Entre las sombras y la luz

Capitulo 19

El día siguiente llegó con la pesadez de un sol que brillaba intensamente a través de las ventanas del instituto, como si el mundo no hubiera notado el caos interno que Lina llevaba consigo. Cuando se despertó, el peso del día anterior seguía sobre sus hombros. A pesar de que la tormenta de pensamientos que la había abrumado la noche anterior parecía un poco más calma, los recuerdos del enfrentamiento con Valeria seguían rondando en su mente. Sabía que debía hablar con ella, pedirle disculpas, pero algo dentro de ella le decía que era mejor dejar las cosas en el aire, como si dar el primer paso le fuera a costar más de lo que estaba dispuesta a admitir.

Sin embargo, al llegar al instituto, Valeria no dejaba de llamarla. Su teléfono había vibrado durante toda la mañana con llamadas y mensajes, pero Lina decidió ignorarlos. No estaba lista para hablar. No sabía ni cómo empezar. Valeria había sido su amiga, y había intentado entenderla, pero Lina sentía que todo había tomado un rumbo que no podía controlar. Necesitaba tiempo.

Era uno de esos días en los que se sentía desconectada, caminando por los pasillos sin una dirección fija, sumida en sus propios pensamientos. Cuando entró al aula, las miradas comenzaron a dirigirse hacia ella de inmediato. Esa foto... La gente ya no la veía de la misma manera, y no solo por lo que representaba, sino por la intriga que había causado. La gente susurraba, y Lina podía sentir cada mirada clavada en su piel.

De alguna manera, tenía la sensación de que Liam la estaba observando desde lejos, como si quisiera acercarse, pero sabía que algo estaba pasando. Podía notar la incomodidad que él mismo mostraba al verla, aunque su orgullo de chico popular nunca lo dejaba manifestarse completamente. Sin embargo, cuando se cruzaron en el pasillo, él intentó acercarse.

— Hey, Lina... — Liam dijo con tono bajo, casi tímido, pero con esa actitud confiada que siempre tenía. — ¿Estás bien?

Lina lo miró rápidamente, notando cómo sus ojos verdes brillaban con una preocupación que no le esperaba. Pero algo en su interior se resistía a hablar. No quería explicarle lo que sentía, no quería que él tuviera ningún tipo de poder sobre su estado emocional. Aún no.

— Sí, todo bien. — Contestó secamente, evitando su mirada.

Y lo hizo. Siguió caminando sin darle oportunidad a Liam de decir nada más. A pesar de que él la observaba, Lina no podía más que sentirse incómoda por la cercanía de alguien que antes parecía ser solo un desconocido. Ahora, todo se sentía diferente.

Durante toda la mañana, el ambiente en el instituto estaba más tenso que nunca. Los comentarios y las miradas de los demás solo hacían que Lina se encerrara más en sí misma. Se sentó en su lugar habitual, evitando mirar a nadie y sumida en sus pensamientos. Pero a medida que avanzaba el día, Valeria no dejó de insistir. Sus mensajes seguían llegando.

Finalmente, en un receso, Lina decidió tomar una decisión. Tenía que enfrentarse a lo que había hecho. Tomó su teléfono y, con una respiración profunda, llamó a Valeria.

— Hola... — la voz de Valeria sonó al otro lado de la línea, casi ansiosa. — ¿Lina, estás bien? Te he estado llamando todo el día...

Lina apretó los dientes por un momento. La culpa comenzó a asomarse a su pecho, y aunque sabía que lo que había dicho la noche anterior no podía tomarse a la ligera, también sabía que Valeria merecía algo más que silencio.

— Lo siento, Valeria... De verdad. — Lina dijo finalmente, dejando escapar un suspiro largo. — Estaba tan... perdida con todo esto, que no sabía cómo reaccionar. No era justo contigo, te hice daño y no quería hacerlo.

Valeria guardó silencio por un momento, probablemente sorprendida por lo que acababa de escuchar.

— Lina, no tienes que disculparte... — Valeria contestó, su tono mucho más suave. — Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti. Nunca quise que te sintieras sola en esto. Pero también entiendo si necesitas tiempo. Solo... no me hagas sentir que me apartas.

Lina cerró los ojos por un momento. Sabía que Valeria solo quería ayudarla, pero su miedo y la necesidad de estar aislada seguían siendo más grandes que su deseo de confiar por completo.

— Te lo prometo, Valeria. Habrá un momento para hablar... pero ahora mismo solo necesito... tiempo. — Respondió Lina con una voz suave, pero firme.

Tras un par de minutos de conversación, Valeria aceptó lo que Lina le decía, aunque con la clara preocupación en su voz. Después de cortar la llamada, Lina sintió una mezcla de alivio y culpa. Podía haber sido más abierta con Valeria, pero al menos había dado el primer paso hacia la reconciliación.

El resto del día pasó lentamente, y Lina trató de centrarse en sus clases, aunque no dejaba de sentirse observada. Cuando llegó a su clase de literatura, se encontró con una situación que, sin quererlo, terminó sacándola de su burbuja mental.

Durante la clase, Lina,comenzó a masticar un chicle disimulando para calmar la ansiedad. Todos sabían que el hombre su profesor tenía una estricta política contra comer o masticar chicle durante sus lecciones, y Lina lo había ignorado durante toda la clase sin ningún problema.

Pero esa vez, el profesor la miró directamente con una expresión severa.

— Lina, ¿puedes tirar ese chicle? — le ordenó, señalando su chicle masticado mientras hablaba. — Esas son las reglas, ya deberías saberlo.

Lina lo miró con los ojos entrecerrados, el cansancio y la frustración acumulados de todo el día acumulándose en su interior.

— ¿Por qué usted tampoco no tira la comida, no se supone que las reglas son para todos? — respondió con tono mordaz. — Está usted dando clase mientras toma su café y está comiendo, ¿A usted le parece normal?.

El aula se quedó en silencio por un momento. Los estudiantes miraban sorprendidos por la respuesta de Lina, que nunca había sido conocida por ser tan directa con los profesores. El profesor, visiblemente molesto, frunció el ceño y se acercó a su escritorio.




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