Liam se encontraba sentado en la biblioteca del instituto, un lugar tranquilo y apartado, donde a menudo podía alejarse de los ojos curiosos y la presión constante de ser "el chico popular". Aunque su mente estaba en otros asuntos, no pudo evitar que sus pensamientos regresaran al primer día en que vio a Lina llegar al instituto.
Era un día común, o al menos eso pensaba. Los pasillos del instituto legendario estaban llenos de estudiantes que hablaban entre ellos, riendo, como siempre. Las conversaciones iban desde la última fiesta hasta los rumores sobre quién saldría con quién, pero nada de eso le interesaba. Lo único que Liam esperaba era que la rutina no cambiara. El primer día de cada semestre era solo eso, un primer día más... hasta que ella entró.
Lina no parecía diferente a las demás chicas al principio. Ella había llegado sola, una figura algo tímida, caminando por los pasillos con una actitud que, al principio, no se destacó. Sin embargo, algo en su mirada captó su atención. Era su seguridad, a pesar de no mostrarla de forma obvia. Era como si ella estuviera completamente desconectada del caos que la rodeaba. No se dejaba influenciar por los comentarios ni por la mirada de los demás. Era algo diferente, y eso, sin duda, lo intrigó.
Desde el primer momento en que sus ojos se encontraron en el pasillo, algo había cambiado en Liam. Había algo en ella que no podía ignorar. Mientras él caminaba hacia su grupo de amigos, observó que los demás también la miraban. No era solo que fuera atractiva, no era solo su cuerpo perfecto o su cabello largo y oscuro. Había algo en su postura, en su mirada desafiante–en concreto sus ojos–, que la hacía destacar entre todas las demás chicas que intentaban llamar la atención.
— ¿Quién es ella? — le preguntó Alex, uno de sus amigos, mientras observaban a Lina caminar por el pasillo.
Liam apenas contestó, más interesado en lo que sentía que en lo que decía. Había algo en ella que lo desconcertaba, algo que no sabía si era bueno o malo. A lo largo de los primeros días, comenzó a notar más detalles. Lina no hablaba mucho con nadie, y parecía disfrutar de su propia compañía, sin importarle lo que pensaran los demás. Pero aún más intrigante era su actitud. A pesar de la indiferencia que mostraba, había una fuerza interna en ella que lo hacía cuestionarse a sí mismo.
Lo que más lo molestó fue el hecho de que, al principio, Lina no le prestaba atención. No la veía mirar hacia él como lo hacían otras chicas, ni tampoco se mostraba impresionada por su fama. Eso lo desconcertó más aún. A Liam siempre le había gustado tener el control, siempre le gustaba ser el centro de atención. Pero con Lina, eso no era así. Ella ni siquiera parecía impresionada por su popularidad, y eso lo hizo sentirse... extraño.
El primer enfrentamiento real con ella fue en el pasillo, el día en que se cruzaron por primera vez. Él la había notado, como siempre hacía con cualquier chica nueva. Pero, en lugar de verla como una más, Lina lo sorprendió con su actitud directa y audaz. Su respuesta a su comentario sobre la popularidad fue algo inesperado: no se mostró sumisa, ni se dejó intimidar por su presencia.
Esa respuesta, nunca la olvidaría, le hizo sentir algo que no había experimentado en mucho tiempo: inseguridad. Por un momento, Liam se sintió como si estuviera enfrentándose a alguien que no era tan fácil de leer. La mayoría de las chicas caían rendidas ante su ego y su fama, pero Lina no.
Durante las siguientes semanas, Liam observó cómo se desenvolvía en el instituto. Ella parecía mantener su distancia de todo el mundo, pero al mismo tiempo, era difícil no notarla. Cada vez que coincidían, algo extraño ocurría. La forma en que ella no se dejaba arrastrar por las expectativas de los demás le resultaba fascinante. Aunque él estaba acostumbrado a tener todo bajo control, Lina no era como las demás. No se ajustaba a sus reglas, ni a lo que él esperaba.
Lo que realmente lo molestó fue cómo empezó a tratarla. A medida que pasaban los días, se fue dando cuenta de que, a pesar de su indiferencia, Lina tenía algo que lo desarmaba. No podía evitar acercarse a ella, aunque la mayoría de las veces trataba de mantener su distancia. No le gustaba sentirse vulnerable, y Lina, aunque sin intención, comenzaba a hacerle cuestionar su propia imagen y lo que significaba para él la popularidad.
El día en que la golpeó accidentalmente con el balón durante la clase de Educación Física, Liam se dio cuenta de que algo más profundo estaba sucediendo. El choque lo había sorprendido, no solo porque Lina se desmayó, sino porque algo cambió al verla vulnerable, tendida en el suelo. No estaba acostumbrado a ver a la gente caer, a ver a alguien tan fuerte y desafiante como ella perdida en el suelo, incapaz de levantarse. Fue en ese momento cuando sintió un impulso incontrolable de ayudarla, de asegurarse de que estuviera bien.
Mientras la ayudaba, una sensación extraña lo invadió, algo que no lograba identificar completamente. Pero lo que sí sabía era que Lina no era como todas las demás. Ella no lo necesitaba, no lo adoraba, no lo miraba como una especie de héroe. Y eso, de alguna manera, lo atraía aún más.
Liam se quedó mirando por un largo rato, sus pensamientos confusos, pero de alguna manera más claros que nunca. Sabía que Lina estaba cambiando algo en él, algo que no podía controlar. Y eso, por primera vez, le daba miedo.
Nada es lo que parece, y este capítulo apenas dejó entrever la punta del iceberg... 👀
Lo que viene cambiará todo.
¿Te atreves a seguir descubriéndolo conmigo?
Hasta el próximo capítulo,
Aya Bachiri