Por la tarde Lina decidió salir a las calles. El aire fresco de la tarde no parecía aliviar su angustia. La sensación de estar siendo observada no la abandonaba. Miró varias veces hacia atrás, pero no vio nada sospechoso. Sin embargo, había algo en el ambiente que no cuadraba, algo que le apretaba el pecho y no la dejaba tranquila.
En el camino de vuelta a casa, una camioneta negra apareció repentinamente detrás de ella. No era la primera vez que la veía, pero esta vez parecía seguirla a propósito, a una distancia prudente, pero con una presión insoportable. Su corazón comenzó a latir con más rapidez, y sin pensarlo, aceleró el paso, buscando alejarse de la camioneta. Cuando vio que no lo conseguía, entró en pánico.
—¿Por qué me sigue?—pensó, la preocupación creciendo en su pecho. —¿Qué quieren de mí?—
Sin pensarlo, tomó una decisión. Correría hacia la casa de Valeria, era la casa más cercana que podía encontrar. Sabía que ahí podría encontrar un poco de refugio, aunque no tenía idea de qué hacer después.
Al llegar a la casa El amable guardia le saludo mientras caminaba hacia la gran puerta tocando con timidez el gran trozo de madera, Valeria le abrió casi de inmediato, alarmada al ver el pálido rostro de su amiga no dudo en preguntar.
— ¡Lina, ¿qué pasa?! — preguntó, llevándola rápidamente hacia el interior de la casa.
Lina no pudo evitar soltar un suspiro de alivio al estar en un lugar cerrado, lejos de la camioneta. Su respiración era irregular, y sus manos temblaban levemente que intentaba calmar mientras se encaminaba hacia la habitación de Valeria.
— Hay algo raro, Valeria… — dijo Lina, intentando calmarse mientras se dejaba caer en el sofá. — Una camioneta… no sé por qué, pero siento que me están siguiendo.
Valeria se sentó a su lado, frunciendo el ceño.
— ¿Quién? ¿Qué camioneta?
Lina respiró profundamente, sin saber cómo continuar. La ansiedad apretaba su garganta. No quería preocupar más a Valeria, pero sabía que no podía seguir guardando el secreto.
— Mi tío, Valeria... — comenzó a decir con la voz temblorosa, necesitaba desahogarse con alguien y esa persona era Valeria, en tan poco tiempo le dio la confianza para contarle lo que sucedía, Lina de verdad confiaba en Valeria. — Él está involucrado en cosas muy oscuras. En cosas que no puedes imaginar. Él trabaja para un grupo mafioso, un grupo que tiene mucha influencia. Y no solo eso... Él me vendió, Valeria.
El peso de sus palabras quedó suspendido en el aire. Valeria la miró fijamente, sin comprender del todo.
— ¿Te vendió? — repitió Valeria, intentando asimilar lo que acababa de escuchar.
Lina asintió lentamente, mirando al suelo, incapaz de mantener el contacto visual.
— Sí. Mi tío me vendió a un mafioso... y ahora él me está buscando. La foto… esa foto que publicaron en el autobús... él pudo haberla visto. Si lo hace, no tengo idea de lo que podría pasar.
La tensión en el ambiente creció. Valeria no sabía qué decir, pero Lina necesitaba seguir hablando. Sabía que tenía que contarle la verdad a alguien, alguien que pudiera entender.
— Lina, ¿por qué no me lo dijiste antes? — dijo Valeria, en shock, pero con tono suave. — ¿Por qué no me lo contaste?
— No quería involucrarte, Valeria. No quería que te metieras en este mundo. Es peligroso, y no quiero arrastrarte a esto. No quiero que nadie sepa quién soy realmente. No quiero ser una carga para nadie.
En ese momento, un sonido rompió el silencio. La puerta de entrada se abrió con fuerza, y ambos giraron hacia la entrada. Lina se congeló al ver a Liam entrar sin previo aviso, con una expresión de preocupación en su rostro.
— ¿Qué está pasando aquí? — preguntó Liam, sus ojos fijos en Lina. — ¿Por qué no me lo contaste?
Lina sintió cómo su cuerpo se tensaba ante la mirada de Liam. En ese instante, su corazón comenzó a latir más rápido. Él había estado escuchando. No sabía cuánto, pero ya era tarde para esconder lo que había estado guardando.
— ¿Por qué no me dijiste nada? — insistió Liam, acercándose a ella con rapidez. — ¿Por qué no me dijiste que tu tío está involucrado en todo esto?
Lina no pudo evitar mirar a Valeria, que la observaba con los ojos muy abiertos.
— No te hagas el héroe, Liam — respondió, intentando mantener la calma. — No tengo por qué contarte todo. No tienes idea de lo que estoy pasando. No quiero que te involucres ni tu ni Valeria más, no quiero que os metais en este lío.
— No se trata de esconderlo, Lina. — dijo Liam, su tono más suave ahora. — Si estás en peligro, ¿por qué no lo dijiste? Si estás metida en algo tan grave, ¿Es por eso que me evitabas?
Lina lo miró, finalmente viendo en sus ojos algo que no había notado antes: no solo preocupación, sino una necesidad de protegerla.
— No quería que te metieras en esto. No quiero que te pongas en peligro por mí, Liam. Mi tío está… obsesionado conmigo. Y este no es un juego. Son cosas muy serias. El tipo con el que está involucrado es mucho más peligroso de lo que imaginas.
Liam la miró fijamente, sin apartar la vista de sus ojos. Su expresión era seria, pero algo más pasaba. No era solo enfado, sino también… comprensión.
— Lina, no te voy a dejar sola en esto. — dijo Liam con voz firme. — Lina tragó saliva. Las palabras de Liam la habían tocado de una manera que no esperaba. Por un momento, su guardia se cayó, y por fin sintió que podía confiar en él. Por fin sentía que alguien a su lado no la vería como un problema, sino como alguien que valía la pena proteger.
Pero antes de que pudiera hablar más, un sonido de la ventana la hizo mirar rápidamente. Una camioneta negra estaba estacionada justo frente a la casa de Valeria, y su corazón se detuvo.
— ¡Es él! — dijo Lina, su voz rasgada por el miedo.
Liam se acercó a la ventana, mirando también la camioneta.
— No te preocupes, Lina, lo solucionaremos. — dijo Valeria con tono seguro, pero algo en su rostro reflejaba su creciente preocupación. — Vamos a averiguar qué está pasando. Te lo prometo.