La Abuela
La abuela es una persona importante en mi vida.
En la distancia, la veo sonreír.
En la distancia, la veo mirarme con amor.
Veo a mi abuela como lo que es: una mujer hermosa que siempre dio todo por su familia.
Veo a una mujer que jamás dejó de luchar ni de amar.
Veo a la mujer que siempre querré en mi vida,
algo hermoso que Dios me dio, pero que lastimosamente tuvo que irse.
Alguien en quien siempre pude confiar, porque más que mi abuela, era mi compañera.
La persona que siempre estuvo para mí,
la que nunca dejó que la distancia fuera un impedimento para demostrarme su amor.
Aunque ella vivía en Paraguay y yo debía viajar miles de kilómetros para verla,
ni el tiempo ni la distancia fueron suficientes para separar el amor que nos unía.
Cada visita era un tesoro, cada abrazo valía más que todo el esfuerzo.
No sé qué será de mí ahora que ya no te veré.
Te recuerdo siempre.
Cada vez que te veo en mis sueños, ruego para que dure más minutos de lo que debería.
Ruego que ese último abrazo que te di no hubiera sido el último,
que el 2 de diciembre no me doliera tanto al recordarte.
Solo me queda decir que fuiste la mejor abuela que pude pedir, la mejor de todo el universo.
No lo digo para comparar o presumir, sino porque hay verdades que el corazón reconoce.
Es cierto lo que dicen: el vínculo con una abuela materna es único, especial, y está lleno de una conexión que va más allá de las palabras. Ese lazo no se rompe, ni siquiera con la despedida.
Nadie te prepara para despedirte de ese ser amado.
No existen palabras para expresar todo lo que siento en este momento de mi vida.
Solo me queda recordarte siempre, llevarte en mi corazón y agradecer a la vida por haberte tenido.
Con todo mi amor