La mirada irresistible de Liam incluso había logrado ser mucho más atractiva gracias a las motitas doradas que ahora cubrían la mitad de sus ojos verdes.
Decidimos quedarnos en el edificio hasta que la tormenta – que por cierto aun no terminaba- concluyera por completo.
Zedd aún estaba perdido, para nosotros. Pero a Liam no le importaba demasiado si estuviera muerto en ese momento. Incluso se mostraba positivo a tal opción.
Encontramos varias velas y las prendimos con un encendedor. Esa habitación me traía demasiados recuerdos a la cabeza.
Después de que desempolvamos un poco la habitación lucia simple, agradable, y cálida. Las velas creaban un ambiente – debo admitir- empalagosamente romántico. Solo hacían falta pétalos de rosa para que en serio endulzara demasiado, lástima que las rosas no crecían por los alrededores desde hace casi 6 años.
Teníamos tantas cosas que hacer fuera de ese edificio, pero solo nos recostamos. Nos abrazamos mientras estábamos recostados, y sin más comenzamos a besarnos, los gruesos labios de Liam se conectaban con los míos exquisitamente. Sus brazos firmes sostenían mi pequeña cintura, al tiempo que yo lo tomaba por el cuello.
Tantas veces había buscado un significado para mi vida. Algo que en realidad me llenara completamente.
Y ahora lo había encontrado. Muy alejado de todos los desastres que habían ocurrido en mi vida. Muy alejado de todo lo que había perdido. Muy alejado de mi misma. Había encontrado algo que en realidad amaba.
Amarlo era tan peligroso, pero no me importaba caer en las tinieblas para seguir probando la gloria de sus labios. No tenía sentido lo que sentía, no sabía por qué lo sentía, pero estaba segura de que tenía que ver con él. Es que me sabía tan bien. Éramos casi humanos, tan diferentes, tan ajenos, pero tan cercanos.
Y es que ese era un problema del que no deseaba deshacerme.
Dormir en sus brazos, ser completamente suya, era lo que le daba un sentido extra a mis días.
- Oh Ares, cuanto te amo.
El sabor de la piel de Liam era tan jodidamente delicioso. Su mirada traviesa que me obligaba a quedarme con él, era tan jodidamente sexy que no me importaba saber la verdad de lo que él podía sentir, no me importaba la verdad sobre o que pasaría, no me importaba la ni una mierda más que él.
Pero por mucho que me doliera, no era tiempo de amar, de hacer el amor ni nada de eso, debíamos encontrar el rastro de los Killersoldierblood.
Éramos dos guerreros desquiciados contra miles de soldados Oscuros. Y sin embargo seguía pensando que con eso era suficiente.