El día siguiente al incidente en el hospital, Lina llegó al instituto con una sensación de incomodidad que no podía quitarse de encima. Aunque el dolor de la muñeca había disminuido gracias a los analgésicos, las miradas curiosas de los compañeros de clase y el sutil zumbido de los rumores sobre lo sucedido la hicieron sentirse como una estrella de circo.
Mientras caminaba por el pasillo, Valeria, su amiga, la observó de lejos y decidió acercarse. A pesar de la creciente distancia social entre ellas en los últimos días, Valeria siempre había sido una amiga leal. Pero hoy, al verla caminar con una leve cojera, la preocupación en su rostro no pasó desapercibida.
— Lina, ¿estás bien? — Valeria la alcanzó y la miró con un brillo de preocupación en sus ojos. — Lina, forzando una sonrisa, asintió.
— Estoy mejor, no te preocupes. Solo fue un susto. — Lina se encogió de hombros, intentando restarle importancia al asunto.
Aunque las palabras parecían sinceras, Valeria no parecía completamente convencida. Sabía que Lina había estado más afectada de lo que quería admitir, pero no la presionó. En su lugar, la miró con una mezcla de amistad y desconcierto.
— Oye, ¿estás segura de que quieres seguir en ese instituto? — Valeria finalmente dijo. — Quiero decir, con lo que pasó... ¿no te molestaría cambiar de aires por un tiempo? Es solo que... me preocupa que te sigan pasando cosas malas aquí.
Lina la miró, con una mirada algo distante, como si pensara en su oferta. La verdad es que la idea de irse a un lugar nuevo, un instituto diferente, había cruzado su mente. Después de todo, su vida aquí no había sido sencilla desde que llegó. Pero en ese momento, sintió que había algo más que debía resolver, algo que la hacía querer quedarse.
— No, Valeria. — Lina sonrió, pero esta vez fue una sonrisa genuina. — Creo que este lugar no me va a sacar tan fácil.
Valeria la miró fijamente, no del todo convencida, pero aceptó la respuesta. No presionó más, aunque Lina notaba su preocupación.
— ¡Lina, ¿Qué tal sigues?! — Alice apareció de la nada, interrumpiendo la conversación con su tono burlesco. Su mirada estaba un poco más desinhibida que antes, pero había algo extraño en ella. Alice también estaba presente en el hospital cuando todo ocurrió, pero no había mostrado mucha emoción al respecto. Al contrario, parecía bastante indiferente, lo que a Lina le resultaba extraño.
De todas formas, Alice intentó hacer un esfuerzo por ser "amistosa", aunque en sus ojos se percibía algo más. Lina, sin embargo, decidió no darle más importancia. Había aprendido a ignorar ese tipo de juegos mentales.
El resto de la mañana transcurrió sin demasiados problemas, pero cuando el reloj marcó la salida y los estudiantes comenzaron a abandonar el instituto, el aire se volvió más tenso de lo que Lina había esperado. Mientras se dirigía hacia la puerta, escuchó el sonido de pasos apresurados detrás de ella.
— ¡Lina! — Una voz conocida la llamó, y al girarse, vio a Zack acercándose rápidamente. Sus ojos, que siempre brillaban con una confianza molesta, se clavaron en ella con una sonrisa torcida.
— ¿Qué quieres, Zack? — Lina frunció el ceño. Sabía que este encuentro no traía nada bueno. Zack nunca había sido el tipo de chico que simplemente saludaba, y mucho menos después del incidente con Liam.
— Oh, solo quería saber cómo te sientes después del pequeño "accidente" que tuviste. — Zack sonrió de una forma arrogante. — No te preocupes, nadie se cree que fue un simple accidente. Todos sabemos que te caíste porque alguien te empujó, ¿verdad?
Lina lo miró fijamente, su paciencia ya puesta a prueba. El tono burlón de Zack la irritaba más de lo que esperaba.
— ¿Y qué? — Lina se cruzó de brazos, su voz firme. — ¿Vas a seguir con esa cantaleta, o hay algo más que quieras decirme?
Zack rió entre dientes, disfrutando de la incomodidad que claramente provocaba en ella.
— No es que me importe, pero es gracioso que después de lo que pasó, sigas caminando por ahí como si todo estuviera bien. — Zack dio un paso hacia ella, como si quisiera acorralarla, pero Lina no retrocedió. — La verdad es que me sorprende que Liam aún te mire. Pensé que ya te habría dejado de lado después de ver lo que realmente eres.
Eso fue suficiente. Lina sentía como si una chispa de furia se encendiera dentro de ella. Con la muñeca lesionada, aún sentía una tensión creciente en su interior, pero el odio en las palabras de Zack fue el detonante. Sin pensarlo, levantó su puño sano y, con la fuerza de toda su ira acumulada, le dio un golpe directo en la mandíbula de Zack.
El impacto resonó en el aire como un trueno, y Zack retrocedió, atónito, mientras tocaba su cara con una mano. Todos a su alrededor se quedaron en silencio, mirando la escena en completo asombro.
Lina respiraba pesadamente, su puño aún encogido, mientras observaba a Zack, que ahora tenía una expresión de total incredulidad en su rostro. La multitud que se había formado alrededor se mantenía en un asombro absoluto, nadie esperó que Lina reaccionara de esa manera.
Zack, con la mandíbula adolorida, miró a Lina como si acabara de ver algo completamente inesperado. Sin embargo, el orgullo en sus ojos no se desvaneció por completo, aunque la humillación era evidente.
— ¿Qué, ahora? — Lina le preguntó, desafiante. — ¿Te parece gracioso, Zack? Pues a mí no.
Zack, con los ojos llenos de furia, se recompuso y dio un paso atrás, su arrogancia aún presente, pero su expresión más cautelosa.
— No te preocupes, Lina. — Su voz sonó más baja, menos segura. — La próxima vez que te cruces conmigo, asegúrate de que no sea en mi camino.
Con esas palabras, Zack dio media vuelta y se alejó rápidamente, desapareciendo entre la multitud. La tensión en el aire seguía presente, pero Lina estaba tranquila. No se sentía culpable por lo que acababa de hacer. Al contrario, su corazón latía con fuerza, como si se hubiera liberado de algo que llevaba días cargando.