El día siguiente llegó rápido, como siempre lo hacía cuando las cosas se volvían un poco más complicadas. Lina había logrado mantener su calma durante todo el día, pero sabía que la situación con Liam no iba a resolverse por sí sola. A cada paso que daba por el instituto, sentía sus ojos sobre ella, esos ojos que parecían estar siempre buscando algo en ella. No era solo su arrogancia o su presencia la que la irritaba, sino el hecho de que parecía disfrutarla. Eso la ponía aún más nerviosa.
Ese día, después de la última clase, decidió ir al gimnasio para liberar algo de tensión. No necesitaba más dramas, solo un poco de espacio para sí misma. Pero, como había predicho, no estaría sola por mucho tiempo.
El sonido de la puerta al abrirse la alertó. Al principio no lo vio, pero cuando levantó la vista del equipo de entrenamiento, ahí estaba.
Liam.
De nuevo.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó Lina, sin ocultar su irritación. De verdad, ¿cuándo iba a dejarla en paz?
Liam sonrió de manera relajada, pero no había nada en su expresión que indicara que se disculpaba por su presencia.
— Vine a ver si estabas haciendo algo interesante o si solo te escondes aquí para evitarme — respondió, mientras se acercaba a ella con paso seguro.
Lina lo miró, casi desinteresada. Si pensaba que podía impresionarla con su actitud arrogante, se equivocaba.
— No me escondo, Liam. Solo estoy entrenando. ¿Tienes algún problema con eso? — dijo, sin apartar la mirada.
Él se quedó en silencio por un segundo, observándola como si estuviera evaluando su respuesta.
— No, claro que no. Solo pensaba que tal vez podías necesitar un poco de compañía. — respondió él, con una sonrisa torcida que denotaba que no estaba siendo completamente sincero.
Lina se levantó del equipo de entrenamiento con agilidad, mirando a Liam de manera desafiante.
— Y ¿quién te dijo que quería tu compañía? — le contestó, su tono firme. No iba a dejarse llevar por sus bromas.
Liam no pareció ofenderse en absoluto. De hecho, la forma en que la miraba, con esa mezcla de diversión y desafío, le decía a Lina que el juego aún no había terminado.
— No necesito que me digas lo que quieres o no quieres. Sé que lo que realmente te molesta es que no sabes cómo reaccionar a mi presencia. — Dijo Liam, sin perder su aire seguro. — Y eso, Lina, es lo que me gusta.
Lina lo miró fijamente, sin apartar la mirada ni un segundo. Si pensaba que iba a amedrentarse, estaba muy equivocado.
— Qué pena que pienses eso. Pero lo que realmente me molesta es tu ego. — respondió con una sonrisa sarcástica. — Todo gira en torno a ti, ¿verdad?
Liam no pareció molesto. Al contrario, parecía que estaba disfrutando de la interacción. Se cruzó de brazos, todavía observándola de manera calculadora.
— Tal vez... — dijo con un tono más bajo, más serio esta vez. — Pero me parece que tienes algo más en mente. Algo que no me has contado.
Lina levantó una ceja, sorprendida por la insinuación, pero rápidamente se recuperó. No podía dejar que él la hiciera dudar.
— ¿Qué es lo que quieres decir con eso? — preguntó, intrigada pero sin querer demostrarlo.
Liam se acercó un paso más, de manera casual, como si no fuera un gran asunto.
— Creo que te está gustando el reto. — Dijo, ahora más cerca de ella, sin perder esa sonrisa confiada. — Y aunque no lo admitas, lo sé. Lo veo en tus ojos.
Lina lo observó, un destello de sorpresa cruzando su mirada por un momento, pero rápidamente lo reemplazó por una expresión desafiante.
— Si crees que me voy a dejar atrapar por tus juegos, te equivocas. — replicó rápidamente, sabiendo que no debía ceder ante la provocación.
Liam se rió suavemente, disfrutando de la forma en que ella reaccionaba. Sabía que estaba tocando un nervio.
— No me estoy refiriendo a tus juegos, Lina. Estoy hablando del juego de ver quién se rinde primero. ¿Te atreves? — dijo, con una mirada que era imposible de descifrar.
Lina, aunque no lo admitiera, estaba sorprendida por cómo él podía mantenerse tan calmado en medio de la tensión. A lo largo de los últimos días, había llegado a entender que Liam no solo era arrogante; también era persuasivo. Y eso lo hacía aún más complicado de manejar.
— ¿Quién dice que me voy a rendir? — Lina finalmente respondió, desafiante. — Si quieres un desafío, Liam, te va a costar más de lo que piensas.
Liam sonrió de nuevo, esta vez con una mirada que claramente decía que este desafío estaba lejos de terminar.
— Ya veremos. — Fue todo lo que dijo, antes de girarse y empezar a caminar hacia la salida del gimnasio.
Lina lo observó mientras se alejaba, sabiendo que este era solo el principio. El juego había comenzado, y aunque no sabía cómo terminaría, lo que sí sabía era que no iba a ser fácil para ninguno de los dos.
Después de ese encuentro, algo cambió. No solo en Liam, sino en Lina también. Ambos se encontraban en un punto de no retorno, desafiándose mutuamente de maneras que ninguno de los dos había anticipado. A pesar de sus diferencias, había una conexión que se volvía más difícil de ignorar con cada día que pasaba. Sin embargo, Lina no estaba dispuesta a ceder. Ni ella, ni Liam.
Esa noche, mientras caminaba de regreso a su habitación en la residencia, no pudo evitar sonreír levemente. Sabía que este tipo de interacción no haría más que intensificarse, y eso, para ella, solo significaba una cosa:
El verdadero juego apenas comenzaba.
¿Qué crees que hará Liam ahora? 👀
Las cosas apenas comienzan a complicarse...
Nos leemos en el próximo capítulo 💫
Aya Bachiri