aseguraron. Una guerra devastó el mundo,   arruinándolo por completo de todos y cada uno de los modos posibles. Miles de países desaparecieron como tal y solo quedaron los escombros de las almas destrozadas de los soñadores. Las bombas caían como gotas de lluvia por todos lugares, incesantes pero indómitas. Hacía tiempo que la contaminación también había desolado el planeta, sin recursos, ni comida solo quedaban los desastres, las personas comenzaron a comerse entre sí, destripando unos a los otros y devorándose como nosotros mismos habíamos devorado la esperanza de un futuro limpio e surrealista.  Si no te comían vivo o morías por culpa de la tóxica lluvia o por inanición, debía morir por culpa de cualquier enfermedad, sin recursos: no había medicamentos, ni hospitales, ni doctores, cada quien se rascaba con sus propias uñas a merced de quien quisiera matarte para servirse de alimento. 
Hasta el momento el mundo sigue igual, entre las tinieblas que nosotros mismo creamos, nadie más que nosotros. 
Y seamos realistas, nadie en su vida habría creído que una chica como yo sobreviviera a un mundo tan caótico como el que ahora era mi hogar, pero a pesar de ello comenzamos a aparecer personas peculiares como yo, éramos difícilmente encontrados entre las sombras, éramos casi inmunes – había algo en nuestro ADN que solo la radiación exponencial nos había dotado - a las enfermedades que vencían a las demás personas e incluso la lluvia toxica no nos dañaba tanto como a los otros. Éramos como indómitos, en cierto sentido, hasta que nos iban comiendo vivos unos a unos o los huestes – de las naciones que aún podían sostenerse - nos llevaban como alimento o incluso nos reclutaban para sus tropas. 
La mayoría de las personas "sombras" habíamos perdido nuestra familia de una u otra catastrófica manera. Recuerdo haber escuchado una y mil historias sobre muertes de forma rápida y sangrienta hasta muertes lentas y dolorosas, pero la que día a día sigue rondando en mi mente, la única de la que no me puedo desprender es de mi propia historia.


Recuerdo lo que debía haber acabado con mi vida, me persigue la muerte desde ese día, solo me persigue, pero no me lleva con mi familia. Recuerdo ese día como si hubiera sido ayer, en un mundo fracturado pero sostenible, cuando las aves aún cantaban y el viento fresco aún zumbaba por mis oídos; hay veces en la que yo deseaba con todas mis fuerzas que nada cambiara, que toda mi vida se quedara así permanentemente, con los pies en la arena y mi mente en el cielo de los dioses. Pero todo cambia, todo avanza, de lo contrario todo el mundo sería feliz, pero no. Y la felicidad de ese día se esfumo tan pronto, como una ola entre la suave arena. Una bomba nuclear cayó directamente en casa, convirtiéndola en una zona sumamente radiactiva, esa había sido mi alarma, era hora de despertar de mis sueños, y el universo solo me había hecho despertar de mis sueños para ver como mi familia moría destrozada por la creación del mismo hombre. 

¿Alguna vez has sentido que el universo te habla? ¿Que te dice todo lo que necesitas? ¿Que resuelve a todas tus cuestiones? Bueno, pues el hijo de perra universo se niega rotundamente a darme la respuesta de porqué sigo viva, de porqué me obligó a ver como toda mi familia moría mientras yo solo tenía el mínimo raspón. El universo no es justo, al menos no a lo que yo sé. 

No soy Hades, pero aun así vivo en un infierno, un infierno, desde ese preciso día. Puede haberme llamado Hades, pero no precisaba lo que realmente la guerra significaba, por ello se me confirió el nombre de Ares - ¡Vaya nombre para una chica!- que representa brutalidad, violencia, horrores y derramamiento de sangre en las batallas. Mi nombre representa la guerra, la fuerza y todo lo que una chica como yo había de necesitar para seguir sobreviviendo. 




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