Entre las sombras y la luz

Capitulo 4

El campus de Lycée de Saint Martin estaba tan ajetreado como siempre, pero Lina no podía evitar sentirse observada. Cada vez que cruzaba por los pasillos, la gente parecía mirarla, susurros entre los grupos de estudiantes, las miradas de algunas chicas llenas de celos. Todo parecía girar en torno a algo que ella aún no terminaba de entender completamente.

Ese día, después de clases, decidió tomar el camino más largo para llegar a la salida, con la esperanza de evitar cualquier tipo de interacción. Pero como si el destino se hubiera empeñado en lo contrario, al doblar la esquina, ahí estaba él.

Liam. De nuevo.

— ¿No te cansas de aparecer donde no te llaman? — dijo Lina sin preámbulos, alzando una ceja. Lo miraba con esa misma indiferencia que la había caracterizado desde el primer día.

Liam la miró, esta vez sin la sonrisa arrogante de antes. Había algo en su actitud que indicaba que las cosas entre ellos estaban a punto de cambiar.

— ¿Así que ahora me ignoras? — replicó él, cruzando los brazos, sin moverse del lugar. No estaba siendo tan desafiante como de costumbre, pero su tono dejaba claro que no iba a dejarla ir tan fácilmente.

Lina soltó un suspiro, claramente cansada de la situación.

— No te estoy ignorando, Liam. Solo que no veo la necesidad de hablar más de lo que ya lo hemos hecho. — Respondió, manteniendo su tono firme. — A mí no me interesan tus juegos.

Él se acercó un paso, lo suficiente como para estar más cerca, pero no tanto como para invadir su espacio personal. Había algo en Lina que lo mantenía alerta, que le hacía preguntarse por qué le costaba tanto dejarla ir.

— No soy el tipo de chico que te dejará ir tan fácilmente. — Su voz sonó un poco más baja, casi como si estuviera buscando una reacción de su parte.

Lina lo miró fijamente, sin mostrar miedo ni incomodidad. No iba a dejar que él la intimidara, mucho menos con ese tipo de actitud.

— No me interesa que lo seas. — Dijo, sin apartar la mirada. — Pero, ¿sabes qué? Ya basta de palabras vacías. Si de verdad quieres saber algo de mí, tienes que demostrarlo.

Liam no pudo evitar sorprenderse un poco por la respuesta de Lina. La mayoría de las chicas que había conocido siempre se mostraban interesadas o se dejaban llevar por su forma de ser. Pero Lina no era como ellas. Y eso lo intrigaba aún más.

— ¿Demostrarlo? ¿Y cómo piensas que puedo hacer eso? — preguntó, ahora más interesado que antes.

Lina dio un paso atrás, desinteresada, como si ya no tuviera nada que probar.

— Fácil. Deja de hablar tanto y empieza a actuar. Ya me cansé de las palabras. — Luego, con un toque de sarcasmo, añadió —. Y de paso, deja de ser tan predecible.

Liam, que estaba acostumbrado a que las cosas fueran siempre de su manera, no esperaba una respuesta tan directa, y menos una que dejara claro que ella no estaba dispuesta a ceder ante él. Durante un momento, ambos se quedaron en silencio. Fue un silencio tenso, pero también cargado de algo más.

— ¿Sabes qué? — dijo Liam finalmente, dando un paso hacia adelante. — Eres más difícil de lo que pensaba.

Lina lo miró con una sonrisa pequeña, como si supiera algo que él aún no había descubierto.

— Y tú eres más simple de lo que pensaba. — Respondió, sin una pizca de duda en su voz.

Liam la observó un segundo, como si estuviera evaluando sus palabras. No entendía por qué, pero algo en ella lo descolocaba. Quizá era esa seguridad que no tenía nada que ver con lo que esperaba de una chica en ese instituto. O quizás, era que Lina no le temía.

— Deberías tener más cuidado, Lina. — Dijo él, cambiando un poco el tono de su voz, como si en serio estuviera dando una advertencia.

Lina lo miró sin amedrentarse.

— ¿Cuidado con qué? No soy tan fácil de manipular, Liam. Así que si tienes algo más que decir, dilo ya. — Su tono ahora era serio, directo, sin espacio para juegos.

Liam dejó escapar un suspiro, sabiendo que no iba a conseguir lo que esperaba de ella tan fácilmente. Lina no iba a ceder. Y por alguna razón, eso lo hacía sentir frustrado, pero a la vez, lo desafiaba.

— ¿Sabes qué? — dijo Liam, levantando una mano como si estuviera dispuesto a rendirse, pero con una leve sonrisa. — No voy a pelear contigo. Pero sí voy a hacer que cambies de opinión. Eso te lo prometo.

Lina lo observó fijamente, sin moverse ni un centímetro.

— No sé si sea tan fácil, pero te reto a intentarlo. — Respondió, con firmeza. — A ver si realmente eres tan bueno en lo que dices.

Liam se quedó un momento en silencio, sin saber bien qué decir. La miró por un segundo más antes de dar un paso atrás.

— Lo intentaré. — Fue lo único que dijo, antes de girarse y alejarse de ella, dejando a Lina de pie, con una leve sonrisa en sus labios.

Lina, por su parte, se quedó quieta, pensando en lo que acababa de suceder. No sabía si Liam estaba empezando a tomarse en serio lo que le había dicho o si simplemente se estaba divirtiendo a su costa. Pero lo que sí sabía es que no sería tan fácil para él conseguir lo que quería.

A partir de ese momento, la relación entre ellos cambiaría, porque ambos se habían retado a su manera. Y eso, para Lina, era lo más divertido.

Al día siguiente, las cosas parecían normales, pero Lina no podía dejar de notar la mirada fija de Liam sobre ella en cada momento. No era la típica mirada arrogante de siempre, sino algo más calculado. Como si estuviera observando cada uno de sus movimientos, buscando una oportunidad.

Ella no le prestaba demasiada atención, pero sentía esa extraña presión. Sin embargo, lo que más le sorprendió fue cuando, durante el receso, Liam apareció de nuevo, esta vez acompañado de uno de sus amigos más cercanos, Marco.

— ¿Qué pasa, Lina? — Marco preguntó con una sonrisa juguetona, sin mucho interés en lo que pudiera decirle. — ¿Te has dado cuenta de que te estamos siguiendo?

Lina lo miró sin cambiar su expresión.




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