A mí niña interior

A mi niña interior,

A mi niña interior le pido que siga soñando.

A mi niña interior le digo que todo es posible si sueña en grande.

A mi niña interior le digo que la quiero.

A mi niña interior la abrazo.

A mi niña interior, que a veces se manifiesta, le digo que siga adelante, que lo mejor está por venir.

Que nunca se vaya.

Que siga apareciendo, porque, aunque he crecido, siempre me sentiré como una niña:

Una niña que corre hacia los brazos de las personas que ama.

Una niña que llora si no consigue lo que quiere.

Una niña que se emociona con las cosas más simples.

Puedo decir que soy una adulta con una niña en mi interior,

una niña que busca manifestarse y a la que me gusta complacer como si tuviera tan solo diez años.

A mi niña interior le digo que no deje de luchar.

A mi niña interior la cuido.

Cuido sus recuerdos, porque esa etapa fue esencial en mi vida.

Esta carta es para esa niña soñadora,

esa niña que lo tuvo todo,

esa niña que vivió la mejor infancia del mundo,

esa niña que siempre recibió el amor de su familia.

Para esa niña quiero lo mejor siempre,

porque fue mi mejor etapa.

Una etapa que ya no volverá, pero que sigue viva en mí.

Quiero agradecerle por enseñarme el valor de la alegría,

por recordarme cómo disfrutar cada instante con inocencia,

y por permitirme mantener encendida esa chispa de curiosidad y asombro que hace la vida mágica.

Hoy, desde mi adultez, prometo cuidar de ti, protegerte y honrarte.

Prometo escucharte cuando susurres en mis días difíciles y darte espacio para que brilles cuando todo marche bien.

Eres la raíz que me sostiene y la luz que me guía.

Con amor y gratitud,

Tu yo adulta.