Había decidido tomar un pequeño desvío al salir del instituto, caminar sin rumbo fijo y despejar su mente. Después de todo, últimamente las cosas con Liam y Alice habían sido tensas, y la presión de las expectativas que se ponían sobre ella la estaba comenzando a agobiar. Quizás solo necesitaba un respiro.
Pero en algún momento, sus pasos la llevaron a un rincón oscuro de la ciudad, a calles poco iluminadas que no le eran familiares. No había tiendas, ni cafeterías, solo edificios viejos, sucios, con ventanas rotas y puertas desvencijadas. Un par de chicos pasaron a su lado, pero no parecía haber nadie más por allí. El aire era pesado, como si estuviera atrapado en un lugar olvidado por el tiempo.
Lina frunció el ceño. Tal vez había cometido un error al adentrarse en ese vecindario. Miró a su alrededor, buscando alguna señal familiar, pero no encontró nada que la reconfortase. Decidió regresar sobre sus pasos, pero no fue suficiente. Antes de darse cuenta, estaba completamente perdida.
Fue entonces cuando vio una luz tenue a lo lejos. No era una farola. Era una puerta entreabierta, de donde se filtraba música y voces. Un lugar apartado, oculto. Sintió una extraña compulsión de acercarse, como si algo la atrajera. Quizás solo quería ver qué había detrás de esa puerta, tal vez encontrar alguna pista que la guiara de vuelta al lugar donde se sentía segura.
Con pasos cautelosos, se acercó. Pero cuando alcanzó la entrada, algo la detuvo. El sonido de una multitud y gritos le hizo estremecer. En ese momento, Lina sintió una punzada de incomodidad, como si se hubiera adentrado en un terreno peligroso. A pesar de eso, no podía dar marcha atrás.
— ¿Qué están haciendo aquí? — murmuró para sí misma.
Se asomó lentamente por la rendija de la puerta, y lo vio. Un círculo de chicos rodeaba a dos personas, aparentemente luchando. Uno de ellos, con una postura confiada y arrogante, deslumbraba en medio de la pelea. No podía ser otro.
Lina no podía creerlo. ¿Qué estaba haciendo él allí? No podía ser cierto. El chico que había conocido en el instituto, con su actitud perfecta, su postura desafiante, su elegancia natural... todo lo que había percibido hasta ahora de él parecía desmoronarse en ese momento. ¿Estaba participando en peleas ilegales?
Antes de que pudiera procesar lo que veía, un chico que estaba a su lado la empujó accidentalmente. Ella dio un paso atrás, pero el chico parecía no haberse dado cuenta. Con rapidez, se giró para intentar huir, pero pronto se dio cuenta de que estaba rodeada.
— ¿Qué pasa, preciosa? — dijo uno de los chicos, un tipo corpulento con una risa burlona. — ¿Te perdiste o te gustaría ver un verdadero combate?
Lina, aunque sorprendida, no mostró miedo. Su cuerpo, por instinto, se tensó. Había enfrentado muchas situaciones difíciles en su vida, pero no podía evitar sentirse vulnerable allí, rodeada de chicos que claramente no tenían buenas intenciones.
— Déjenme pasar — dijo, con voz firme, mirando a los chicos a los ojos. No tenía miedo. Sabía que su actitud a veces podía intimidar, pero esa vez no bastaba solo con su mirada desafiante.
Uno de ellos, con un tatuaje de dragón en el brazo, se acercó con una sonrisa maliciosa.
— No vas a ir a ningún lado. Vamos a divertirnos un rato.
De repente, escuchó una voz familiar que rompió el aire tenso.
— ¡Aléjate de ella! — La voz de Liam hizo eco, resonando con una autoridad que sorprendió a todos.
Lina se giró rápidamente y vio a Liam empujando a un chico hacia un lado. Él no parecía el mismo chico arrogante y confiado que había conocido en la escuela. Sus ojos, normalmente fríos, brillaban con furia contenida. Estaba allí, en medio de ese ring improvisado, como si fuera una parte de ese mundo.
— ¿Qué haces aquí, Liam? — Lina lo miró, incrédula.
Liam no respondió inmediatamente. En cambio, se acercó a ella con rapidez, tomando su brazo y apartándola un paso atrás, sin dejar de observar a los chicos que la rodeaban. No estaba dispuesto a dejar que la situación empeorara.
— No es lo que parece — dijo, con una sonrisa que trataba de ser tranquila, pero que no lograba disimular su incomodidad. — Sal de aquí, Lina. Este no es un lugar para ti.
Pero Lina no era de las que se dejaban mandar. Aunque su mente le decía que debía salir corriendo, una parte de ella no podía evitar sentirse atraída por el caos que lo rodeaba. Algo en su interior se rebelaba contra el hecho de ser tratada como una indefensa.
— ¿Qué estás haciendo aquí? — insistió, mirando fijamente a Liam. — ¿Esto no es un lugar para ti también?
Antes de que pudiera escuchar una respuesta, la multitud que se había estado observando comenzó a moverse hacia ellos. En ese momento, sin pensarlo dos veces, Lina reaccionó. Sin importarle que su mano estuviera aún recuperándose del golpe anterior, levantó el brazo y empujó a uno de los chicos que se acercaba.
— ¡No voy a dejar que me intimiden! — gritó con furia, mirando a los chicos que comenzaban a rodearla.
Liam, sorprendido por la valentía de Lina, reaccionó instintivamente, apartando a los chicos que intentaban acercarse a ella. Juntos, comenzaron a luchar codo con codo, en una extraña sincronización, moviéndose entre los chicos que intentaban rodearlos. Lina no era una experta, pero su determinación le daba fuerzas. Y Liam, aunque sorprendido por su actitud, la apoyaba en cada paso.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, la multitud comenzó a dispersarse, y la pelea terminó. Lina y Liam, agotados pero triunfantes, se miraron en silencio. Habían peleado juntos, y de alguna manera, ese momento cambió algo entre ellos.
Lina, respirando con pesadez, dio un paso atrás, apartándose del caos. Sin embargo, no podía dejar de mirar a Liam, con una mezcla de confusión y algo más. La imagen del chico arrogante que había conocido en el instituto se desmoronaba, revelando algo mucho más complejo.