Entre latidos distantes

Capítulo 1

En un mundo donde puedes ser cualquier cosa, elegí ser el amor que transforma la vida de alguien...

Mi nombre es Helen Brown, vivo en Barcelona, españa. No suelo viajar mucho de hecho, nunca habia salido de mi país. La verdad, me aterrorizan los lugares con mucha gente siempre me ponen nerviosa, soy más de disfrutar de la naturaleza y los lugares cómodos y solitarios, vivo con mi madre y mi padre muy poco lo veo desde que se separaron cuando yo tenía 15 años. Aquella época fue muy dura para mí, ver cómo se desmoronaba mi familia me marcó profundamente, Recuerdo noches enteras llorando, sintiendo que mi mundo se derrumbaba.

Tengo un amigo llamado James Miller, con quien suelo pasar tiempo desde pequeños. Muy pronto se mudará a California Estados Unidos donde estudiará para ser piloto de aerolíneas. Me alegra mucho que haya decidido estudiar fuera a él le encanta viajar y explorar nuevos lugares. Aun que sé que lo extrañaré, también sé que esta oportunidad es perfecta para él.

Por mi parte, con una mezcla de emoción y nerviosismo, me preparo para mi viaje a Italia donde estudiaré diseño en la academia de moda Desing Firence. Mientras guardo cada prenda en la maleta, recuerdo todas las veces que mi madre me ha dicho lo importante que es seguir mis sueños. "Este es solo el comienzo", me repito, tratando de calmar el torbellino de emociones que llevo dentro.

El aeropuerto está lleno de gente apresurada, pero siento que todo se mueve en cámara lenta a mi alrededor. Cada paso que doy hacia la puerta de embarque se siente como un logro monumental. Mi madre me acompaña, como siempre ha hecho en cada momento importante de mi vida. Nos despedimos con abrazos largos y palabras que intentan no mostrar el dolor del adiós, aunque ambas sabemos que este viaje es un gran paso hacia algo más grande.

—Mamá, no sé si estoy lista para esto —murmuro, tratando de no dejar que la voz me tiemble. Mis manos, sin embargo, no pueden ocultar el nerviosismo mientras ajusto la correa de mi mochila.

—Helen, nadie está completamente listo. Pero ahí está la belleza de todo, en la incertidumbre —me dice con una sonrisa suave, esa que siempre usa para calmar mis miedos. Aun así, noto un brillo de preocupación en sus ojos, un brillo que no puede disimular.

Miro hacia la puerta de embarque, sintiendo que cada paso que me acerca a ella me aleja más de todo lo que conozco.

—¿Y si no soy lo suficientemente buena? —pregunto, la duda se escapa antes de que pueda detenerla.

Mi madre se ríe suavemente y me toma de las manos. Sus dedos cálidos y firmes me anclan en ese momento.

—Has trabajado duro para llegar hasta aquí, Helen. Lo que viene ahora es solo el siguiente paso en tu camino. No se trata de ser lo suficientemente buena; se trata de seguir adelante, aprender, y dejar que el mundo te sorprenda.

Me mordí el labio, intentando mantener la compostura.

—Pero prométeme que si no funciona, si quiero volver, no me juzgarás.

Ella acaricia mi rostro, su sonrisa firme pero llena de ternura.

—Helen, no tienes que prometerme nada. Si algún día decides volver, lo harás con la misma valentía con la que te vas hoy. Pero confía en mí, estarás bien. Más que bien.

La abrazo, aferrándome a ella por unos segundos más, sintiendo el calor de su abrazo, su fuerza.

—Te voy a extrañar, mamá —susurro, sintiendo que las lágrimas están cerca.

—Yo también te voy a extrañar, cariño, pero esto es lo que siempre has querido. Ve y descubre lo que te espera.

Finalmente, me aparto, aunque su presencia sigue envolviéndome. Con un último vistazo, sé que, aunque me aleje físicamente, su amor y apoyo siempre estarán conmigo, como lo han estado en cada paso importante de mi vida.

Durante el vuelo, me quedo mirando por la ventana, viendo las nubes pasar, sintiendo que algo en mi vida está por cambiar. Aunque los nervios están ahí, también siento una chispa de esperanza y curiosidad por lo que Italia me traerá.

Al aterrizar en Italia, un mundo nuevo se despliega ante mí. Los paisajes, la arquitectura, los sonidos, todo es nuevo y me llena de emoción. Respiro hondo, sintiendo una mezcla de temor y entusiasmo en el pecho. Sé que habrá muchos desafíos por delante, pero también sé que, gracias a los esfuerzos de mi madre y mi propia determinación, estoy exactamente donde debo estar digo dirigiéndome a mi departamento que antes había rentado por línea.

Al llegar al departamento, dejo caer mis maletas en el suelo, agotada pero satisfecha. Miro a mi alrededor el espacio es pequeño pero acogedor, con techos altos y ventanas que dejan entrar la luz del atardecer naranja. El aroma de la madera y el aire fresco me envuelven, dándome una sensación de hogar a pesar de estar lejos.

Me acerco a una de las ventanas y la abro. El sonido de la ciudad entra suavemente, con el murmullo distante de conversaciones en otro idioma y el ruido de una motocicleta que pasa por la calle adoquinada. Sonrío, sintiendo una mezcla de paz. Este lugar es mío, al menos por ahora, y representa todo lo nuevo que está por venir.

Sentada en la cama, siento el peso del viaje y la realidad de estar aquí. El miedo que había sentido antes de llegar empieza a disiparse, reemplazado por una chispa de curiosidad y una renovada confianza. Mañana empieza una nueva etapa se que todo estará bien.

A la mañana siguiente me preparo para mi primer día de clases. Es increíble pensar que los sueños que alguna vez parecieron tan lejanos ahora comienzan a hacerse realidad. Mientras me miro en el espejo, ajusto mi ropa y respiro profundo, sintiendome llena de nervios en el estómago. Antes de salir, decido llamar a James. Necesito compartir con él este momento, como lo he hecho siempre.

-Hola, buenos días, James -digo aún adormilada.

-Hola, dormilona, buenos días. Ya es hora de despertar -responde mi amigo.

-Aún es temprano. No sé cómo hiciste para levantarte tan temprano -comenta, bostezando.




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