Entre las sombras y la luz

Capitulo 18

El ambiente en el instituto estaba cargado de murmullos y miradas furtivas. Desde el momento en que Lina entró por la puerta, sintió las miradas sobre ella. Era imposible ignorar cómo todos la observaban con una mezcla de curiosidad y sospecha. Podía escuchar cómo algunos de sus compañeros hablaban entre ellos, susurros que se esparcían a su alrededor como si la imagen que había sido publicada en las redes sociales fuera una bomba a punto de estallar.

–¿Viste la foto de Lina y Liam?, murmuró una chica desde la esquina. –Se ven tan... cercanos, ¿no?

–Seguro que algo está pasando entre ellos—, añadió otro chico, con una risa nerviosa.

Lina se detuvo en seco al escuchar esas palabras. Podía sentir su rostro arder, el calor subiendo desde su cuello hasta sus mejillas. ¿De qué foto hablaban? evito preguntarse Pero ahí estaba, atrapada en un mar de chismes y rumores que ella misma nunca había pedido.

Lina aceleró el paso, intentando no escuchar las voces que la rodeaban. Trató de ignorar los cuchicheos y las risas. Pero cuando entró al baño, se dio cuenta de lo que había pasado. Con manos temblorosas, sacó su teléfono móvil y revisó las redes sociales. La foto estaba ahí, ocupando todo el centro de atención. Se veía a ella y a Liam, juntos, con los ojos cerrados, dormidos en el autobús, con una expresión tan inocente y natural que parecía no tener importancia. Pero la gente no lo veía así. Las reacciones no tardaron en llegar, y la imagen se había esparcido como pólvora, creando una tormenta que no podía controlar.

Su respiración se volvió errática. El pánico comenzó a apoderarse de ella. ¿Y si su tío veía la foto? ¿Y si descubría dónde estaba? Los recuerdos de su pasado se alzaron como sombras oscuras en su mente. Sabía que, si su tío la encontraba, no habría vuelta atrás. Había sido un maldito juego para él cuando la vendió al mafioso, y ahora ella era un objetivo para alguien mucho más peligroso. El pensamiento de que podían ubicarla a través de una simple foto era aterrador.

No podía dejar que eso sucediera. No podía arriesgarse a que el caos de su vida pasada se desbordara nuevamente. El miedo, la ansiedad y la incertidumbre comenzaron a apoderarse de ella, haciendo que su corazón latiera a toda velocidad.

De repente, la puerta del baño se abrió, y Valeria entró, mirándola con preocupación.

— Lina, ¿estás bien? — preguntó, al ver el estado de la chica, cuya respiración se volvía cada vez más agitada.

Lina no podía evitar sentirse atrapada. Se giró hacia Valeria, su mirada llena de frustración y desesperación. No quería que nadie se metiera en su vida, pero la preocupación de Valeria la estaba matando por dentro.

— ¡No! ¡No estoy bien! — exclamó, elevando la voz más de lo que pretendía. — Esa foto... ¡es un desastre!

Valeria dio un paso atrás, sorprendida por la reacción de Lina. Nunca la había visto tan alterada, tan perdida.

— Pero, Lina, solo es una foto... — comenzó a explicar Valeria, pero Lina la interrumpió.

— ¡No lo entiendes! — Lina gritó, su voz quebrándose de la angustia. — Esa foto puede llegar a las manos equivocadas. ¡Mi tío podría verla y todo se saldrá de control!

Valeria se quedó en silencio, sus ojos se agrandaron al escuchar esas palabras. Sabía que algo estaba pasando, pero no sabía la magnitud de lo que Lina estaba viviendo. El miedo en sus ojos era palpable, y Valeria comprendió que la situación era mucho más seria de lo que pensaba.

— Lina, yo no sabía que eso te afectaba tanto. Pero... ¿por qué no me lo dijiste antes? — Valeria intentó acercarse, pero Lina dio un paso atrás.

La rabia de Lina era palpable, y las lágrimas empezaron a formarse en sus ojos, aunque trató de evitarlas. No quería mostrar debilidad. No podía permitírselo. Pero el peso de todo lo que estaba viviendo se estaba haciendo insoportable.

Valeria abrió la boca para decir algo, pero no pudo. La mirada de Lina la hizo callar. Lina se veía tan furiosa, tan perdida, que Valeria no encontró las palabras adecuadas para consolarla. Era la primera vez que la veía tan lejos, tan distante.

— Déjame en paz, Valeria. No quiero hablar contigo ahora. — Lina se dio la vuelta, con el rostro inundado de ira y miedo, y salió del baño rápidamente, dejando a Valeria sola, confusa y preocupada.

El pasillo del instituto parecía interminable mientras Lina caminaba con rapidez. Sabía que no podía quedarse allí ni un segundo más. Su mente estaba hecha un torbellino de pensamientos y temores. La gente la miraba de nuevo, y ella podía sentir los ojos de todos sobre ella. Sin poder soportarlo, salió por la puerta principal del instituto, sin importar a dónde fuera, solo quería escapar.

Cuando llegó a la salida, el aire fresco la golpeó en la cara, pero no le dio consuelo. Las dudas, el miedo y la ira seguían dentro de ella, luchando por salir. Se subió al primer autobús que vio, sin destino fijo. Solo necesitaba escapar.

Durante el trayecto, se recostó en el asiento y cerró los ojos, tratando de calmarse. Pero su mente no dejaba de repetirse una y otra vez la misma pregunta: ¿Qué iba a hacer ahora?

Aya Bachiri




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