La luz tenue de la lámpara iluminaba la habitación llena de documentos y teléfonos dispersos sobre la mesa. Al fondo, una figura encapuchada observaba la pantalla de un ordenador con una calma perturbadora. Este era el mundo al que Lina había intentado escapar, pero no podía huir de su propia realidad, no tan fácilmente. Y él, su tío, estaba decidido a traerla de vuelta a ese mundo oscuro.
Se acercó al teléfono con paso lento y lo levantó con una sonrisa fría. Sabía que su plan estaba en marcha, y no iba a fallar esta vez. La chica había estado demasiado tiempo fuera de su alcance, pero ahora, gracias a la pequeña pieza que se había infiltrado en el instituto, su destino ya estaba sellado.
Alice pensó con desprecio mientras marcaba el número en su teléfono móvil. La chica había hecho el trabajo por él sin siquiera darse cuenta. Su obsesión con Lina había resultado ser la llave para finalmente descubrir su paradero. Alice, la popular del instituto, había estado investigando a Lina, preguntándose por qué nadie sabía de nada, pero para vengarse de ella por quitarle a Liam decidió hacer algo para hacerla desaparecer ya de sus vidas.
Pero fue el contacto directo con su tío, Erik, quien finalmente dio el paso definitivo. Alice no sabía lo que estaba desatando. En su mente, sólo quería destruir a Lina. En su mundo, Lina era una amenaza para su estatus, su popularidad, su lugar entre los estudiantes. La envidia había sido su motor, y lo que comenzó como una simple curiosidad, ahora la había convertido en una pieza clave para el regreso de Lina al lugar donde pertenecía: la oscuridad.
El teléfono emitió un tono, y un hombre con una voz grave contestó al otro lado de la línea.
— Erik, ¿qué tal todo? — La voz era áspera, como si cada palabra fuera forzada.
— Todo está en marcha. — Erik respondió con voz fría. — Lina esta muy cerca. Y cuando la encuentre... será tuya de nuevo.
El mafioso del otro lado de la línea rió suavemente, su risa resonando en la habitación de Erik como si no hubiera un ápice de duda en sus palabras.
— Muy bien, amigo mío. — dijo el mafioso, Alejandro, con un tono que denotaba diversión y peligro. — ¿Y qué hacemos ahora? ¿Esperamos que Lina llegue hasta nosotros? ¿O tenemos que dar el siguiente paso?
Erik se levantó de la silla y miró por la ventana, observando la noche que caía. La ciudad estaba tranquila, ajena a la tormenta que se estaba gestando.
— No, no. Es mejor que tomemos el control de la situación ahora. No quiero arriesgarme a que ella se escape de nuevo. Alice me ha dado toda la información que necesito, y la oportunidad está aquí. Mañana... Mañana me aseguraré de que Lina sepa que su escape terminó. — su voz se endureció, casi como si estuviera disfrutando de lo que estaba planeando. — Va a regresar a donde pertenece. Y esta vez, no se va a escapar.
Alejandro rió de nuevo, pero esta vez, la risa sonaba más fría, como el hielo. La idea de que Lina estuviera atrapada en sus garras era algo que lo divertía.
— Estoy de acuerdo, Erik. Vamos a hacerle entender a Lina que no tiene opción. Pronto, ella será parte de mi imperio... y lo mejor de todo, será que estará conmigo por voluntad propia. — La última parte de la frase sonó más amenazante que cualquier otra cosa.
Erik sonrió, pero su sonrisa no tenía nada de amable. Era la sonrisa de un hombre que había estado esperando mucho tiempo para recuperar lo que había perdido. Y Lina, esa niña que había sido suya, que había sido vendida y que se había escapado, finalmente volvería a él. No importaba a quién tuviera que dañar, ni las alianzas que tuviera que destruir. Ella volvería a ser parte de su mundo. Y cuando lo hiciera, nadie podría salvarla.
— Prepara todo, Alejandro. — dijo Erik con determinación. — La buscaremos mañana. Y si es necesario... la tomaremos por la fuerza.
Creímos conocerla pero Alice siempre lleva un as bajo la manga... y esta vez Lina no lo vera venir. 😰
Aya Bachiri