Entre lazos y letras

A mí perrito que ya no está

Esto no es una despedida, es un hasta luego

Nunca me gustaron las despedidas.
Siempre me resultaron tristes, y más aún cuando son para siempre.
Desde chica tuve la certeza de que los perros deberían ser eternos.

Mi amor por ellos, y especialmente por los míos, va más allá de lo imaginable.
Hay cosas que una no espera, momentos para los que jamás se está lista...
como tener que decirle adiós a quien te llenó de amor cada día.

Hoy me toca despedir a mi amado Bocky.
Mi compañero, mi bebé de cuatro patas.
Quien estuvo tantos años a mi lado, alegrando mis días,
esperándome cada vez que llegaba a casa con esa alegría tan suya,
con esa colita que no paraba de moverse.

Escribo esta carta con el corazón en la mano,
con lágrimas que no se ven, pero que se sienten.
Una carta para que sepa cuánto lo amo,
para que escuche, donde esté,
que lo voy a estar esperando en la otra vida.

Y cuando ese día llegue,
quiero que venga corriendo junto a Rocky, Toby, Doni y Roco.
Que me reciban todos juntos, como antes,
moviendo la colita y llenándome de paz.

Porque no hay amor más puro que el de un perro.
Nadie es tan leal, tan sincero, tan generoso.
Siempre están ahí, haciendo travesuras, sacándote sonrisas,
llenando vacíos que ni sabías que tenías.

Por eso, mi querido Bocky,
hoy no te digo adiós,
te digo hasta luego.

Y cada 7 de abril,
te voy a recordar con todo mi ser,
con amor, con gratitud y con la esperanza de volver a verte.

Con todo mi amor, siempre.



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En el texto hay: familia, cartas amor

Editado: 12.04.2025

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