Entre las sombras del caos

2.


 

Después de la aparición de los killersoldierblood y que mi cabello creciera mucho más de lo habitual, entre las calles más llenas de sangre y restos de especies desconocidas que de personas, entre un edificio de tiendas departamentales (de donde robe una blusa ombliguera de cuero, pasada de moda por cierto y unos pantalones negros rotos) encontré a un viejo ciego cascarrabias de pelo blanco, llamado Heiko que aunque al principio me acusó de ladrona y por poco me atraviesa con una daga, después me enseñó todo lo que necesité para sobrevivir. Resulta que el viejo cascarrabias era experto en artes marciales, box y defensa personal, pues en su juventud había sido uno de los mejores guerreros.

Admito que al principio dude de todo lo que decía, además de que nunca creí que un viejo ciego podía enseñarme todo lo que sé. ¿Cómo podrá ver si lo hacía mal? No lo vería, lo escucharía. Solo algunas personas poseían la habilidad de una vista privilegiada como en mi caso, la mayoría estaban súper dotados de un oído sagazmente refinado, o de un olfato perfectamente delicado, pero a ninguno de nosotros nos faltaban los reflejos exactos. Solo que todo el mundo o la mayoría dejaban de lado su habilidad y la escondían con todos sus instintos.

Regla número 3, si quieres vencer a tu enemigo, no debes conocerlo a él, sino a ti mismo. Heiko decía que de nada sirve saber cómo actúa un verdugo, sino se tiene un hacha propia para cortarle el cuello.

Fue difícil aprender con Heiko, se debía tener una gran paciencia de la cual yo carecía. Pero pronto aprendí a apuñalar, ahorcar, hacer llaves, golpear y lanzar ganchos como un verdadero guerrero. Ojalá Heiko lo hubiera sabido, pero me agradaba. Y como antes, todo lo bueno de mi vida se me escurría de las manos como agua.

Los killersoldierblood llegaron una tarde, cuando ya había aprendido todas las técnicas que Heiko me había mostrado. El cielo se cubría de un precioso arrebol cuando el viejo cascarrabias, del que apenas me había encariñado, solo logró decirme:

- Entra a la habitación. Los sangre Oscura se acercan, todo lo que está en el baúl es tuyo. Tómalo y lárgate de aquí, chiquilla ladrona. Todo eso es tuyo.

Yo no pude decirle lo agradecida que me sentía con él por haberme enseñado todo, pero no lo hice. Y el en momento en que se dio cuenta de que había palabras atoradas en mi boca, solo sonrió, y sentí como mis instintos me jalaban a la habitación.

Los pasos y golpes de los sangre Negra resonaban hasta la habitación. Tomé las armas del baúl que no eran más que unas bonitas dagas negras, un arco y una gran dotación de flechas, sin olvidar la vieja mochila con algunas raciones de comida para al menos dos semanas. Después de haber tomado lo que ahora me pertenecía, me asomé por la ventana los sangre Oscura estaban concentrados en acabar con Heiko, sin ninguna pizca de piedad lo apuñalaban. En ese momento descubrí la fortaleza de los Killersoldierblood, lo que les faltaba de inteligencia, lo tenían de fuerza, eran burdos pero uno solo podría destrozar a Heiko por la mitad. Fuerza. Ese sería un gran problema para mí.

Cuando las raciones se terminaron, decidí salir de mi escondite y cazar a algunos Ordinarios, si es que alguno salía de su agujero. Se comportaban como cucarachas, siempre temiendo a la luz. Luego de 2 horas de espera un chico Ordinario salió de su escondite tras un puesto de antiguos periódicos que anunciaban el inicio de la guerra de hace 4 años, y que me hizo recordar que había pasado casi cuatro años entre las sombras literalmente. El chico era demasiado escuálido para que me proporcionara demasiada comida, pero algo era algo, pero en el momento en que mi flecha apuntaba a la cabeza del chico, un sangre Oscura apareció tras el escuálido muchacho. Era un Ordinario, o el premio mayor, un sangre Negra. Donde apuntó mi ojo, apuntó mi flecha. El sangre Oscura cayó como un árbol hueco en el bosque, el Ordinario corrió, como era de esperarse y yo corrí a reclamar mi premio, mi alimento.

No me fascina la carne de los Killersoldierblood, tiene un agrio sabor a químicos, pero igual comida es comida. Y casi sin darme cuenta estaba disfrutando beber la sangre negra del Killersoldierblood, mi cruzada había comenzado, y algo me decía que mi dieta solo se basaría en solados Oscuros. 




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