Entre las sombras y la luz

Capitulo 25

El día había comenzado como cualquier otro en la mansión Weston. Sin embargo, todo cambió cuando un rumor comenzó a extenderse por los pasillos del instituto como un incendio. "Lina ha sido secuestrada." La noticia llegó a los oídos de todos, y cuando Alice escuchó el susurro, un estremecimiento recorrió su cuerpo. Ella había sido la última persona que hubiera imaginado involucrarse en algo así, pero al escuchar esos murmullos, la culpa comenzó a consumirla.

Alice ya no podía ignorar lo que había hecho. No solo había estado observando a Lina, sino que había estado jugando con la situación, haciéndole la vida más difícil. El peso de su acción la asfixiaba, y ahora, con el secuestro de Lina, todo se le venía encima.

"¿Qué he hecho?" se preguntó a sí misma, mientras el pánico comenzaba a apoderarse de su pecho. Tenía que hacer algo. No podía quedarse de brazos cruzados y mirar cómo todo se desmoronaba por su culpa. Tomó una decisión, y aunque le temblaban las manos, se dirigió hacia la casa de Liam y Valeria.

La mansión de los Weston era imponente, y Alice se sintió pequeña ante ella. La puerta se abrió y Valeria apareció, mirando a Alice con recelo.

— ¿Qué quieres, Alice? — Valeria preguntó, notando algo en el rostro de Alice que no le gustaba.

Alice, con los ojos llenos de lágrimas, abrió la boca, pero las palabras se quedaron atoradas en su garganta. Había cometido un error tan grande, que no sabía cómo comenzar a decirlo. Finalmente, después de un largo silencio, se atrevió a hablar.

— He ayudado en el secuestro de Lina. — susurró, su voz rota, los ojos llenos de arrepentimiento. — Lo siento... lo siento tanto.

Valeria la miró sorprendida y con furia en los ojos.

— ¿Qué estás diciendo? — Valeria no podía creerlo. Alice había sido parte de todo esto. Las lágrimas comenzaron a caer de los ojos de Valeria, quien no podía entender cómo su amiga había estado involucrada en algo tan horrible.

Liam, que había escuchado la conversación desde la distancia, salió del salón al escuchar la declaración de Alice. Su rostro se llenó de rabia. Su corazón, que ya estaba destrozado por la desaparición de Lina, ahora se sentía como si le hubieran dado una puñalada en el pecho. No podía creer lo que acababa de oír.

— ¡¿Qué?! — Liam avanzó hacia Alice, su voz cargada de furia. — ¡¿Cómo pudiste hacerle esto?!

Alice, temblando, intentó hablar, pero las palabras no salían de su boca. El dolor y el arrepentimiento eran tan fuertes que sentía que no podría respirar. Había cometido un error, y lo sabía.

— Lo siento tanto, Liam. No sabía lo que hacía. — Alice estaba al borde del colapso. — Fue su tío, Erik. Él me presionó para que lo hiciera. No sabía cómo salir de esto, pero ahora... ahora todo se ha ido al infierno.

Valeria y Liam intercambiaron una mirada. Alice tenía razón. Lo que había hecho no tenía perdón, pero ahora no podían perder tiempo discutiendo. Lina estaba en peligro.

— ¿Dónde está Lina? — Valeria exigió, su tono decididamente firme. No le importaba si Alice estaba arrepentida o no, solo quería encontrar a su amiga.

Alice tembló, pero finalmente, con un suspiro lleno de angustia, comenzó a explicar todo lo que sabía.

— Su tío... él tiene un contacto con un mafioso llamado Alejandro. Fue él quien la secuestró. Él la tiene encerrada en un lugar... un almacén abandonado al norte de la ciudad. — Alice sollozó mientras hablaba, como si la culpa le quemara el alma. — Lo siento tanto. Todo esto fue un error.

Liam se quedó en shock, pero al instante se levantó y comenzó a dirigirse hacia la puerta.

— Vamos a encontrarla. — Dijo con determinación, ya olvidándose de todo lo que había sucedido antes. No iba a perderla.

Valeria, aunque furiosa con Alice, sabía que ahora debían actuar. No podían perder más tiempo.

— ¿Sabes cómo llegar? — Liam le preguntó a Alice, su voz fría, pero con un toque de urgencia que no podía ocultar.

— Sí. — Alice asintió, con miedo en su mirada. — Sé cómo llegar, y lo haré. Pero les ruego que me perdonen, les juro que no lo hice a propósito.

Liam y Valeria no respondieron. El rencor sería para después. Ahora lo único que importaba era encontrar a Lina.

Entraron rápidamente, y Adrián Weston los recibió en el salón. Aunque su rostro mostraba una pizca de sorpresa al verlos a todos tan agitados, lo primero que vio en los ojos de Liam fue la preocupación, la rabia, la determinación.

— ¿Qué pasa, hijo? — Adrián preguntó, su tono tranquilo pero atento.

Liam no dudó en contarle todo. En pocas palabras, le explicó lo que Alice había confesado y la situación desesperante en la que se encontraba Lina. Adrián escuchó con paciencia, pero la preocupación en su rostro crecía a medida que entendía la gravedad de la situación.

— ¿Un almacén? — repitió Adrián, con el ceño fruncido. — Eso lo complica. Pero tengo los contactos. No te preocupes. Vamos a encontrar a Lina.

Liam sintió un alivio fugaz al escuchar las palabras de su padre. Sabía que él era el único que podía ayudarlos a entrar en ese almacén sin ser vistos.

— ¿Cómo lo haremos? — Liam preguntó, su voz llena de ansiedad.

Adrián se levantó de la silla y caminó hacia su escritorio, donde sacó su teléfono móvil.

— Tengo amigos en la policía, pero necesitamos hacerlo con cuidado. No podemos hacer ruido. Vamos a hacer un rastreo de las cámaras de seguridad en la zona. En cuanto tengamos una pista de dónde exactamente está Lina, iremos directamente. — Adrián explicó, con un tono firme.

La estrategia estaba clara. Ahora, todo lo que quedaba por hacer era esperar.

Pero Liam no podía esperar. No podía perder a Lina.

Ya es tarde y mis neuronas están en huelga, así que dejaré de torturarlas por hoy. Gracias por acompañarme en otro capítulo. Buenas noches, lectoras hermosas. 😘

Aya Bachiri




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