El sol brillaba intensamente cuando Lina y sus compañeros de clase llegaron al camping. Estaban rodeados de árboles altos, el aire fresco de la mañana llenaba sus pulmones y el sonido de los pájaros era la única música que los acompañaba. El lugar estaba apartado, en plena naturaleza, y todo parecía perfecto para una escapatoria del bullicioso instituto.
El día comenzó de manera tranquila. Todos estaban emocionados con la idea de pasar tiempo al aire libre, y aunque Lina no estaba del todo convencida al principio, se dio cuenta rápidamente de que necesitaba desconectar. Los chicos comenzaron a hacer grupos para realizar diversas actividades, y la atmósfera era relajada, con risas y bromas flotando en el aire.
Lina y Liam se unieron al grupo de actividades deportivas. Mientras algunos se lanzaban a nadar en el pequeño lago, otros decidieron jugar al fútbol o hacer caminatas por el sendero. Fue entonces cuando Lina comenzó a notar que, aunque parecía que todo iba bien, Liam no se comportaba como el chico arrogante de siempre, pero tampoco estaba mostrando esa vulnerabilidad que había notado días antes. Estaba raro, distante, y Lina no sabía cómo abordar el tema. Durante todo el día, Liam se mantenía cerca, pero no hablaban mucho, como si hubiera una barrera invisible entre ellos.
Al principio, Lina lo ignoró, pensando que tal vez era solo su imaginación. Sin embargo, cuando llegó la hora del almuerzo, las cosas parecieron tomar un giro aún más extraño. Después de un rato de risas y chistes, Liam se levantó abruptamente de la mesa.
— Voy a dar una vuelta — dijo sin más, con voz fría, sin mirar a Lina.
Lina lo observó, confundida. No esperaba esa reacción, especialmente después de haber pasado un rato agradable. Ella sabía que algo no estaba bien, pero no quería presionarlo demasiado. Sin embargo, la frustración de no poder comprenderlo la hizo sentir incómoda. Pero aún así, se obligó a concentrarse en las actividades y seguir con su día.
Después de comer, el grupo decidió hacer una caminata por el bosque cercano, en parte por diversión y en parte para explorar más el área. Pero como suele suceder en este tipo de excursiones, la gente comenzó a dispersarse, y en poco tiempo, Valeria se perdió de vista.
— ¿Dónde está Valeria? — preguntó una chica que no reconoció completamente, con una mirada preocupada.
Lina se giró rápidamente, pero no pudo ver a Valeria por ninguna parte. Todos empezaron a mirar en diferentes direcciones.
— ¿En serio se perdió? — dijo Lina, con un tono de incredulidad. No podía entender cómo alguien se perdía en un lugar tan abierto.
— ¡Ella está tan distraída todo el tiempo! — respondió Alice, con tono sarcástico, como si fuera culpa de Valeria.
Lina decidió que, si alguien tenía que buscarla, era ella. No le gustaba la actitud de Alice, pero al final, no importaba quién lo hiciera, solo quería que Valeria estuviera bien. Sin pensarlo dos veces, Lina se adentró en el bosque, llamando a Valeria a medida que avanzaba.
— ¡Valeria! ¡Valeria! — gritaba, pero no escuchaba respuesta. El silencio del bosque hacía que todo pareciera aún más inquietante.
Liam, que había estado caminando a lo lejos, observó a Lina irse sola. Decidió que no podía dejarla ir sin más. A pesar de la tensión que había entre ellos, no quería que ella se metiera en problemas. Caminó hacia ella sin hacer ruido, y en cuanto la alcanzó, le habló.
— Te acompaño. Es peligroso ir sola.
Lina se giró al escuchar su voz, sorprendida de verlo, pero al mismo tiempo, agradecida de no estar sola.
— ¿Por qué estás tan distante hoy? — preguntó Lina sin rodeos, sin esconder su confusión.
Liam la miró por un momento, y sus ojos se suavizaron.
— No es nada, Lina. Solo... no me siento muy bien, eso es todo. — Sus palabras no parecían muy convincentes, pero Lina decidió no insistir. A veces, las personas solo necesitan su espacio.
Ambos continuaron caminando en silencio mirando a los alrededores en busca de algún rastro de Valeria, y tras un rato, una especie de crujido en los arbustos llamó su atención. De repente, un perro apareció de entre los árboles, ladrando y corriendo hacia ellos como si los hubiera estado esperando.
— ¡Vaya! — exclamó Lina, con asombro, era el perro del camping pero, ¿Que hacía allí?
Liam se agachó para acariciar al perro, y este comenzó a dar vueltas alrededor de ellos, brincando con energía.
— Tal vez se perdió también — dijo Liam con una sonrisa, mirando al perro que parecía disfrutar de la compañía.
El perro, que parecía muy amistoso, siguió a Lina y Liam durante un buen rato. De repente, se detuvo y miró al frente, como si hubiera visto algo. Sin pensarlo, corrió rápidamente hacia un lado, llevándolos consigo.
— ¡Oye, espera! — gritó Lina, y ambos comenzaron a correr tras el perro, sin poder evitar las risas nerviosas que comenzaban a escaparse de ellos.
El perro, más rápido que ellos, se metió por entre los árboles, saltando obstáculos con facilidad. Lina y Liam no podían alcanzarlo. De alguna manera, el hecho de estar corriendo en medio del bosque con el perro los hizo olvidar las tensiones entre ellos, y por unos momentos, Lina se sintió más ligera, como si todas sus preocupaciones se disolvieran con cada paso.
— ¡Este perro es más rápido que nosotros! — gritó Lina, mientras intentaba sin éxito alcanzarlo.
En un momento dado, el perro saltó y se subió a un árbol, mirando con orgullo desde su altura. Lina y Liam, exhaustos y riendo, se detuvieron al ver lo que había hecho el perro.
— ¡¿Qué demonios?! — exclamó Lina, mirando al perro en el árbol. — ¿Desde cuándo los perros trepan árboles?
Liam no pudo evitar reírse también.
— No lo sé, pero parece que el perro está ganando — respondió Liam entre risas.
Lina miró a Liam y, por primera vez en toda la excursión, se dio cuenta de que no todo tenía que ser tan serio. A pesar de todo lo que había sucedido, de las tensiones y los malentendidos, ese momento, correr detrás del perro y subir al árbol, era un respiro. Era algo simple, sin complicaciones, y eso le permitió relajarse por un rato.