El timbre que indicaba el final de la clase resonó en todo el aula, sacando a todos de su trance académico. Lina se levantó con calma, guardó sus libros y se preparó para salir. Sin embargo, antes de que pudiera dar un paso, una voz familiar, ahora mucho más directa, la alcanzó.
— Oye, ¿tú eres nueva, verdad? — dijo Alice, la chica rubia con actitud altiva, interceptando a Lina en el umbral de la puerta. Estaba claro que no buscaba una conversación amable. Alice la miraba desde arriba, como si ella fuera una especie de amenaza que debía ser neutralizada.
Lina la miró sin inmutarse, cruzándose de brazos, la típica postura de quien ya está acostumbrada a lidiar con gente como ella.
— Sí, ¿hay algún problema? — respondió con tono directo, sin rodeos.
Alice frunció el ceño, notando la falta de sumisión en la respuesta de Lina. Nadie en el instituto se atrevía a contestarle de esa forma. Pero Lina no era una de esas chicas que buscaban quedar bien con todo el mundo. Se notaba que su actitud irónica era una coraza, como si no le importara lo que Alice pensara.
— No tienes ni idea de lo que acabas de hacer, ¿verdad? — Alice se acercó un poco más, bajando la voz, intentando intimidarla. — Liam no es cualquier chico. Él tiene una vida muy diferente a la tuya.
Lina levantó una ceja y dejó escapar una pequeña risa, casi sin ganas.
— ¿De verdad? — respondió sin perder la compostura. — Pensé que las personas con esa actitud se llamaban "divas", no "princesas". ¿En serio me vienes a decir que Liam es algo especial? Yo solo estoy aquí para estudiar, no para escuchar cuentos sobre él.
Alice se quedó unos segundos en silencio, claramente sorprendida por la actitud de Lina. Nadie se atrevía a hablarle así de Liam, y mucho menos a descalificarlo con tan poca ceremonia. Pero Lina no le importaba lo que Alice pensara. Su único interés era pasar desapercibida, seguir con su vida y que nadie la metiera en su juego.
Alice, visiblemente molesta por la indiferencia de Lina, dio un paso atrás. No era solo por lo que acababa de escuchar, sino también por la forma en que Lina había tratado su amenaza. Nadie en el instituto había respondido tan simplemente.
— No te hagas la dura, Lina — dijo Alice, sonriendo con una mezcla de sarcasmo y envidia. — Vas a ver, las cosas aquí no son como las imaginas. El instituto no es solo sobre calificaciones. Es sobre quién tiene el control.
Lina la miró una vez más, esta vez con una mirada serena.
— Ya veremos quién tiene el control — replicó, sin inmutarse, y luego, con un tono más relajado, añadió —. No me gustan las amenazas vacías.
Alice la observó un momento más, sintiendo una mezcla de desdén y celos. Lina no reaccionaba como todas las demás chicas que le habían caído a sus pies, y eso la incomodaba profundamente. Se dio la vuelta y se marchó, dejando a Lina sola con sus pensamientos.
Lina siguió su camino hacia el vestíbulo, buscando un lugar tranquilo para pasar el siguiente intervalo. Pero antes de que pudiera llegar a su destino, escuchó unos pasos rápidos detrás de ella. Al volverse, se encontró con Liam, quien la alcanzó sin ninguna expresión en su rostro.
— ¿Estás buscando pelea o solo te gusta hacerte la interesante? — le preguntó, mirándola fijamente con sus ojos verdes. Su tono no era amable, pero tampoco hostil. Era directo, como si estuviera probando su reacción.
Lina lo observó un segundo, su mirada tranquila pero desafiante.
— No me gusta perder el tiempo con gente que no tienen nada mejor que hacer que molestar a los demás — respondió con calma. — ¿Y tú qué? ¿Te dedicas a hacer la vida difícil a los demás solo porque te lo permiten?
Liam se acercó un poco más, desafiándola con su presencia. Era como si disfrutara viéndola mantener su postura.
— Bueno, no me dejaste otra opción, ¿verdad? — dijo él, cruzando los brazos. — Pensé que las chicas como tú caían rápidamente rendidas ante la gente como yo. Pero tú... tú eres diferente. Me pregunto por qué.
Lina se echó a reír, una risa corta y sin ganas. No era ni de lejos la primera vez que alguien pensaba que la podría "dominar" o influenciar. Solo que ella no era así.
— Es muy sencillo — dijo con tono divertido, pero firme. — Porque no me importa lo que pienses de mí. No estoy aquí para agradarte ni para jugar a tus juegos.
Liam la observó durante un instante, como si estuviera esperando que algo más sucediera. Pero Lina se limitó a sonreír levemente y seguir caminando. Liam permaneció allí, mirándola irse, sin saber bien qué pensar. Había algo en ella que lo descolocaba. Algo que nunca había visto en ninguna otra chica de ese instituto.
Durante el resto de la jornada, Lina notó cómo su presencia no pasaba desapercibida. Algunos estudiantes la observaban con curiosidad, otros con desdén, pero lo que más le llamó la atención fue la mirada de Liam, que la seguía en cada oportunidad que tenía. No era solo una mirada de interés casual, sino una observación constante, como si tratara de entender algo que no podía descifrar.
Al terminar las clases, Lina decidió tomar otro camino para evitar la multitud que se agolpaba frente a la salida principal. Pero antes de que pudiera alcanzar su destino, escuchó su nombre.
— Lina. — Era Liam, de nuevo.
Lina se detuvo sin voltearse, sabía lo que venía.
— ¿Qué quieres? — preguntó, no con molestia, pero sí con un tono que dejaba claro que no tenía tiempo para perder.
Él dio un paso más cerca, como si no pudiera evitarlo. Había algo en ella que lo fascinaba, algo que le incomodaba y lo mantenía alerta.
— Solo quiero saber... — comenzó, pero se detuvo, pensando por un momento. — ¿Qué es lo que te hace tan segura de ti misma? ¿Por qué no temes enfrentarme como todas las demás?
Lina lo miró, esta vez dándole una sonrisa que no era de burla, sino más bien de entendimiento.
— Porque yo no soy como "todas las demás". Y tú... no eres tan interesante como te crees — respondió con tranquilidad.